El Dios que no comprendía

14 3 2
                                    

El Dios de la discordia volvió a la tierra tras un largo, largo tiempo.

Estudió los parajes vacíos, las metrópolis, examinó los rascacielos y peinó los pueblos deshabitados con la mirada.

Parpadeó con sus ojos llenos de mar, tormenta y fuego. Sabía que estaba mirando su creación, pero sentía que nada de ella se parecía a lo que había ideado alguna vez con sus canciones.
El Dios de la discordia, siendo imperfecto, había tratado de crear algo distinto a la destrucción, distinto a las estrellas y su ciclo cruel. Había hecho mil pruebas, más de las que le gustaría admitir, solo para llegar a esa forma de vida.

Pero su preciada creación era imperfecta, imperfecta como él mismo. Cuando se fijó en el desarrollo de las vidas dentro del planeta de forma individual, se percató con horror que había vuelto a crear estrellas de muerte rápida, de diferentes formas y desarrollos diferentes, pero estrellas crueles al fin de al cabo.

Las plantas, su creación más estable, producían sustancias para dar finales espantosos a las otras formas de vida.

Los animales mataban plantas y a otros de los suyos.

Los insectos se devoraban entre sí y algunos de ellos asesinaban sin piedad a seres muchas veces más grandes que ellos con ayuda de toxinas letales. Su existencia era efímera, nacían, mataban y luego morían.

Y los humanos... Oh, los humanos. Los humanos, tal como los animales, se mataban entre sí. Disfrutaban del sufrimiento ajeno al punto de tomar las toxinas de otras vidas para asesinar a los suyos.

Pero no se contentaban solo con matarse entre ellos. No. Los humanos destruían tanto como podían, tanto plantas como animales e insectos, guiados por conceptos únicos de su especie.

El Dios de la discordia trató de entender a los humanos. Les preguntó sobre el significado del dinero, de las razas, puesto que a sus ojos todos se veían iguales, sobre el significado de la recurrente palabra "amor".

Pero la humanidad no supo responderle.

Entonces el Dios de la discordia encontró a ciertos humanos considerados defectuosos por los suyos.

Cuando los descubrió, se llevó las manos al pecho, atacado por un punzante dolor que tornó su piel roja.

Estos humanos no querían vivir. No querían seguir brillando, si no que esperaban el convertirse en agujeros de oscuridad. Estos humanos sufrían constantemente, como si hubieran toxinas en sus cuerpos.

Dios los tomó entre sus manos azules, lágrimas doradas surcando su rostro nublado.Les preguntó a estos humanos por qué rechazaban todo el trabajo que había puesto en ellos.Y cada uno de los humanos respondió una cosa, haciendo que los lamentos se mezclasen entre sí en un llanto indescifrable, dejando al Dios sin una respuesta.

Y aun así, el Dios de la discordia los apretó contra su pecho y los consoló, esperando que sus preciadas creaciones que todavía podían ser salvadas no murieran.

"No desaparezcáis todavía." - Lloró el Dios. - "No me dejéis solo."

One-shots 2021Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu