Capítulo II. El gran manzano

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Temprano en la mañana, antes que los gallos despierten las colinas con su canto. El pequeño huérfano abandonó su casita, habitualmente esperaría hasta la hora del desayuno, cuando montaban los puestos de pan y leche en la calle. Pero la noche anterior perdió horas de sueño planeando lo más ingenioso y fantasioso que su gran mente pudo idear. 

¿Cómo pensaba atrapar un espíritu? no lo sabemos.

En su bolso desgastado, guardó un pedazo de pan del día anterior y una cantimplora con agua. Caminó por las calles de piedra hasta llegar a una cerca rota por los años, desde ahí el trayecto era tierra y polvo. A pocos metros estaba la entrada, un bosque sin nombre, ni historia; pero con un temible dueño, lo esperaba.

Wei Wuxian no tenía miedo, vivir en la calle le dio más audacia que la de un niño normal. Entró al bosque sin vacilar. En su mente repasaba la información acerca del espíritu, lo principal era su origen humano. El pequeño no era nada tonto, cada dos metros marcó un árbol esperando encontrar el camino de regreso, imaginando el mejor de los casos.

Así paso la mañana. Recorriendo el bosque y marcando árboles. A estas alturas su estómago pedía atención, el pequeño miraba el trozo de pan pensativo, al final ignoró el hambre bebiendo agua. Pero su desfortunio no duró mucho. Se topó con un gran manzano, lleno de manzanas grandes y brillosas.

¡Genial! sus ojos brillaban de emoción. 

Alcanzó sin esfuerzo la mayoría de fruta, pues trepar era su especialidad, sin importar lo que fuera. Apoyado en el tronco, masticaba con satisfacción el fruto.

Dulce. 

Al terminar, guardó las manzanas sobrantes en el bolso.

Avanzó unos cuantos metros, cuando sin querer descubrió una pequeña trampilla, antes había caído en una ideada por el panadero, aquella vez consiguió escapar a tiempo. La trampa consistía de una canasta cubierta por un mantel que ocultaba su interior, podía ser comida o dulces, y así llamar la atención de la víctima.

El panadero usó chocolates. ¡Qué tramposo!

Entonces, se le ocurrió una idea, pondría unas cuantas bayas que había recogido en el camino y las dejaría allí, así cuando el espíritu zorro las recogiera sería atrapado por la red de la trampa.

Complacido con su artimaña continuó su búsqueda. Aunque pasado todo este tiempo empezó a dudar si realmente existía la criatura. Había recorrido el inmenso bosque, sin hallar indicios de nada. Sin embargo, a su mente llegó otra preocupación.

¿No es este el manzano que pase antes? soltó, perplejo. No, imposible. Fui por el lado contrario.

Usando el gran árbol como referencia, fue en la otra dirección. Dio una vuelta y regresó al manzano. Tomó otra opción, y volvió al manzano.

Sintiéndose ansioso corrió en cualquier dirección, los arboles ante sus ojos se multiplicaban, burlándose de su conciencia. Dio una vuelta y otra más, pero cada vez terminaba en el mismo lugar, frente al gran manzano. Imponente y glorioso.

Miró a su alrededor y notó que todos los árboles tenían una marca visible. Había estado yendo en círculos toda la mañana. Su esfuerzo había sido en vano. Agotado y sin salida, se apoyo en el árbol dueño de su tormento. Descendió como el sol, perdiendo poco a poco su resplandor.

El crujido de una rama lo rescató de su miseria. Prestó atención a su alrededor, un pequeño conejo lo miraba con ojos redondos, mientras movía su pequeña nariz rosa. La inesperada visita consoló su corazón.

¿Tú también te perdiste? ¡Ven, conejito! ¡Aquí! insistió ofreciendo una baya dulce. El conejo de pelaje blanco dio pequeños saltos hasta alcanzar la preciada baya. Wei Wuxian extendió unas cuantas más, apuntando el buen gusto del conejo —¡Pareces un copo de nieve! dio leves golpecitos en su cabeza.

La nariz rosa volvió a tomar acción. Se alejó con pequeños saltos siguiendo un nuevo olor ¡Conejito! ¿Dónde vas? sin esperar una respuesta, tomó su bolso y corrió tras él. No fue difícil reconocer el camino que seguía el conejo.

¡Espera conejito! ¡No vallas allí! ¡No te acerques a la canasta! sus advertencias fueron ignoradas, y en un acto de desesperación se abalanzó contra el pequeño saltarín con tal de atraparlo. Aunque cumplió su cometido, el movimiento brusco fue suficiente para activar la trampa, en cuestión de segundos Wei Wuxian y el conejo blanco quedaron presos en la red.

Trató de forzar la red inasequible, pero estaba hecha de un material más resistente que la del panadero. Rendido, se quedó quieto y en silencio, no importaba si pedía auxilio nadie vendría. En su pecho refugiaba al conejito de nieve, protegiéndolo de lo desconocido. Su accionar era un reflejo de sí mismo; un conejito atrapado a espera de morir en la soledad y el frio del acero.

El ocaso cayó y se escondió tras las montañas, cubriendo el solitario bosque en absoluta oscuridad. La esperanza parecía un eco distante que se iba con el viento.

Voy a morir, aquí. Solo en el bosque el conejito se removió haciendo notar su presencia Es cierto, no estoy solo te tengo a ti. Morir junto a un amigo no es tan malo la muerte no le asustaba, sabía que todos algún día morirían, pero si así era, por qué se sentía tan triste. Sencillamente no quería morir.

Pensar en la muerte hacía que recuerde a sus padres, aunque no quedaba mucho que recordar, solo la sensación de un cálido beso en la frente y el dulce sonido de una carcajada. Sabía que no ganaba nada llorando, pero las gotas de agua cristalina ya inundaban su pupila.

Entonces, cuando se resignó a la idea de morir, un brillo inesperado capturó su atención, la lágrima de cristal que rodaba por su mejilla se congeló. Un par de ojos dorados se distinguían en la oscuridad, tenían el mismo brillo que el de los zorros salvajes. El calor de los ojos afilados fijos en él, evaporó sus lágrimas.

¿Quién esta allí? cuestionó con voz quebrada. Apenas suprimió un grito de espanto, le temía a los perros, mucho más a los zorros salvajes.

Desde la sombra descendió la figura de un hombre, era alto y llevaba vestimentas de luto. Su cuerpo rechazaba la oscuridad, cubierto de luz emanaba un brillo notable. Wei Wuxian no necesitaba una respuesta, era todo lo que se decía y había escuchado, era el espíritu zorro. 



Holiiii. Ya regresé. Otro meme que no aporta nada a la trama. 

¡Me dueles Wei Ying! TT

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¡Me dueles Wei Ying! TT

|EL ESPÍRITU ZORRO| - WANGXIANDove le storie prendono vita. Scoprilo ora