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Fue casi a las cuatro de la tarde cuando sus ojos se encontraron, los sentimientos florecieron como las nubes aparecen en el eterno cielo para proteger al sol. La música en el lugar inundó todos los pensamientos que podrían haber tenido, estaban en blanco. Y sus manos juntándose tomaron el papel principal, el tacto tomando color en una pintura grisácea.

La tensa expresión se convirtió en la mismísima tranquilidad cuando Osamu Dazai relajó su entrecejo y dejó que Oda Sakunosuke lo llevara contra su pecho, suave movimiento que trajo consigo una risita.

Muy pequeña, muy hermosa.

Y un beso en el oído ajeno estremeció el pequeño cuerpo de Osamu, quien había ansiado tanto el eléctrico tacto de su amigo y amante. Suspiró, con unos labios rojos por haberse estado mordiendo tanto tiempo, y echó su cabeza hacia atrás, acomodándose en el hombro de Odasaku.

Parecía ser, quién podría saber, que sus túnicas blanquecinas cayeron al piso de madera y revelaron la suave piel de un muchacho con cabellos desordenados y ojos cerrados. Besos y poemas danzaron por la extensión de su cuello, aferrándolo a la suavidad esponjosa de esas nubes que llenaron su cuerpo, que le adormecieron la consciencia. Otro suspiro acompañó la habitación cuando el mayor encontró la punta de su nariz con la suya y acarició con una sonrisa en su rostro.

──Odasaku...

Estirando y pegando su cuerpo contra el contrario, susurrándole en silencio su necesidad de amor y paciencia, Osamu entreabrió los ojos y su boca. Odasaku, quien observaba atento los movimientos de su amado mientras deslizaba la punta de sus dedos por las costillas de este mismo, le brindó lo que deseaba e inclinó su cabeza mientras atrapaba esos labios rojizos y mullidos, llenos de sueños y amor.

Amor. Eso resonó entre ambos cuando sus labios se unieron y acoplaron dulces movimientos, sus ojos aún seguían un poco abiertos y fueron cerrándose lentamente, mientras dejaban caer sus murallas y se apegaban más a sus deseos internos, dejándolos volcarse entre ambos cuerpos.

Osamu fue quien rompió esa conexión suave e intensa que le hacía sentirse drogado, solo para susurrar entre ambos labios húmedos que quería que su pareja se desnudara también. Oda volvió a besarle, al mismo tiempo desprendió la tela de su cuerpo y apegó la espalda desnuda de Dazai para que notara el calor que emanaba su pecho. El menor gimió extasiado y dejó que su lengua fuera atrapada entre los labios del mayor.

Extendió sus brazos y tomó el cabello rojizo entre sus dedos, totalmente entregado a esa mezcla de sensaciones y mensajes corporales, explotando sus almas brillantes. Ambas lenguas se conectaron, se mimaron antes que sus labios se unieran nuevamente.

La música aumentó de volumen en el estribillo y una grave voz lanzó una nota alta, deletreando palabras que ellos transmitieron corporalmente, en medio de una sala con las luces encendidas, el ventilador de techo haciendo un pequeño sonido por su vejez y sus manos moviéndose con lentitud entre sus cuerpos desnudos. Cuando se alejaron y observaron el arte que habían creado juntos, se abrazaron tan fuerte que el propio amor les tuvo envidia y reunieron besos en los rostros contrarios, turnándose uno a la vez.

── ¿Podemos ir a nuestro cuarto? ──Pidió Osamu mientras recibía un pequeño beso en su mandíbula, se sentía tan pequeño y mimado en ese momento que no quería pensar en nada más. Las manos de Odasaku apretaron sus caderas y le instaron a voltearse.

Mientras se enfrentaban con la mirada, el mayor bajó su mano para alzar una pierna del menor. Así Dazai abrazó el cuello ajeno y volvió a unir sus labios al mismo tiempo que dejó de pisar el suelo de madera y era llevado hacia su habitación.

Finalmente fue depositado contra las sábanas color crema que contrastaron hermosamente contra la piel del muchacho lleno de vendajes. Oda se cernió sobre el cuerpo de Osamu y lentamente quitó las vendas que tapaban las pruebas de intentos no resueltos de suicidio, como también de combates y traumas pasados. El pequeño cerró sus ojos mientras sus labios temblaban, ya no tenía miedo, ya no tenía vergüenza de que Odasaku le viera. La intimidad que ambos tenían estaba llena de amor y cuidado, no había ni un solo rastro de burla en los orbes de Odasaku, por lo que solo esperaba en su propia oscuridad a que los besos ajenos le iluminaran.

Un gran gemido se escuchó cuando la lengua de Oda aterrizó contra uno de sus pezones y succionó este mismo, Osamu no pudo evitar desear que nunca se despegara de su piel.

──Nunca dejes de quererme ──La voz quebrada se rompió al final de esa oración y tuvo que respirar un poco para hablar de nuevo──, por favor...

Odasaku subió sus besos por las cicatrices de su cuello hasta su oreja, donde susurró el nombre del menor.

── ¿Por qué piensas que alguna vez podría hacer tal cosa?

──Bueno, es muy fácil deshacerse de la basura y dejarla desaparecer entre el agua clara hasta el fondo del mar. ──Los ojos de Dazai buscaron los de su amado para que este evitara que sus demonios volvieran a aparecerse en su mente. No en ese momento, no cuando el cosquilleo de sus besos aún le hacía sentir tan bien.

Oda subió su cuerpo un poco para besar los párpados de Osamu y escuchar el jadeo apenas auditivo que dejó escapar el chico cuando tímidamente subió sus manos y las pasó por los omóplatos del mayor. Oda sonrió cuando Osamu pestañeó y concentró sus pupilas en las de su pareja.

── ¿Estás mejor? ──Dazai asintió mientras volvía a sentirse cómodo, dejando ir los entes negativos que amenazaban con adentrarse a su mente──. Osamu, no voy a dejarte ir porque no quiero a nadie más que a ti. Quiero que seas mi bebé hasta que envejezcamos.

── ¿Entonces cuando seamos viejitos no me vas a querer más? ──preguntó el menor con una risita. Odasaku notó como sus pómulos y orejas se enrojecían, y pudo imaginar que las puntas de los dedos de su pie se arrugaron también. Así era su hermoso novio cuando se ponía tímido.

──Cuando seamos viejitos te aseguro que te voy a amar y cuidar tanto como ahora.

Osamu negó con su cabeza y emitió un tierno “nop”.

──Yo voy a cuidarte y amarte mucho, mucho, muchísimo más.

Oda sonrió y besó sus labios, haciendo que ambos cuerpos intercambiaran posiciones, siendo el menor quien estaba encima ahora. Dazai estaba tan distraído besándolo que ni notó el cambio, solo podía pensar en lo suave que era besar al mayor y en como le gustaba sentir el tirón de su labio inferior cuando el otro le mordía. Dejó de mover su boca cuando los dedos de Odasaku apretaron contra el hueso de su cintura y se dedicó a gemir de éxtasis.

Los masajes se extendieron por toda su espalda y la boca de Oda se acomodó en el cuello de Dazai para dejar pequeñas marcas y lamidas mientras el menor pedía ser su amor eternamente.

Cuando las manos descansaron en su piel y los besos se detuvieron, Osamu cerró sus ojos contra el pecho del mayor. Odasaku hizo un pequeño movimiento con sus piernas y una risita adormilada se escuchó.

──Odasaku tus pies están fríos. ──Se quejó el menor sin estar molesto en lo absoluto y sonrió aún más enorme cuando su amado lo apretó entre sus brazos.

──Perdón, amor, ahora te caliento con mis brazos. ──Odasaku era tan ingenuo a las bromas de su novio a veces, tan inocente y especial que Osamu Dazai no quería alejarse nunca de su lado.

Nunca, nunca quería dejar de ser su amor.

Con eso en mente murmuró un pequeño “gracias” y se quedó dormido con una pequeña sonrisa, como un bebé mimado. Oda Sakunosuke se movió un poco para tapar con las sábanas sus cuerpos desnudos y evitar que se enfermen.

Así se sentía el amor.

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