Capítulo 40. Del cómo sostener una relación a distancia

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¡Incluso tienen un maldito campo de equitación!

Razonable, considerando que tienen equipo de polo.

Recargo mis antebrazos sobre la cerca del hipódromo y respiro profundamente mientras veo los caballos galopar, con sus respectivos jinetes. Una sonrisa se escapa de mis labios cuando veo un pequeño potrillo en una esquina, tratando de levantarse, pero la sonrisa desaparece cuando una nube de polvo se levanta justo en frente de mi, ahogándome.

Segundos después, cuando la tierra se disipa, distingo al responsable.

—Lo siento, no te vi —alzo la vista al escuchar la disculpa. Frente a mi, encima de un hermoso caballo y luciendo un uniforme que seguramente cuesta más que mi riñón, está un chico de llamativos ojos miel, sonriéndome—. No deberías acercarte tanto a la pista, podrías lastimarte.

Muerdo el interior de mi mejilla, avergonzada.

—No lo sabía —mascullo.

—Asumo, entonces, que eres nueva —responde, bajando del animal y acercándose a mi, con un casco entre sus manos. Una vez está lo suficientemente cerca, vuelve a sonreír y estira su mano en mi dirección—. Valentin Birdwhistle, es un placer.

Hasta su apellido suena costoso.

—Dylan —respondo, estrechando su mano.

—Y Shawn —agrega el castaño, uniéndose a la conversación al abrazarme por los hombros. Una sonrisa adorna sus labios y aunque para el ojo inexperto podría resultar una sonrisa inocente y encantadora, para mí grita "territorial".

—¿Su hermano? —indaga el desconocido, alternando su mirada entre el castaño y yo.

Shawn sonríe.

—El novio.

Si el ambiente era denso hace dos segundos, justo ahora se puede palpar la tensión en el aire. Ambos chicos se sonríen mutuamente, sin una sola pisca de sinceridad, lo cual solo vuelve más incómodo el momento. Por suerte, Valentin es llamado por uno de sus compañeros y se despide antes de volver con el resto del equipo, permitiéndome respirar, nuevamente, con normalidad

—Llevas aquí quince minutos y ya hiciste una disque amistad con el capitán del equipo de polo —comenta Alekai, acercándose a nosotros con el resto de mis amigos.

—Si, bueno, su novio es el capitán del equipo de lacrosse, volleyball, soccer, hockey y fútbol americano —acota Shawn, haciéndose notar. Una sonrisa se escapa de mis labios cuando veo el disimulado puchero que amenaza con formarse en sus labios—. ¿Y qué es eso de polo? ¡Ni siquiera es un deporte!

—Qué tú no sepas jugarlo no significa que no sea un deporte —agrega Quentin.

—¿No puedes apoyarme por una vez? —cuestiona el castaño.

—El día que digas algo sensato, por supuesto.

Ambos chicos comienzan a discutir como dos críos, pero estoy tan acostumbrada a ello, que ni siquiera intento separarlos. Las comisuras de mis labios se alzan hacia el cielo mientras los veo empujarse —inofensivamente, creo— y una molesta sensación de nostalgia comienza a apoderarse de mi pecho cuando caigo en cuenta de que además de extrañarlos individualmente, también extrañaré su caótica dupla.

—¿Estás llorando? —inquiere Alekai, provocando que todas las cabezas se giren en mi dirección.

Frunzo el ceño y niego con mi cabeza, pero cuando siento un ardor en mis ojos, entiendo que estos están lagrimeando, contra mi voluntad.

—No es a conciencia, así que no cuenta...

Mis palabras quedan en el aire, pues antes de que pueda terminar mi excusa, los brazos de Raegan Maxwell me envuelven, seguidos de los de Quentin Harrison, Matthew y finalmente Shawn Salvatore. Las lágrimas recorren indiscretamente mis mejillas, y aún si estoy llorando, una amplia sonrisa adorna mis labios. Los extrañaré demasiado, pero soy consiente de que no es la última vez que los veo, y eso basta para sentirme agradecida.

Dos pasos atrás, ShawnWhere stories live. Discover now