•Extra 3•

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Uenoyama sabía que ese día llegaría tarde o temprano

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Uenoyama sabía que ese día llegaría tarde o temprano.

Sin embargo para él llegó demasiado pronto y no sabía cómo sentirse.

Hoy era el primer día de escuela de Eiji y estaba al borde de las lagrimas (literalmente).

Su pequeño bebé de tres años caminaba de la mano de Mafuyu con un sonrisa enorme, su pequeña mochila verde sobre los hombros, su peluche de panda bajo el brazo y su uniforme perfectamente planchado y limpio.
Eiji estaba más que emocionado de ir a la escuela porque tendría muchos amigos para jugar y aprendería cosas nuevas y divertidas.
Mafuyu había hablado con él hace algunos meses y había convencido al pequeño de que la escuela era un buen lugar.

Uenoyama sabía que ir a la escuela era importante y que Eiji estaba en la edad pero él aún lo veía muy pequeño ¿qué tal si se lastimaba jugando? ¿O si lo molestaban? ¿O si no hacía amigos?

Él de ninguna manera quería que su pequeño sufriera y por eso estaba muy inquieto.

De pronto, la entrada de la escuela apareció frente a sus narices donde un montón de padres, que llevaban a sus hijos de la mano, los entregaban a las maestras para que los llevaran a su salón.

Uenoyama tuvo que tragarse el nudo que se formó en la garganta.

—Ya es hora, mi amor—Mafuyu se pone a la altura de su bebé y le arregla el cabello un poco—Pórtate bien y diviértete mucho, tu papá y yo te esperaremos en la salida ¿sí?

—Sí, papi—asiente el niño dándole un abrazo y después se acerca al alfa que lo levanta del suelo para dejarle muchos besos en las mejillas—No, papá, hace cosquillas.

—Mi bebé ya es un niño grande—Uenoyama mira a Eiji y le deja un rápido beso en la frente—Se un buen niño ¿si? Y has muchos amigos.

—Vale.

Uenoyama, con pesar, deja al niño en el piso y se lo entrega a la maestra para que se lo lleve a su aula.

Eiji se despide de ellos con su mano y entra muy feliz.

Es tan duro verlo partir.

—¿Uenoyama-kun? ¿Estás llorando?

El alfa se lleva las manos a las mejillas y ahí cae en cuenta de que, efectivamente, está llorando.

Sin más abraza a Mafuyu y se esconde en su cuello soltando más lagrimas.

—Es...que...creció tan rápido—dice entre sollozos—Desearía que fuera un bebé por siempre.

Mafuyu le acaricia la espalda para reconfortarlo—Lo sé, a mí también me duele mucho. Parece que fue a ayer el primer día que lo tuve en mis brazos y ahora se fue a la escuela.

El alfa lo abraza con más fuerza y no se separa hasta que se calma un poco.

—Te amo Mafuyu—suspira acariciando la mejilla del omega—Gracias por permitirme estar a tu lado y al de Eiji.

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