—¡Dios mío, Gabriela! —exclamó Lala levantando la voz haciendo que los dos se asustaran—. ¿Eres estúpida o te haces?

Gaby se echó a reír.

—Te amo, ¿lo sabes? —dijo y abrió los brazos.

Lala se acercó a ella y la abrazó echándose a llorar. Lautaro se quedó contemplando aquella imagen que le pareció hermosa y emotiva, jamás había visto a la mejor amiga de su novia tan sentimental, era siempre fría y distante.

—Te amo, idiota —respondió ella y la besó en la frente—. Y ahora te dejo para que hables con este otro estúpido —zanjó y puso los ojos en blanco mientras se secaba las lágrimas.

Gabriela sonrió y miró a Lautaro que se acercó a ella y la tomó de la mano.

—Yo nunca quise que eligieras entre tu carrera y yo... si sentiste eso, perdón, jamás quise ponerte en esa encrucijada —admitió.

—Lo sé, lo sé... pero necesitabas que lo hiciera... Tenías tanto miedo, Lauty...

Lautaro bajó la vista avergonzado.

—Y no he elegido entre mi carrera y tú, yo he elegido entre lo que deseo para mí y lo que los demás desean para mí. Lo he comprendido mientras hablaba anoche —explicó—, yo no quiero dejar de cantar, no quiero dejar de ser Ágatha...

—Y eso me encanta porque yo amo a Ágatha —dijo él.

—¿Quién lo diría? —bromeó ella y ambos hicieron silencio—. Pero también amo a Gabriela, Lauty... y por miedo la había dejado de lado. Hice oídos sordos de todos mis deseos y al hacerlo, le di a otras personas el poder de manejar mi vida... Pero fuiste tú el que me desenterró... el que revivió a Gabriela —explicó—. ¿Cómo no iba a elegirte yo si tú ya me habías elegido?

—Ayer actué como un estúpido —admitió él—, he sido muy egoísta...

—Un poco, sí —respondió ella con una sonrisa tan dulce que derritió su corazón.

Él se acercó y la besó en la frente.

—Solo quería que fueras libre, no quiero atarte a nada... temía no estar a tu altura...

—La libertad la consigo a tu lado, Lauty, contigo es que puedo ser quién soy en realidad... No me sueltes —pidió—. Sé que no será sencillo, pero quiero intentarlo...

—Y yo —prometió él—. Ahora necesito que te recuperes pronto porque no me gusta verte así... El doctor dijo que hoy sales, pero debes ir a reposar. ¿Qué sucederá con la gira?

—Ahora no importa... vienen las fiestas y hay un descanso, ya luego veré qué sucede... Lo único que quiero es ir a casa de mis padres y descansar. ¿Irás a pasar conmigo allí las fiestas?

—¿Estás segura?

—Claro, hablaré con mamá y tú, Pili y el abuelo serán bienvenidos... También Alicia, pero ella seguro pasará con su familia.

—Te amo... —dijo él y la besó en los labios—. Y no permitiré que vuelvas a exigirte a tal punto de quedar así... Estaré a tu lado y te cuidaré, siempre que tú me lo permitas.

A Gaby aquello le resultó encantador.

—¿Me harás esos masajes que solo tú sabes hacer? —preguntó ella acariciando su cabello con dulzura.

—Por supuesto —prometió él acariciándole con dulzura la mejilla—, todas las veces que me pidas...

La enfermera volvió a ingresar para avisarle a Lautaro que debía dejar descansar a Gaby, este la besó en la frente, en los labios y se retiró.

Al salir, buscó a Lala, pero al que vio llegar fue a Matías, la rabia se apoderó de él y fue directo a propinarle un golpe. La gente alrededor se conmocionó, Matías respondió el golpe y en un segundo, ambos rodaban en el suelo entre golpes y patadas. Algunos intentaron separarlos con premura, a la única que aquella escena divirtió por completo fue a Lala.

Cuando ambos fueron separados, Matías solicitó que echaran a Lautaro del lugar.

—Ambos tendrán que abandonar el sitio —dijo un doctor que había aparecido allí junto a dos oficiales—. Esto es un hospital —recordó con la voz grave.

Lautaro se sacudió y se dispuso a salir mientras Matías intentaba defenderse y gritaba que él no había hecho nada. Eso fue suficiente para Lauty que se dio media vuelta y buscó a Lala.

—Él fue —señaló—, él le pagó a una tal Ro para que descubriera a Gabriela y llevara esas fotos al estudio.

—¿Qué? ¡Mentira! ¡Te hundiré! —gritó Matías—. ¡Te demandaré por difamación y calumnia!

—Inténtalo —rio Lautaro—. Tengo pruebas.

—¡Retírense los dos! —exclamó el doctor.

Matías salió histérico y ofuscado, echando maldiciones y gritos, Lautaro salió atrás, pero Lala lo siguió para que le explicara lo que acababa de decir y, de paso, para evitar que siguieran peleando.

Lautaro le comentó todo tal como le había dicho Alicia y esta le dijo que no se preocupara, que ella y Franco tomarían acciones.

Y aunque ya no pudo volver a pasar, esperó afuera a que Gaby fuera dada de alta para poder darle un abrazo y decirle que la amaba.

Y aunque ya no pudo volver a pasar, esperó afuera a que Gaby fuera dada de alta para poder darle un abrazo y decirle que la amaba

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Un salto al vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora