Capítulo 6: En la oscuridad

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Hoyuelo observaba a Reigen conversar con su cliente por teléfono, sosteniendo el dispositivo entre su oreja y el hombro mientras tomaba nota.

Aquel cliente era dueño de unas bodegas abandonadas al oeste de la ciudad. En días pasados se había comunicado con el falso psíquico para darle los detalles del caso. Ese sería el único día que el cliente estaría en el país y Reigen no quería perder la oportunidad con un negocio grande y lucrativo. Sólo tenía un problema: Sus subordinados estaban de licencia. Pensó en Mob y, sin embargo, probó suerte primero con Serizawa quien tenía el teléfono apagado. Fue entonces cuando marcó el número del azabache.

—Shigeo se va a molestar contigo.

Reigen lo ignoró mientras escuchaba la voz de la operadora. Intentó un par de veces más hasta lograr que el chico le contestara.

—Maestro, ya le he dicho que no me llame de la nada.

—Mob, necesito que vengas. Tenemos un trabajo importante. ¿Recuerdas el caso de las bodegas abandonadas?

—Maestro Reigen, hoy es mi día libre...

—Vamos, Mob. Después podemos ir a comer ramen y tendrás doble ración de cerdo.

—No. Usted es el auto proclamado psíquico número uno del siglo, podrá arreglárselas sin mí. Adiós.

Eso le dolió. El tono de colgado le retumbaba en la cabeza. ¿Cómo se le había ocurrido chantajearlo con ramen? Se sentía como un tonto. En el fondo era consciente de que usaba el caso como excusa para estar con Mob porque sabía muy bien que en su grupo de amigos había una chica de su edad y se sentía amenazado. Además, quería verlo.

—Hoyuelo—ni siquiera lo vio a los ojos—. Vamos a visitar al cliente.

El espectro no se negó, obedeciendo las órdenes de Shigeo de ayudar a Reigen en su ausencia. Llegaron en taxi hasta el sitio donde el dueño les abrió, negándose a entrar. Hoyuelo guió a Reigen a través de las bodegas hasta la del fondo, la más grande. Aún había luz natural, que se filtraba por las ventanas ubicadas cerca del techo de la edificación que olía a humedad y tenía una gruesa capa de polvo acumulada sobre las superficies. Sin imaginarse lo que le esperaba, el mayor temor de Reigen eran las cucarachas y una vez más, extrañó a Mob.

—Reigen, deberíamos irnos. Este lugar tiene una energía maligna muy concentrada.

—¿Acaso tienes miedo?—bromeó, pero la expresión seria del espectro le preocupó—. Sólo echaremos un vistazo. Si es muy peligroso, volveremos otro día, con Mob.

Sin embargo, no hubo tiempo de dar marcha atrás. En cuestión de minutos se vieron rodeados de una gran cantidad de espíritus malignos que atacaban directamente a Reigen. El falso psíquico trató de defenderse usando sal mientras Hoyuelo devoraba a los que se acercaban demasiado, pero los superaban por mucho. Aquellos espíritus robaban poco a poco la energía vital de Reigen, debilitándolo.

—¡Llama a Shigeo!—gritó el espectro ante la urgencia de la situación—. ¡Estos espíritus son demonios!

Mientras corrían buscando refugio dentro de la bodega, Reigen tomó su teléfono y le insistió a Mob una y otra vez recibiendo como respuesta una grabación que indicaba que el otro teléfono estaba apagado. Reigen ya no podía más y, antes de caer ante los espíritus, fue poseído por Hoyuelo quien explotó toda la fuerza del rubio en afán de sacarlo de allí con vida. El espectro verde intentó llamar también a Shigeo y luego de tres intentos lo logró.

—¡Hasta que por fin contestas!

—¿Hoyuelo?

—¡Shigeo! ¡Ven pronto! Reigen no soportará mucho...

No me dejes soloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora