EXTRA: El hijo del diablo

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Sonríe y me derrito ¿Cómo puede haber tanta belleza en un ser tan chiquito? ¡Él casi no me regala sonrisas! Solo ríe cuando juega solo, es completamente independiente. Cuando otro niño intentó quitarle sus juguetes reaccionó de una forma magistral, como si realmente llevara en sus venas inteligencia máxima que lo haga brillar.

—Buenos días, superiora. Que el señor bendiga su día.

—Igualmente, Sor Bernarda. Igualmente.—Escucho a lo lejos cómo Sor Bernarda saluda a la Reverenda Francisca y enseguida tomo al bebé de casi dos años en mis brazos para correr hacia el jardín a saludar.

La música cristiana que hay en el patio es peculiar, tocada por violines en una estación de radio local que se dedica al acto religioso. En este lugar todo es como la prehistoria; las monjas no usan televisión, tampoco el chat y mucho menos redes sociales, ellas se conectan al mundo a través de la radio con la que la mayoría de veces pasamos el día.

"Interrumpimos esta transmisión para informar que el estado Italiano promete nueve millones de euros por la captura de la líder de uno de los clanes más importantes de la mafia: Bianca Simone. Se incautaron más de cinco millones de euros en su casa, además de la tenencia y tráfico ilegal de diamantes. Quien sepa de su paradero será recompensado. El estado Italiano sigue persiguiendo a las mafias, lucharemos por un país que brille y no oscurezca. Se los promete su presidente."

La sonrisa de la reverenda se va al igual que la misma Sor Bernarda, quien termina apagando el aparato sin decir más. Jamás las había visto tan incómodas, jamás apagaron la radio de aquella forma peculiar, mucho menos se pusieron tan tensas con algo.

—Quiero verlo ¿Dónde está mi diamante? —exige la superiora.

—En su lugar, reverenda. Descubriendo el mundo.

El corazón le late con fuerza a la mujer del aspa invertida, quien voltea rápidamente hacia mí cuando el pequeño se deshace en mis brazos para jugar. ¡Oh... mier! Es tan pillo cuando quiere que engaña a cualquiera. Pensé que iba a darme un abrazo y solo se soltó, estaba tan preocupada por lo que escuché que no le tomé la atención necesaria.

—El diamante...—busca la mirada del único niño que le importa, el pequeño de ojos azules deslumbrantes, piel blanca y cabello oscuro se hace notar de nuevo al imponer su voluntad.

—Su belleza es deslumbrante—asiente Sor Bernardina.

—Como el mismo demonio—sonríe sarcástica la superiora—, porque del demonio vino.

—Es solo un niño, reverenda. Todavía es inocente.

La monja traga saliva mirándolo sabiendo también que el niño que desata la mirada de todos no es como cualquier otro. Otra novicia le sonríe haciéndole una venia a la reverenda, besando su mano en señal de respeto mientras al acercarse el niño solo se congela sin emitir más emociones. Su mirada es tan seria como hermosa, tan imponente como dulce.

—Dile hola a la reverenda, bebé.—Le hablo a la orejita y este se enfada quedándose serio, tan serio como un témpano de hielo.

Los niños no mienten y al pequeño Ángel diablo no le gustan las mujeres como ella; sin embargo, no se aleja, se queda estudiando cada parte de sus facciones al igual que la mujer de hábito.

—Eres un niño con estrella—asiente irónica—, ojalá dure.

¿Ojalá dure?

—Oye, cariño—le insisto haciéndole un puchero—. Me enseñaste tu sonrisa en la mañana ¿Chis chis? —hago una carita con sus dedos pero se queda serio—Anda, amor, ¿Chis chis?

Peligroso deseo © [2]Where stories live. Discover now