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Seungcheol miró por la ventana y suspiró al ver que estaba atardeciendo y Jihoon aún seguía en el despacho. A primera hora de la mañana, y a pesar de ser su día libre, Jihoon había recibido un aviso urgente del trabajo, notificándole que había habido un imprevisto y que todo su equipo debería trabajar aquel día.
Apagó la televisión, estiró los brazos por encima de su cabeza, desperezándose, y se levantó del sofá soltando un quejido. Llevaba casi todo el día tumbado en la misma postura, y la espalda empezaba a dolerle.
Ya había visto dos películas y había empezado una serie nueva, pero no le apetecía seguir delante del televisor. Se dirigió a la habitación que compartía con Jihoon y, desde el centro de esta, miró a su alrededor, buscando algún entretenimiento. Su mirada se detuvo en un cajón en específico de la parte del armario de Jihoon, y una idea cruzó por su cabeza. Se sentó en el suelo delante del cajón y lo abrió, dejando a la vista numerosas prendas y juguetes que a ambos les gustaba usar durante el sexo.
Empezó a rebuscar entre las delicadas y suaves telas, buscando unas prendas en específico, intentando no desordenar mucho. Sonrió cuando encontró una falda rosa, y sacó también un par de medias blancas de encaje, adornadas con unos lazos del mismo color de la falda a la altura de los muslos.
Dejó las prendas escogidas sobre la cama y empezó a desvestirse. A Seungcheol le encantaba como le quedaban aquellas prendas a Jihoon, pero nunca se había animado a probárselas él mismo. Empezó por las medias, subiéndolas con delicadeza por las piernas, intentando que no se rompieran, y acabó colocándose la falda. Seungcheol se puso frente al espejo y se miró con detenimiento.
Su cuerpo era diferente al de Jihoon, por lo que aquella ropa le quedaba algo ajustada, aunque no terminada de disgustarle. Las medias le quedaban algo apretadas a la altura de los muslos y la falda le quedaba mucho más corta que a Jihoon, haciendo que se le viese la parte más baja de las nalgas, por lo que decidió sacarse también la ropa interior. Se miró desde todos los ángulos que pudo y sonrió con aprobación, aunque sentía que aún faltaba algo. Se sentó de nuevo frente al cajón, sintiendo el frío suelo directamente sobre la piel de su trasero, y siguió buscando, hasta dar con el complemento ideal para aquel conjunto: un plug adornado con una peluda tira que se asemejaba a la mullida cola de un gato.
El plug no tenía un tamaño muy grande, así que esparció un poco de lubricante por toda la superficie y, lentamente, fue apretándolo contra su entrada hasta que quedó dentro la parte metálica. Seungcheol se volvió a colocar frente al espejo y movió el trasero, viendo cómo se movía la larga cola, quedando más que satisfecho con cómo le quedaba todo el conjunto.
En ese momento, una idea cruzó por la cabeza de Seungcheol y, con pasos sigilosos, salió de la habitación y se encaminó con destino al despacho de Jihoon. Con cada paso, sentía cómo el plug se movía ligeramente en su interior, a la vez que su miembro desnudo rozaba con la tela de la falda, haciendo que este empezase a endurecerse.
