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El rubio pasó el resto del día dando vueltas por el edificio, explorando cada rincón de su nuevo hogar, cuando escuchó a su jefe hablar con alguien

-Entonces dices que quieres entrenarle?

-afirmativo...

-pero si el muchacho no pudo ni mantenerse consciente.

-Clara, era su primer día, bastante hizo metiéndose a esa caseta.

-... está bien... Pero lo entrenarás tu?.

-claro que lo haré yo, es mi aprendiz, genia.

-esta bien. Tienes el local durante 4 semanas.

-gracias clara.

Entrenarle a el? Su jefe creía que había hecho suficiente con solo entrar?

...el rubio había conseguido la compasión de su jefe, ahora iba a conseguir su orgullo, iba a lograr que el mayor se sintiese orgulloso. En agradecimiento por confiar en el, e iba a esforzarse al máximo por aguantar su siguiente misión.

Escuchó los pasos del azabache cerca así que volvió a sus asuntos

Escuchó unos golpecitos en la puerta

-estas ahí McKagan?

-pase! -stradlin pasó y se sentó al lado de Duff.

-se que es día libre, pero quiero que me acompañes en una nueva misión

-el resto van a venir?

-no vendrán, quiero formarte a ti, ellos ya son profesionales.

El rubio asintió.

-esta bien, agarra una navaja y vámonos.

McKagan agarró su navaja y marchó junto al azabache, este estaba completamente hecho un lío, entrenar a Axl, Slash y Steven fue similar a como estaba siendo con Duff, pero no podía evitar las ansias de ayudarlo, quería que el muchacho estuviese bien.

Esto dañaría su reputación, pues él era un hombre frío, sanguinario, insensible e indescifrable.
Pero aquel muchacho lo estaba ablandando... Y en cierto modo, eso le gustaba.

-hemos llegado. -ambos bajaron del coche, el lugar era solo un lago cristalizado por el frío hielo de Febrero.

-veras Duff... Quiero que sepas que no todo en este trabajo es quitarle la vida a personas inocentes...somos asquerosas ratas... Pero las ratas también necesitamos saber que nos guardan las espaldas a veces, también nos gusta estar entre amigos, familia... Nosotros no asesinatos por placer, sino por necesidad.

La mirada del rubio se concentraba en los labios del azabache, analizando cada palabra que salía de ellos.

- los primeros días son jodidos, pero... Tus compañeros y yo vamos a ayudarte. Vamos a enseñarte el oficio y vas a estar a salvo, no permitiré que te suceda nada.

El Rubio sintió la necesidad de abrazar a su jefe y así lo hizo, un chispazo recorrió el cuerpo del azabache, quién finalmente acepto el abrazo y acarició con molestia el cabello de su aprendiz.

-ya basta Duff, solo quería traerte aquí para que te relajes, verás que mañana todo irá mejor.

Y así fue, día tras día el rubio iba mejorando, creando su propia técnica que consistía en muertes rápidas y su marca personal, una sonrisa de oreja a oreja dibujada a punta de navaja.

El rubio fue haciéndose al oficio, haciendo al pelinegro sentirse orgulloso.

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