CAPITULO 5

272 10 0
                                    

Oyó la voz de Nik, hablando en griego. Pero ella estaba en la cama, ¿cómo era posible? Pestañeo para volver a la realidad. Luego centró su atención en Nik. Estaba de pie, mirando por la ventana, con un teléfono móvil en una mano. Leah se sintió confusa. A su mente acudieron imágenes de la noche anterior.

No podía explicar cómo había ocurrido. Eso era lo peor. Primero le había estado gritando furiosa, y luego...

Mientras se ponía rígida debajo de las sábanas, unos músculos poco familiares se quejaron y una leve molestia le recordó toda la pasión que había surgido entre ambos la noche anterior.

Leah se sonrojó. De no ser porque Nik estaba presente, hubiera pensado que era un sueño. O una pesadilla... De pronto sintió cierta identificación con las atractivas chicas que rondaban a Nik, pero ella seguramente esta a la cola.

Porque las chicas de Nik seguramente sabrían en qué se metían. Y ella, en cambio, había sido apartada de su camino sin saber cómo. Había tomado la decisión de abandonar a Nik y eso le había dado fortaleza. Pero entonces él la había llevado a la cama, la había besado, e inexplicablemente la balanza de poder se había inclinado del lado del enemigo. Porque él era el enemigo. Cualquier persona capaz de reducirla a ese nivel era el enemigo.

Su vista, por otra parte, se recreaba en él. En su cabellera negra, en el ancho de sus hombros que dibujaba la tela de la chaqueta, en las caderas estrechas que en ese momento dibujaban las manos que se metían en los bolsillos del pantalón del traje, en las piernas largas que se separaban levemente. Entonces comprendió cómo había ocurrido.

Se dio cuenta entonces, de que había reprimido toda atracción sexual por Nik, como medida de autodefensa. Pero había sido peor, porque en el momento en que había tenido la libertad de aflorar, lo había hecho con suma intensidad. Se había traicionado a sí misma en brazos de Nik. Como siempre había dicho él que ocurriría.

Sintió ganas de llorar. Pero se abstuvo.

Nik se dio la vuelta, y fue hacia la cama. El depredador le sonrió. Tenía un aire de autocomplacencia, y la miró expresándoselo. Se sentó entonces al borde de la cama, y le dijo:

- Es una mañana estupenda.

Ella oyó la lluvia golpeando en los cristales.

- En Atenas – agregó -. Y si me dices que no vas a venir... no, no te atreverías. No, después de lo que ha ocurrido anoche.

- Eso fue sexo, nada más – dijo Leah con gesto severo.

Nik sonrió y bajó la cabeza para decirle:

- Sólo sexo no. Sexo fabuloso, maravilloso, increíble. Si no fuese porque el jet nos está esperando, seguiría en la cama.

- Ayer te he dejado – dijo Leah con los dientes apretados.

- ¡Dios Mío! Y hoy estamos más cerca que nunca. La vida es impredecible. Piensa en esto como si fuera el primer día de nuestro matrimonio.

- ¡Es lo más nauseabundo que se te puede ocurrir! No quiero ir a Atenas – protestó Leah.

- Pero lo harás – le dijo él incorporándose -. Mi familia se reunirá para conocerte en casa de mi madre. No me importa si tengo que llevarte a rastras y gritando todo el tiempo. ¡Para que lo sepas, has tomado la decisión anoche!

- Lo has hecho a propósito – se quejó Leah.

- Sí – contestó él-. Bueno, y ahora, ¿por qué no te vistes? Le di instrucciones a la criada para que te hiciera el equipaje. Pensé que lo que tuvieras aquí no te serviría para Grecia.

Leah se incorporó en la cama. Se sentía mal realmente. Fue al cuarto de baño. Su propia estupidez la había llevado a este suplicio.

Ella había creído que Paul esta enamorado. ¿Había sido Paul para ella una forma de evasión de su matrimonio? ¿Lo habría utilizado para sentir las fuerzas necesarias para abandonar a Nik? Porque la idea de que alguien la amaba le había dado fuerzas, le había dado confianza en sí misma. Paul no la amaba. Pero, ¿ella lo había amado realmente?

UN MATRIMONIO DIFERENTEWhere stories live. Discover now