Parte 1

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Dylan dejó la guitarra a un lado.

Llevábamos más de tres horas ensayando. Habíamos dicho de quedar a las cinco. Ya sabes, lo típico. En clase le di a Eric un toquecito en el hombro con la tapa mordisqueada de mi boli bic. Él se giró, con esa cara de cabreo con la que se solía girar cuando la gloriosa llamada de mi boli le pillaba haciendo algo importante. Esta vez, el <<algo importante>> era intentar conseguir una cita con Melody, su encantadora compañera de Trigonometría que, como solían decir todos, tenía el cuerpo como una carretera: lleno de curvas y enormes baches. La cual, sinceramente, nunca se fijaría en Eric, ni aunque fuera el último chico de la faz de la Tierra. Pero a ver quién se lo decía. Él era feliz así, siempre al límite de lo imposible.

—¿Qué cojones quieres?—me preguntó frunciendo el ceño. De verdad pensaba que tenía alguna oportunidad con Melody, y mi interrupción (en su mente) podría costarle su apasionante relación con ella. Qué tensión, ¿verdad?

—Nos vemos esta tarde a las cinco. En el local del tío de Dylan.

Eric me miró como si acabara de decirle la cosa más estúpida de este planeta. Revisé mentalmente mi frase, pero no encontré ningún error.

—Pero si el concierto es el sábado, tío—acabó diciendo—. ¿Para qué vamos a ir hoy?

Rodé los ojos y solté aire. Eric y yo llevábamos siendo amigos desde que tenía uso de razón, y le apreciaba, claro que le apreciaba. Pero a veces me hubiera gustado matarle. O sacarle de su pequeño mundo, al menos.

—¿Y qué quieres? ¿que nos presentemos sin ensayar? ¿Así, tal cual, esperando un milagro de la Virgen?—dije cruzándome de brazos y recostándome en la silla.

—Es lo que hacemos siempre—contestó mientras hacía como si estuviera sacando algo de la mochila, para que el profesor no sospechara. Sacó su compás y se quedó mirándolo como si se encontrara frente al Santo Grial.

—Ya, pero esta vez cobramos. No podemos hacer una chapuza—aclaré entre dientes—. Te recuerdo que la última vez que nos dieron la oportunidad de tocar en un local se te olvidó la partitura a mitad de la canción.

Eric apretó los labios, impidiendo que de entre ellos saliera una risilla infantil.

Agitó la mano, restándole importancia.

—Fue un pequeño fallo. Además, este me lo voy a tomar muy muy en serio—aseguró con su mirada más solemne.

El tío de Dylan, Matt, tenía un local de moda en el centro. Bueno. En realidad no estaba precisamente de moda ni estaba precisamente en el centro... vale, sólo era de moda y estaba en el centro si eras una vieja de setenta años y vivías en el quinto culo, ¡pero era la mejor oferta que teníamos! Teníamos dos opciones: esta o seguir haciendo conciertos para mi hermana y su ejército de Barbies. Tomamos la decisión cuando a éste último se le sumó una horda de Bratzs.

Eric abrió la boca para contestar, pero la voz de nuestro profesor de Trigonometría se alzó por encima de la suya.

—Eric, Liam, ¿vais a parar con la tertulia, o queréis que os ponga un trabajito sobre razones del seno como cociente?

Ambos negamos con la cabeza a un unísono coral y Eric se giró hacia su mesa, no sin antes hacerme un gesto con el pulgar mundialmente conocido como <<vale>>.

Al final, el <<a las cinco estoy allí>> se convirtió en un <<tío, me he dormido y voy a llegar tarde. PD: he soñado con Melody>>, que fue contestado por un <<Dylan ha pillado tráfico y se va a retrasar también. PD: cállate>>, y acabó con un Liam (yo) muerto de frío esperando en la puerta del local como un imbécil. El bar estaba cerrado porque Matt tenía un compromiso, una cita médica o algo así, y había aprovechado para darles a sus camareros el día libre. Tras unas cuantas súplicas indignas, había cedido a dejarnos ensayar allí mientras él no estaba. Pero, cuando nos había ido a dar las llaves, Dylan fue más rápido que el rayo:

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⏰ Última actualización: Feb 12, 2015 ⏰

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