Capítulo 2

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Los 41 seres supremos, entidades divinas sin igual, personificaciones majestuosas de la perfección, Ainz Ooal Gown era el nombre para representar esa coalición de 41 entes heteromorficas diferentes, tan distintos como variados en raza y poder, legisladores absolutos de las leyes de la creación misma y mucho más, asesinos de dioses, seres con poder incomparable e incomprensible para cualquier ingenuo y humilde mortal.

Soberanos absolutos.

Los creadores.

Esos eran sus amos, sus maestros, señores a los que debía su completa lealtad y respeto, por encima de todo capricho o convicción personal era un tema sin discusión, el cómo los demás guardianes les debían todo su ser a sus gobernantes, sus fortalezas y debilidades, todo lo que pueda servir a sus preciosos amos en pro de un plan superior, era demanda autoimpuesta por ellos netamente necesario a ponerse a los pies de los seres supremos.

Así es como debería pensar un mero súbdito, un sirviente desechable, sin derecho a contradecir ni opinar, un lacayo servil obediente, uno más de tantos y numerosos que estaba apostados descansando en el hogar de sus dioses, protegiéndolo, resguardando los tesoros de sus amos, esa era su misión, su objetivo, el propósito por el que su luz apareció en el universo por permiso de uno de los maestros, no había tarea más sagrada que les fue encomendada en persona por seres tan magníficos, esa fortaleza subterránea que los vio nacer, defenderla era la razón por la que eran recompensados con el don de existir, era una vida enfocada a servir por siempre.

Y al mismo tiempo los piadosos amos los glorificaban con tener la dicha de estar en su presencia, deleitándose con sus formas, admirando sus magníficas obras (de las que se consideraban parte), atestiguando cuan superiores eran y cuanto más llegaban a ser con cada paso que daban sobre el mundo, la majestuosidad de su sabiduría y habilidad innata de su magia, la destreza con que blandían sus armas, los objetos y armamentos sagrados que creaban como si de tallar en madera se tratase, la minuciosidad e impecable concentración para cada creación, sin errores sin desperfectos, precisos, propia de un dios, no más allá de esa ridícula comparación, los maestros siempre discernían sobre que dios o dioses paganos del exterior sería el afortunado de ver y sentir en carne y hueso su insondable poderío.

La inmensidad de los individuos que los crearon se comprendía de inmediato con el aura que desprendían, más imponente y sofocante que la de un mero dios, ciertamente no calificaban para esa categoría tan baja, iban más allá de la realidad e imaginación misma.

Esa era parte del concepto que tenía cada ser (NPC), fiel subordinado, obediente herramienta destinada a ayudar a sus señores cumplir sus inescrutables ambiciones.

No era diferente para él. En los inicios de su existencia, la ocasión en que la calidez de su vida broto bajo la bendición de uno de los seres supremos, cada que tuvo la oportunidad de vislumbrar en su visión a sus augustos señores, desde su perspectiva y para todo ser inferior debería ser la misma, ahí estaban majestuosos, solemnes, libres de cualquier irregularidad o imperfección, un carisma inconmensurable irradiaba cada una de sus acciones, verdaderamente debería sentirse orgulloso de formar una minúscula parte del lienzo de arte de sus señores.

Así fue desde que recuerda, desde que vio alzarse al completo la gigante e inexpugnable fortaleza de los maestros, la creación desde los cimientos de una tumba renovada e impenetrable, así mismo el diseño y formación de sus nuevos compañeros guardianes. A partir de ahí su interacción con los seres supremos fue reduciéndose, hasta considerarse muy limitada, ya que los planes de los maestros seguían varías direcciones y muchos objetivos, fue necesariamente relegado a adoptar una nueva posición en el innovador y espeluznante octavo piso, a espera de nuevas disposiciones de sus superiores. Encerrado en la oscuridad junto a otros, pacientemente aguardando el momento en que fuera llamado, cuando sea útil, cumpliendo rígidamente su papel como guardián al igual que el resto de NPC, así pasaron los años, respirando y luchando en favor de la gran tumba de Nazarick, añoraba ese pasado desde aquel día, en los que su vida si iluminaba de alegría por servir lo mejor que pueda a los creadores.

Overlord Volumen 1: Nuevas entidades, nuevas amenazasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora