Shoot Me (Libro #1)

CAPITULO UNO- "Last Hope"

“Ni siquiera me conozco a mi misma pensé que a estas alturas ya sería feliz, cuanto más intento forzarlo me doy cuenta de que tengo que perder el control”

“Melanie…Melanie” la sacudí levemente “Eit” troné mi lengua contra mis dientes. Despertarla había sido el gran desafío de la ultima semana, despertarla significaba un gran milagro y un poder divino, llevaba mas de cinco minutos tratando de que se levante a correr junto conmigo y lo único que he logrado es un par de palabrotas y gruñidos de mi mejor amiga.

Sé que puedo ir a correr sola y sé que no habría ningún problema, pero estar en una nueva ciudad asusta, Nueva York es muy grande, un sueño si, pero muy grande. Estaba acostumbrada al ambiente de Florida y entre mi actual ciudad y mi ciudad natal hay mucha diferencia. Reconsidero despertarla, pero por muchos intentos que haga se que al fin y al cabo será en vano. Decido dejarlo así, iré a correr sola no puede ser tan complicado, o al menos eso espero.

Tomo un plumón y un post-it morado de al lado de su escritorio y escribo:
“Ya que ha sido imposible despertarte…me he ido sola, si muero o alguien me asalta en esta gran ciudad quiero que todo recaiga en tu conciencia y en tu gran manera de dormir. Te odio por dejarme sola.
Sabes que no te odio. Bueno quizás un poco.
Cuando despiertes llámame para saber que sigues viva y no te has ahogado con la baba de tu almohada.
Con mucho odio, tú mejor amiga. Xoxo”

Arranco el post-it y lo pego en su frente, me asuste de que pudiera despertarla y después me doy cuenta de cuan absurdo es esa, ni el sonido de una sirena de ambulancia podría despertarla..

Salgo de su habitación casi de puntitas, y corro a la mía por una sudadera. Odio usar sudaderas, creo que tardare mucho en acostumbrarme a ellas, en Florida todo era sol, ropa cómoda y corta, y ahora tuve que llenar mi armario con pantalones, pants de yoga, cardigans, sudaderas y chamarras. Ni siquiera sé si aquí podré usar mis shorts de mezclilla favoritos.

Saludo al viejo portero del edificio y al pasar por la puerta giratoria el viento me golpea en la cara. Apenas eran las 5:00 a.m y ya hay un montón de gente caminando y vuelta loca, no deseo ni imaginarme como estará dentro de una hora o dos cuando tengamos que ir a la Universidad.

Columbia nos acepto a mí y a Melanie, nuestra vida universitaria comenzaría hoy. Mentiría si dijera que no estaba nerviosa,  la mariposas en mi estomago hacen una especie de ritual satánico con el hecho de pensar en una nueva escuela, mientras millones de preguntas atacan mi mente, ¿Hare amigos? ¿Las clases serán justo como el folleto prometía?

Me aferro más a mi sudadera por el frio de otoño, tomo un taxi hasta el parque, ahora no suena tan atractiva mi idea de correr y desearía haberme quedado en cama y esperar a que Teodora nos trajera el desayuno antes de ir a la Universidad.

Lástima que soy un poco supersticiosa y desde que tengo memoria mi padre me llevaba a correr, es algo que me inculco él desde que aprendí a caminar -“No es un buen día sin un poco de ejercicio matutino- siempre me decía cuando no quería ir.

Mi padre murió hace tres años, se suicido para ser exactos y jure que mientras estuviera viva, no haría nada que afectara el seguir con nuestra costumbre. Lo extraño. Esa es una de las razones por la cual aplique a Columbia, además del gran plan de estudio, es por estar lejos de casa, que desde que papá no esta se dejo de sentir como mi hogar. Cada vez mi madre se volvía mas difícil, si antes era fría, ahora era cruel conmigo. Con la muerte vienen las herencias y yo era la heredera de todo pero mi tutor legal se encargaría de todo hasta que yo terminase la Universidad, y esa es mi madre. Ahora era toda una ejecutiva gruñona que me castigaba por mi genes y por mi parecido a mi padre, mismos ojos verdes y mismo cabello castaño y lacio, las peleas ya eran constantes y empezaba a hartarme de todo eso, entonces tome mis maletas y termine en Nueva York, y no en una estatal.