𝐭𝐮𝐧𝐚 𝐭𝐮𝐧𝐚 | 𝐣𝐮𝐣𝐮𝐭𝐬𝐮 𝐤𝐚𝐢𝐬𝐞𝐧 𝐛𝐮𝐥𝐥𝐬𝐡𝐢𝐭

♡︎. Iɴᴜᴍᴀᴋɪ Tᴏɢᴇ

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   Declararse en el día de San Valentín parece romántico, pero nadie habla de los riesgos.

   Empezando por todos los parques llenos de parejas felices contemplando que te has sido rechazado hasta las viejas chismosas que van por ahí contando tu desgracia.

   Ahora imagina que para comunicarte con una persona solo puedes escribirle para hacerle oraciones con sentido, y si tienes que hablar no puedes usar más que ingredientes de onigiris. Las cartas románticas ya están muy vistas así que como no te declares por md poca cosa puedes hacer.

   Esos eran los pensamientos que estaban matando a Toge. Y no terminaban en la declaración, ya que no sabía que podría hacer si (N) le llegaba a decir que sí. ¿Sería muy pronto para un beso? Pero darle un abrazo sería raro.

   Las palabras de Gojou resonaban por alguna parte y dándole una mínima esperanza: «No le tengas miedo al éxito enano»

   Decidido, se levantó con brusquedad de su escritorio y se dirigió a tu cuarto. Tocó la puerta con algo de brusquedad y siguió con ese carácter de líder de tribu hasta que se dió cuenta de que no sabía que más hacer y no podía volver atrás.

   Se empezó a asustar y las manos ya le estaban sudando.

   « Ni aunque quisiera le puedo pedir sal, ¿qué hago?»

   — Estas muy rojo, ¿te encuentras bien, Inumaki-senpai?

   Ese fue el detonante. Ese senpai le conectó dos neuronas e hizo lo único que podía en esos momentos para que ella se diera cuenta de sus sentimientos.

   La cogió de la nuca y de forma brusca acercó su cara a la suya. Intentó darle un beso, pero salió mas bien como un cabezazo.

   En este punto él ya se había desconectado del mundo, sentía que podía morir y sería feliz. Acababa de cagarla con la chica de sus sueños, en San Valentín y rezaba para que no hubiese nadie presenciando la escena.

   Subió el cuello de su chaqueta para que le tapara toda su cara y se fue por el pasillo temblando.

   No contó con que (N) lo frenaría, le bajaría la cremallera y, ahora sí, tendrían un beso en condiciones.

   — Vayamos a por un gofre — dijo ella al separarse.

   Estaban abrazados y se miraban a los ojos, sonriendo mutuamente sonrojados.

   Después de todo, la declaración no salió tan mal.

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