EXTRA: Los celos de Virginia

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Dallas no solía ser un niño grosero

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Dallas no solía ser un niño grosero. Por lo contrario, todo el tiempo era dulce y cariñoso conmigo. Pero había algo que había cambiado. Algo con él desde hace un par de días, justamente cuando Sasha llegó junto a su familia a instalarse aquí en casa.

Era bastante extraño, y tal vez era debido a que estaba muy mal acostumbrada a tenerlo todo el tiempo detrás de mi que, al sentir que no le interesaba en lo más mínimo lo que hiciera me hacía sentir... Como si mi bebé estuviese creciendo.

-Relájate, mi amor.-Escuché a Fred a mi costado, había puesto sus brazos alrededor de mi cintura, abrazándome.-El pequeño rubio solo está enamorado. No estés celosa.

-No son celos... Es solo que... -un puchero se formó en mis labios.

Fred rió levemente, dándome la vuelta para que pudiese verlo a la cara.

-Andas muy sensible estos últimos días ¿Qué sucede? -movió mi cabello fuera de mi rostro.

-No lo sé... Supongo que va a bajarme.

Suspiró.

-¿Es tu forma de avisarme que vas a tenerme en abstinencia los próximos días?

-Cállate... -Me quejé, asegurándome que nadie lo había escuchado.

Mi mirada quedó nuevamente sobre mi hijo.

Él platicaba con Sasha de como le estaba yendo en la escuela ahora que era el niño nuevo pues hace un par de días nos habiamos mudado y lo habiamos cambiado de colegio, uno que estuviese más cerca de casa. Ella lo escuchaba y le hacía preguntas que él contestaba, pero yo sabía la verdadera razón del porqué mi hijo se encontraba tan pegado a ella.

Y esa era la pequeña niña sentada en el mismo sofá, justo al lado de su madre.

Lynn era una niña preciosa. Era menor que Dallas por solo dos años, sin embargo, mientras mi bebé se comportaba como lo que era; un niño, Lynn parecía una anciana atrapada en el cuerpo de una pequeña muñeca.

No le gustaba jugar, no le gustaba estar alrededor de otros niños y adoraba ver el televisor, pero no en el canal de caricaturas... Ella más bien veía programas documentados sobre animales o cosas por el estilo. Y todo el tiempo estaba con el ceño fruncido. Fred solía decir que miraba a todo el mundo como si no la mereciéramos.

Y eso solo provocaba que la pequeña niña fuese más llamativa para mi hijo. Siempre estaba tras ella, buscando su atención, queriendo jugar con ella, pero solo obtenía una mala mirada.

-¿Esa situación no te recuerda algo? -lo escuché, volviendo a llamar mi atención.

-La bola de amargura con patas es idéntica a ti cuando recién te conocí-rió.

-¿Que? -fruncí el ceño.-No es verdad.

-Cariño, tú siempre estabas mirándome mal, todo el tiempo parecía que querías golpearme e incluso creo que nunca lo hiciste porque iba contra tus normas de señorita.

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⏰ Last updated: Nov 15, 2023 ⏰

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