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chapter forty-one

-Me fui en mitad de la noche, no le dije a nadie más que a Renata a dónde iba- confesó -de alguna manera aunque mis padres acabaron por descubrirlo. ¿Cómo? No estoy seguro, pero sé que Renata no dijo una palabra, nunca lo haría. Por supuesto, se decepcionaron, me dijeron que volviera a casa, pero no respondí. Pensé que era mejor estar lejos para no causarles una decepción directa.

James no dijo nada, su forma de instar a Adelmo a seguir soltando todo lo que pudiera antes de que Sirius y Harry volvieran.

-Luego llegó el día en que Renata fue despedida como auror y creo que eso fue probablemente lo más devastador que le ocurrió a nuestra familia. Recibí una lechuza mientras estaba en el trabajo y Renata no sabía qué hacer con ella. Mis padres se volvieron locos y trataron de que volviera a entrenar, pero cuando Renata me dijo que se debía a una fobia a la sangre, me quedé... devastado.

-Entonces, ¿la fobia a la sangre no fue algo que tuvo toda su vida?- preguntó James con una ceja levantada -¿Fue algo nuevo que se desarrolló de la nada, no desde la infancia?

-Nunca he visto a Renata reaccionar a la sangre como lo ha hecho recientemente. No sé lo que pasó, pero con una condición médica como esa, es un riesgo para la seguridad de la persona y de las otras partes involucradas, así que no podía continuar. Creo que eso hizo que mis padres entraran en un estado de duelo y que Renata no supiera qué hacer...

Incapaz de escuchar lo decepcionados que estaban los padres de Renata y Adelmo por la situación, James se vio obligado a intervenir.

-¿Por qué estaban tan empeñados en que se convirtiera en auror? ¿Por qué era tan importante que permaneciera en el entrenamiento?

Adelmo se acomodó desde donde estaba sentado y, de repente, emitió una risa, pero no parecía que le hiciera gracia. Sonaba lastimero al sonar en los oídos de James y cuando levantó la vista, pudo ver la mirada triste escrita en el rostro de Adelmo.

-Realmente no conoces a nuestra familia- susurró -Renata era la favorita entre los dos. Mis padres siempre pudieron percibir que algo no iba bien en mí desde que era muy pequeña. Cuando nací y a medida que me desarrollaba, una de mis piernas creció más que la otra, lo que me hizo caminar de forma extraña durante bastante tiempo antes de que mis padres se ocuparan de ello. Pero esa era sólo una de mis muchas imperfecciones a los ojos de mis padres cuando se trataba de mí.

-Nadie es perfecto- dijo James, sabiendo que era cierto para él mismo -no te hace menos persona.

-Ese no es el lema de la familia Abate...

-¡Es Renata quien me enseñó eso!

-Renata es sabia- dijo Adelmo con una leve sonrisa -siempre sabe exactamente qué decir porque siempre sabe cómo se siente una persona.

-¿Qué es lo que...?

-Es una empática- cortó a James, con un tono de orgullo mientras miraba a su hermana pequeña -y una muy fuerte.

Sin querer parecer estúpido, James dudó en preguntar qué era exactamente un Empático, pero parecía que Adelmo podía percibir su confusión, sobre todo porque estaba en toda la cara de James sin que se diera cuenta en ese momento.

-Significa que tiene una gran sensibilidad a las emociones de los demás- explicó Adelmo -puede sentir lo que tú sientes. Si estás feliz, triste, enfadado, asustado... no importa, Renata puede sentirlo. Puede ser extremadamente abrumador para ella, una de las razones por las que me ponía muy nervioso que aceptara este trabajo contigo. No te ofendas.