La aldea durmiente se levanta con los primeros rayos de sol, las calles se llenan de transeúntes que desfilan risueños con el aire amigable y lugareño. Los hombres intercambian saludos cortos y las mujeres fuera de la panadería comentan los sucesos más recientes, como era costumbre.
En medio del ajetreo mañanero, un pequeño huérfano, corría por las calles pobladas. El aroma de los panes recién horneados cosquilleando en su nariz atrajo su atención, a su paso los panes y verduras desaparecían de los estantes.
—¡WEI WUXIAN! —rugió el panadero al notar su perdida —¡Espero, nunca dejes que te atrape delincuente!
Las mujeres que cuchicheaban, tomaron acción.
—¡Es ese huérfano de nuevo! ¡Qué grosero!
—¿Qué haremos con él?
—¡El otro día espantó a mis cerdos, causó un gran desastre!
—¡A mí me da lástima, es solo un niño!
—¡Un engendro querrás decir!
Para el pequeño huérfano la aldea era un lugar pequeño, pero acogedor. Todos conocían la historia de todos, los secretos no lo eran por mucho tiempo, y las costumbres eran el estilo de vida, los sucesos importantes y las normas de convivencia.
Le gustaban muchas cosas de su aldea. Le gustaba como el sol nacía detrás de la montaña, le gustaba la arquitectura natural que los mantenía ocultos, le gustaba jugar en el barro después de la lluvia; pero lo que más le gustaba era el bosque, habitado por árboles tan altos que al mirar hacia el cielo no podías distinguir sus copas. Desafortunadamente, nadie podía ir al bosque.
En las noches, encendían una gran fogata, los ancianos se sentaban junto a los niños, para contarles historias y leyendas, que cobraban vida ante las llamas ardientes.
Wei Wuxian amaba escuchar las leyendas. Tenía el mejor lugar reservado, fuera de la vista de los demás, podía escuchar los susurros del viento. Había una leyenda en especial, que atrapó la atención del pequeño desde la primera vez que la escuchó.
—¿Saben por qué nadie va al bosque? —cuestionó el anciano con voz ronca. Los niños alrededor del fuego respondieron negativamente con la cabeza.
—Presten atención. Hace mucho tiempo surgió el rumor de que en el bosque vagaba un espíritu zorro, también se rumoreaba que varios niños de la aldea habían desaparecido. El culpable solo podía ser el espíritu que acechaba en la sombra.
—Los aldeanos enardecidos fueron en su cacería, pero todos quienes entraban al bosque se perdían y quienes regresaban lo hacían después de deambular durante varios días en el bosque.
—Desde entonces ningún aldeano entra al bosque y los niños se van temprano a la cama —finalizó su relato.
—¡Awww! ¿Por qué la mayoría de historias terminan con niños que van a dormir? —se quejaron los infantes.
—¿Y qué paso con el espíritu zorro? —preguntó uno de los pequeños.
—Continúa en el bosque, esperando cualquier oportunidad para robar a los niños que no quieren ir a dormir.
—¡Eso es horripilante! ¿Algún día lo atraparan?
—¡¿Quién sabe?!, pero quién atrape al espíritu zorro, será un héroe y obtendrá el reconocimiento de todo el pueblo. Ahora vayan a dormir.
—¡Siii! —los pequeños corrieron emocionados buscando los brazos de sus padres.
—¡Papá, cuando crezca atraparé al espíritu zorro y seré un héroe! —comentaban algunos.
—¡Yo también!
El padre se burló del pequeño, sin tener mala intención —Son solo leyendas, hijo.
Cuando las calles se arroparon en silencio, y el fuego se apagó, extinguiendo todo rastro de luz. Un pequeño dejó su escondite, y también fue a "casa". Dicha casa consistía en maderos apilados, como columnas, bajó una tela llana como techo. Lucía tan desamparada como él. "Una casa huérfana", solía bromear el niño.
Se recostó en los retazos de tela y madera, pero no podía dormir; su mente se quedó frente a la fogata, contemplando el fuego.
Wei Wuxian compartía su emoción, teniendo a la curiosidad como su fiel aliado, los misterios significaban las más grandes aventuras. Al igual que todos quería ser un héroe, pero para él, un niño huérfano, era más significativo.
"Todos aman a los héroes, les hacen fiestas y banquetes. Si me convierto en un héroe, todos querrán ser mis amigos. Dejaré de vivir en la calle, y ya no tendré que robar comida".
Imaginaba los posibles cambios en su vida.
—Espíritu zorro, te atraparé —fue la promesa de un pequeño huérfano.
Formó una sonrisa audaz, que no desaparecería hasta quedarse dormido.
En realidad, nadie más en el pueblo tendría tantas agallas, o demasiada falta de cordura, como para pensar si quiera en entrar al bosque del zorro.
Hiiiii, querido lector o lectora que el destino trajo hasta aquí.
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Encontré este meme por allí y me dio mucha risa, no aporta en nada a la historia, pero ahí lo dejo.
