I

951 118 52
                                    

Con todo el alboroto que hay en la clase, Hitoshi no puede concentrarse en la tarea. Bokugo está gritando algo desde la otra punta del salón y Mina le está respondiendo desde la esquina contraria, Sero está tocando el ukelele (¿por qué demonios siempre llevaba el ukelele a todos lados?) y Kirishima está intentando cantar algo que suena horrorosamente mal. Encima, sus amigos no ayudan mucho a calmar los ánimos, porque Midoriya y Tenya están discutiendo sobre un juego que salió al mercado hace poco y Uraraka está cogiéndole algunas trencitas a Todoroki, haciendo que el resto de la clase esté partiéndose a carcajadas mientras que el bicolor parece estar quedándose dormido mientras la chica le toca el pelo.

Ese tipo de situaciones no las suele llevar muy bien. Como siempre ha sido alguien muy sensible con lo que le rodea, Shinso no soporta la mayoría de los ruidos. Normalmente no suele tener problema en clase porque sus compañeros siempre han sido comprensivos, pero en esa ocasión en la que el profesor ha salido para ir a una reunión importante dejándoles solos, la cosa de ha descontrolado un poco.

--Midoriya... creo que voy a la enfermería a descansar un rato

No pasa ni un segundo para que el nombrado le mire preocupado y deje de lado la conversación que estaba teniendo. Shinso sabe que es porque ese es el primer día que vuelva a clase después de haber estado dos días quedándose en casa "enfermo". Sus amigos han adoptado una actitud protectora con él en ciertas ocasiones porque se piensan que es alguien con una salud muy, pero que muy frágil (y a ello no ayuda su pálida piel o sus ojeras naturales). Y Shinso, aunque se siente un poco mal por mentirles, sabe que no puede decirles que, en realidad, esos dos días se los pasó tumbado en su cama ronroneando y durmiendo largas siestas.

--¿Quieres que avisemos a Aizawa-sensei? --pregunta Iida levantándose de su asiento estrepitosamente y llamando la atención del resto de la clase.

Hitoshi niega un par de veces avergonzado por ser el centro de las miradas, y pone rumbo a la puerta restándole importancia. Bajo la mirada de todos se gira y saca el móvil de su bolsillo, agitándolo para hacer énfasis en él.

--No te preocupes, le voy a mandar un mensaje ahora --para cuando cierra la puerta a sus espaldas el silencio ya ha vuelto al salón.

Hitoshi sabe que ha tenido suerte de que sus padres fueran profesores (y puedan darle clases en casa para que no se quede atrás), porque entonces no sabe cómo hubiera conseguido tener un expediente académico tan impecable cuando no hay ni un solo mes en el que asista al instituto todos los días. Una parte de él siente que está haciendo trampas, pero es lo que hay. Siempre acaba estúpidamente convertido en gato por cualquier cosa (suele ser cuando pierde los nervios o cuando está sometido a un sentimiento demasiado fuerte) y por obvias razones se le hace imposible asistir a clase durante ese período por mucho que él deseara hacerlo. Ni siquiera sus mejores amigos saben la verdadera razón de sus ausencias y es mejor que sigan creyendo que tiene algún tipo de enfermedad algo delicada a que sepan que, literalmente, se convierte en gato cuando se le cruzan un poco los cables (a Aizawa nunca le gusta ni un pelo que use esa expresión, pero cada vez la piensa más)

Si su padre tenía razón, esas transformaciones tenían los días contados. Y ese era un hecho que todavía no había sabido cómo afrontar. Su vida parece sacada de una película mala, pero ya se ha acostumbrado a todo lo que conlleva, desgraciadamente.

Cuando llega a la enfermería se tumba en una de las camillas mirando el blanco techo.

La última vez que acabó en su forma felina fue durante el festival escolar, hace unos días. La música hacía retumbar su estómago y vomitó en par de veces en el baño de los chicos; las voces del resto estudiantes se le metieron debajo de la piel y tiraron ella hasta el punto en el que le picaba y, por si fuera poco, perdió de vista a sus amigos y terminó completamente solo en el centro de un huracán de risas, música, gritos y, básicamente, todo lo que no soporta.

meow | shinkami Donde viven las historias. Descúbrelo ahora