SERENDIPITY | O.S.

serendipia

Serendipia
[ se·ren·di·pia ] noun.

(n.) Descubrimiento o hallazgo afortunado,
valioso e inesperado que se produce de
manera accidental, casual, o cuando
se está buscando una cosa distinta.

ཻུ۪۪⸙͎         ཻུ۪۪⸙͎         ཻུ۪۪⸙͎

Fue hasta entonces, cuando al abrir los ojos y ver cientos de lucecillas brillando sobre su cabeza, lo supo.

Estaban destinados.

ཻུ۪۪⸙͎

"¿Abuelo?"

"Dime, mi pequeño girasol".

"¡Abuelo!"

"¿Qué sucede?"

"Sabes que no me gusta que me llames girasol, suena... tonto".

Y un pequeño Louis sonrojado aparece detrás de su manta favorita al decir aquella última palabra. Y sí, es su manta favorita porque tiene miles de luciérnagas que sonríen cada noche y miles de estrellas que puede que brillen en la oscuridad y lo ayuden a dormir por las noches, en especial cuando tiene pesadillas.

"Y... ¿pequeño?" Louis infla las mejillas y hace su pose de superhéroe favorita. "¡Vamos abuelo, soy grande!"

"Oh, mi pequeño girasol..." Dice su abuelo. Su persona favorita en todo el mundo, el hombre que llega a salvarlo de los monstruos por las noches y quien le recuerda que salirse de la línea al colorear no es malo. "Pero es un apodo lindo. ¿No te gusta?"

"Abuelo, no puedes decirme girasol porque no soy una flor". Dice y se mira las palmas de las manos, examinándolas. "Además... no soy amarillo. ¡Mírame! Soy más como un... como un diente de león, jamás podría ser una flor tan bonita".

Y el abuelo ríe, ríe, ríe. Porque Louis es más que una flor y aunque quizá sí parezca un diente de león por sus cabellos castaños y rebeldes, él es más que eso, porque al mirarlo, ve a la luz de sus ojos, porque es quien lo ha mantenido fuerte desde que su torre cayó tres meses atrás. Y Louis lo mira y frunce el ceño y forma un puchero en sus labios y su abuelo deja de reír y entonces es momento de ponerse serio.

El hombre mayor toma un respiro, mira por la ventana que se encuentra a un lado de la cama de su pequeño y corre la cortina.

"Observa la Luna y dime lo que ves." Le dice, los ojos le brillan y las manos descansan sobre su regazo.

Louis lo mira con extrañeza, llega hasta la ventana y se coloca sobre sus rodillas, pensativo, se lleva las palmas de las manos hacia la barbilla. Frunce el ceño.

Por un momento, no se escucha más que el silencio y el cantar de los grillos. Louis habla luego de un par de segundos más.

"¿Abuelo?" Pregunta el pequeño, aún contemplando el cielo. El hombre contesta con un suave sonido proveniente de su garganta mientras mantiene los ojos cerrados. "¿Es ahí donde vive la abuela?" Preguntó inocente, recordando aquel tiempo cuando su abuela le mimaba y le hablaba de cosas que no entendía del todo.

Y su abuelo no responde, tan sólo asiente y nota un delicado roce en su mejilla. Es una lágrima.

"¿Abuelo...?" Louis lo mira y observa lo que ocurre. Su abuelo está llorando. "¿Por qué lloras, abuelo?" Y entonces se acerca hasta él y con sus pequeñas manos elimina todo rastro de tristeza en su rostro.