—¿JungWonie? ¿Estás bien? —sus manos fueron hasta sus mejillas acariciándolas con sus pulgares—. Bebé respondeme.

Pero de su boca no salió ningún sonido, en su lugar sus ojos se llenaron de lágrimas las cuales empezaron a caer mojando su rostro. Jay se alarmó y trató de limpiar cada gota que caía de sus preciosos ojos.

—Bebé no llores, perdóname si hice algo mal pero ya no llores más —pidió en un susurró.

JungWon negó varias veces, tomó al otro de la camisa para empezar a apretarla.

—H-hyung... me gusta m-mucho —soltó entre sollozos—. En verdad me gusta mucho.

Cuando lo escuchó, Jay no pudo hacer más que abrazarlo. Lo apretó contra su pecho como si no quisiera soltarlo nunca. Nunca unas palabras lo había alegrado tanto, incluso sintió sus ojos humedecerse.

Aunque todo su cuerpo decía que no lo hiciera, se separó de JungWon para verlo a los ojos. Quería que supiera la sinceridad de lo que iba a decir.

—Tu también me gustas Wonie, mucho —sonrió y agregó—: creo que incluso puedo decir que te amo.

Eso solo empeoró la situación del más pequeño causando que más lágrimas saliesen de sus ojos. A Jay solo se le ocurrió una idea para que dejara de sollozar.

Tomó su mentón para volver a besarlo. El efecto fue inmediato, JungWon se detuvo y esta vez si correspondió, con algo de torpeza al ser su primer beso. Bueno, su segundo en realidad.

Fue como si un interruptor que se mantenía apagado de encendiera de repente, como si hubiese miles de fuegos artificiales en sus estómagos, porque ya no eran mariposas lo que sentían, sus corazones latiendo con rapidez, llenos de una felicidad que no podían explicar.

¿Aquello era amor? ¿Cómo podrían saberlo? Eran inexpertos, pero no les importaba, se sentían demasiado bien como para pensar en ello.

Por fin todas las piezas caían en su lugar.

En toda bonita historia de amor siempre estaba aquel terrible enemigo. El aire.

JungWon jamás sintió la necesidad de odiar tanto algo.

Pero tampoco se alejó mucho, permaneció con sus frentes juntas simplemente mirándose, con sus sentimientos totalmente expuestos.

—¿Bebé? —llamó en voz baja, como si se tratara de un secreto.

—¿Si? —dijo en el mismo tono.

—¿Quisieras ser mi novio?

Risas. Eso fue lo que salió de los labios del menor. Sus manos rodearon el cuello del rubio y sonrió ampliamente.

—No tienes que preguntarlo Hyung, estoy tan enamorado de ti que no creo poder decirte que no a nada —sonrió ocultando su rostro en el cuello contrario soltando pequeñas risas.

—¿Pero que dices? —Jay alzó su mano para pasarlas por el suave cabello de JungWon—. Tu me tienes en la palma de tu mano, haría todo lo que quisieras sin dudarlo.

JungWon se movió para sentarse en el regazo de su Hyung en una posición más cómoda, todo sin dejar de abrazarlo. En silencio, metidos en su propio mundo, se quedaron ahí por lo que parecieron horas. Pero no querían moverse, se sentían cómodos así, uno con otro.

Claro que no podía faltar aquel que interrumpía ese precioso momento. Toda la burbuja se fue cuando el teléfono de Jay empezó a sonar. Frunció el ceño y lo sacó de su bolsillo leyendo el nombre de su mejor amigo ahí.

—¡Park JongSeong! —gritó dejando sordo al pobre chico en el proceso cuando atendió la llamada—. ¡Quiero saber si tengo que organizar una fiesta o ir a comprar helado y preparar las canciones tristes! ¿Lo lograste?

♡ ¡te pago! ; jaywonWhere stories live. Discover now