—Un gran día. –repitió Axel, no creyéndolo en absoluto. Edgard y él se miraron por un segundo más. Y pareciéndole tremenda y completamente ridículo, agregó. –Presidente.

Edgard sonrió y asintió, conforme con el trato.

Así siguió, con cada uno de los presentes, aunque como eran pocos, no demoró demasiado. Apenas estaba Axel, Mark, Claude y Scarlette que no paraba de ver sobre su hombro y revisaba su celular cada segundo.

Los ojos de Axel cayeron en la mujer que seguía a Tessa en silencio. El cabello blanco detrás de ella sujeto en una coleta alta, sus ojos grises y sin color. Le recordó a Shawn, pero...no. Shawn poseía calidez en su mirada, una sonrisa amable y a Axel no le daba escalofríos mirar a Shawn.

Esa mujer le daba la sensación de querer irse en dirección contraria y de jamás cruzarse en su camino.

Vesta lo miró y Axel sostuvo el aliento, pudo haber jurado que sintió un aire frio en su nuca hasta que la mujer dejo de mirarlo, desechándolo por completo con un desinterés evidente e insultante.

Edgard se sentó en la principal silla del balcón exclusivo para ellos del estadio. Tenían la mejor vista desde ahí a través de una gran ventana de cristal.

Deberían poder ver todo desde ahí. Como serían las pruebas de los jugadores novatos, quienes accederían a ellas. A qué equipos pertenecerian.

Axel suspiró y tomó su lugar con el resto del grupo.

—Basta, Scarlette. –susurró Edgard. –No ocurrirá nada.

Axel escuchó a la inglesa resoplar mientras se abanicaba con una mano.

—Más te vale. –murmuró nerviosa. –porque si Sofía queda huérfana, te juro que te haré la vida miserable en el infierno.

—Creo. –dijo suavemente Tessa, sus palabras flotando con una suavidad etérea. –que hacer miserable a las almas del infierno es el trabajo de otro. Aunque quizás puedas ocupar su lugar sin problemas.

Scarlette chasqueó su lengua. Axel sonrió.

¿Confiaba en que Tessa los mantuviera a salvo? Si. No. Quizás, pero estaba extrañamente tranquilo con la idea.

—Así que tú eres aquella chica de la que hablaron mucho tiempo. –dijo Claude. No hablo fuerte, pero aquel espacio del balcón tenía un gran eco gracias al pequeño grupo de personas que estaba ahí. –Soy Claude.

Los ojos de oro de Tessa lo observaron por el costado.

—Claude Beacons. –repitió. –Imagino que eres otro jugador de fuego.

La sonrisa engreída de Claude hizo que Axel hablara.

—Solo hay un jugador de fuego. –señaló con un tono cortante, ganándose una mirada de Mark y Edgard. Scarlette simplemente le enseñó el dedo del corazón disimuladamente, sin que Edgard la viera.

Hubo. –corrigió Claude con un brillo de diversión en sus ojos. –Pero si, también me divertían las cosas calientes.

El doble sentido y la clara intención casi hizo reír a Axel. ¿De verdad Claude Beacons estaba coqueteando con Tessa?

—Entonces supongo que ya no. –comentó Tessa, indiferente. –Eres entrenador, entonces.

Claude estaba a tres sillas de distancia de Tessa. Y estaba a la izquierda de Axel, así que el sintió como Beacons se reclinó ligeramente hacia delante para ver directamente a Tessa.

—Sigo jugando con la compañía correcta, claro. –el tono sugerente de la voz hizo que Axel casi rodara los ojos. –Si te gustaría verlo, podríamos reunirnos mañana.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Where stories live. Discover now