Capitulo 20

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Cuando llego a mi habitación cansada, Dan entra conmigo y cierra la puerta detrás suya.

-          ¿Dan? -  pregunto cuando veo que se quita la camiseta, enseñándome su abdomen perfectamente esculpido.

-          Tengo calor – bufa lanzando la camiseta a la cama.

Me apoyo en la pared mareada, observando a Dan caminando de arriba abajo, pasándose una mano por el pelo negro, frustrado.

Cierro los ojos cuando sus pasos empiezan a dejar de sonar, al volver a abrirlos, solo una mancha negra cubre mi visión.

Al cabo de unos segundos vuelvo a ver formas, y me sobresalto al ver a Dan parado enfrente de mí, con una mano a cada lado de mi cabeza.

Esta agachado para poder mirarme directamente a los ojos. Refunfuño interiormente ante esto.

-          No vuelvas a hacer algo así – susurra, se agacha mas si es posible, y esconde la cara en mi cuello.

-          ¿El qué? – el muerde mi cuello con fuerza a la altura de la clavícula – ¡Maldita sea Dan!– le grito tratando de empujarle, pero el agarra mis muñecas dejándolas por encima de mi cabeza – ¡Vas a dejar marca! – exclamo cuando noto que succiona la piel en la misma zona donde había mordido.

Maldigo mientras cierro los ojos y miles de sensaciones acuden a mí.

-          De eso se trata, guapa – se estira de nuevo en toda su longitud y me inmoviliza con sus caderas contra la pared, soltando mis brazos, y cogiendo entre sus manos mi cara – de marcarte como mía.

Me besa lenta y explorándome, abre con su lengua mis labios cerrados, y cuando las piernas fallan al sostenerme me agarro a sus hombros desnudos, solo tocar su piel provoca que chispas recorran mis manos hasta llegar a mi cuerpo y mandarme descargas al vientre.

Vuelve de nuevo a mi cuello, mi coleta alta le ayuda a poder acceder a él como le dé la gana, y  esta vez no trato de apartarme, a la mierda lo que piensen los demás y a la mierda mis prejuicios, deseo a este chico, y ahora eso es lo último que me importa.

Casi de puntillas para que pueda acceder a mi cuello, inclino mi cabeza, y miles de nervios en mi cuerpo se ponen de punta cuando él me agarra de las caderas, y me sube hasta que logro agarrarme a él con las piernas. Únicamente sostenida por la pared y mi agarre a él, sigue devorando mi cuello y dejando besos en toda esa zona, mientras yo paso mis manos maravillada por su espalda, disfrutando de su tacto.

Busco con urgencia su boca, y él no tarda ni un minuto en encontrarme. Agarro su cabeza entre mis manos, y él hace lo mismo, agarrando mi coleta con un puño, tirando de ella hacia atrás, y dejándome el cuello expuesto a su mirada de nuevo.

Me muevo sobre él, frotando su entrepierna, y mi pequeño orgullo interno sonríe al ver que crece un bulto. ¿eso es lo que querías, no? Pues lo tendras.

Pero mi diversión se acaba cuando miro sus ojos, mierda.

La pantera le esta dominando, el mira mi cuello con deseo y vuelve a atacarlo con brusquedad, mi espalda se arquea ante el dolor y el placer que me provoca este tío.

Daniel Brooks.

Tira de nuevo de mi coleta, y yo comienzo a asustarme cuando un gruñido poco humano sale de su garganta, casi puedo notar como su cuerpo vibra debajo del mío.

Un grito de sorpresa sale de mis labios cuando  el agarra mi camiseta, y me la arranca de cuajo, como si de simple papel se tratara. No quiero esto, él no sabe lo que está haciendo.

-          Dan – susurro con dolor, pero en respuesta solo recibo un nuevo tirón por su parte. Los besos que antes dejaba lentamente y suaves sobre mi cuello, ahora van descendiendo hasta mis pechos, todavía aprisionados por mi sujetador. – para…

El comienza a mover su entrepierna contra mi en silencio, simulando embestidas. Vuelvo a mirar a sus ojos, que ya no son suyos, totalmente oscuros, que transmiten deseo y algo mas oscuro que el no puede llegar a controlar: su animal.

Mientras muerde mi cuello y me marca de nuevo con fuerza al ritmo falso de sus caderas, una lágrima se escapa entre mis ojos por impotencia.

Dan POV

‘Algún día no voy a poder controlar mi instinto. Y ese día la pelirroja lo va a pasar muy mal.’’

Esas palabras resuenan secas en mi cabeza, una neblina cubre mis pensamientos, y no sé que estoy haciendo.

‘’Ana’’ susurra mi bestia interior.

-          Mía – gruño.

Carne se encuentra debajo de mis labios, y su aroma es embriagador para mis sentidos. Nubla mi sentido comun y me hace quedarme ciego ante lo que hago. Muerdo ese pedazo de piel con ese aroma tan excitante, y un simple sabor nuevo me hace volver a la realidad. Una lagrima se cuela entre el espacio que queda entre mis labios y la piel nueva.

Me separo rápidamente de ese trozo pequeño de pecado y miro hacia arriba, donde Ana llora silenciosamente, con la cabeza echada hacia atrás contra la pared.

Volviendo a mis sentidos, dejo de moverme contra ella y suelto lentamente su pelo, que se escurre entre mis dedos como un deseo olvidado.

El cuello que antes besaba ahora esta rojo, y las marcas de mis dientes se remarcan sobre su piel con demasiado contraste.

La bajo lentamente al suelo, desenganchando sus piernas de mi cintura, ¿y su camiseta?

Rabia corre por mis venas de un segundo a otro, rabia por mí mismo, rabia por mi pantera, por mi instinto y por mi poco sentido comun.

¿Cómo he podido hacerle yo eso a la chica que quiero, como?

Ella me mira con lágrimas en los ojos y el peor dolor del mundo me recorre cuando descifro el mensaje de su mirada: odio y miedo.

No, no. ¿Por qué?

-          Dan – dice ella cuando ve que me quedo como un tonto parado enfrente de ella, por su rostro aun corren lágrimas, pero sus ojos ya están limpios y secos.  Me acerco con temor a que huya y limpio con dulzura su rostro.

-          Lo siento – susurro, y para mi sorpresa ella me abraza, su pequeña cabeza a penas me llega por el pecho.

La mantengo con fuerza contra mi cuerpo, espero que nunca huya.

-          Te quiero – suelto casi en silencio.

-          Y yo a ti – sus palabras me dejan absortas, ¿Cómo mantienes la dulzura, pequeña Ana? – pero no vuelvas a hacer algo así, por favor.

-          Lo siento – vuelvo a decirle al oído – no quiero perderte.

Sus brazos me abrazan más fuerte.

-          Nunca lo harás – me dice – pero contrólate –  de repente se separa y me golpea con su puño el abdomen, dejándome dolorido pero divertido.

-          Me es difícil contigo al lado – sonrió y beso su cuello, justo donde un mordisco empieza a ponerse rojo.

Al menos la he marcado, y he dejado mi olor en su cuerpo.

Ella va hasta su cama y me lanza mi camiseta, que me pongo con agilidad.

Abro la puerta y le lanzo una última mirada antes de cruzar el umbral.

-          Dan… - me giro de nuevo para mirarla a la cara con cariño, si supiera cuanto la quiero… - yo también te deseo.

Algo en mi interior se revuelve, será completamente mía.

-          No más que yo a ti, pelirroja, no más que yo a ti – cierro la puerta detrás de mí, y me encamino hacia mi habitación arrepentido, pero más seguro.

Because we canDonde viven las historias. Descúbrelo ahora