2389 - Los enamorados

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Por: diegogrispo

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Por: diegogrispo

Extra de "Cuentos: construyendo un mundo". Puedes leer esa historia haciendo clic el vínculo externo.


Yamila giraba frente al espejo. Primero hacia un lado, luego hacia el otro. Enfundada en conjunto que le encantaba, no terminaba de convencerse de que la falda lápiz fuera la apropiada. Tendría una cena distinta con Elian y quería sorprenderlo.

No es que no se conocieran, por el contrario, estaban prácticamente juntos desde que ella tenía siete años y él los nueve. Era la edad en la que se construyen lazos inocentes, de esos que te unen sin fisuras y de forma natural.

Incluso jugaban juntos cuando sucedió el accidente y, aunque las autoridades decían haber puesto todo el arsenal de investigadores al servicio de esclarecer los hechos, la única realidad era que todavía nadie estaba muy seguro de qué había sucedido realmente.

A Yamila no le importaba. Con el tiempo llegó a convencerse de que debía vivir la vida que le había tocado, sin hacerse demasiadas preguntas y mucho menos de aquellas que la ataban al pasado.

Para Elian la cosa era distinta. Quería respuestas. Defendía, cada vez que podía, su derecho a saber qué había pasado.

De hecho, este era el único tema que los enfrentaba.

Yamila se probó un vestido con una falda corta.

"¡Muy corta! ¡No! ¡No! De ninguna manera", se recriminó.

Nunca le gustaron sus piernas y ese largo la haría sentir insegura. Se sumergió en el ropero para buscar otra cosa.

La prolongada estancia en el hospital después del accidente también los había unido. Los enfermeros decían que sus ojos brillaban cuando coincidían en alguna sesión de rehabilitación.

Yamila comenzó a sospechar que había una conexión invisible que los unía. Y quería saber qué era. Encontrar esa conexión. Identificarla. Ponerle nombre.

En alguna ocasión intentó hablarlo con Elian, pero este levantaba una pared cuando ella tocaba el tema de los sentimientos.

"¿Por qué no podemos hablar con la misma fluidez de lo que sentimos, como de los libros que leemos, por ejemplo?". Yamila se enfadaba.

Estaba cansada de esa pared. Quería derribarla. Poder hablar con Elian de lo mucho que disfrutaban estando juntos y del deseo de seguir así el mayor tiempo posible.

Por eso, cuando Mei, la inteligencia artificial que estaba a cargo del Instituto de Rehabilitación, le preguntó qué quería para su cumpleaños número dieciocho, ella decidió jugar a fondo.

—¡Quiero una cena romántica con Elian!

Mei estuvo de acuerdo. No solo le pareció totalmente acertada su elección, sino que Yamila podría haber jurado que había sonreído. Y no es que las inteligencias artificiales no sonrieran, solo es que no era fácil ver cuando lo hacían.

Antología: Un toque extra de amorWhere stories live. Discover now