-Y has hecho feliz a este pequeño- continuó Sirius mientras asentía con la cabeza en dirección a Harry -y eso es lo que verdaderamente le importa a James en este momento.

-Si hay algo que pueda hacer para ayudar- le informó Renata -no dude en pedirlo y puede decírselo también.

Los dos miraron hacia donde James estaba usando un árbol como soporte para sostenerse, mirando al suelo durante unos segundos antes de que una de sus manos se metiera debajo de las gafas para limpiar unas cuantas lágrimas perdidas que habían caído contra su voluntad.

Renata pasó la mano por encima del pelo de Harry, observando cómo el desordenado cabello negro se aplanaba durante una fracción de segundo antes de saltar en todas las direcciones. Le hizo sonreír ver cómo Harry dormía tranquilamente la siesta, pero estaba segura de que James no quería seguir en el parque. No necesitaba estar allí cuando se sentía tan molesto, necesitaba estar en la intimidad y la comodidad de su propia casa.

-Tal vez sería mejor que se fuera a casa- le sugirió Renata a Sirius -no creo que necesite estar aquí ahora. Toma, coge a Harry y llévate a los dos a casa.

Sirius alargó los brazos para coger a Harry, pero por muy lentamente que Renata se moviera para quitarse al niño de encima, se las arregló para despertarlo. Inmediatamente, los pequeños dedos de Harry se aferraron a la parte delantera de la blusa de ella como si se aferrara a ella para salvar su vida. Agarrados entre sus dedos había varios mechones de pelo de Renata, llevándola a inclinar la cabeza hacia abajo mientras él tiraba. Su labio inferior tembló antes de que la mirara con una mirada verde y acuosa.

Harry estaba dejando muy claro que no quería que ella le pusiera en el suelo, le gustaba donde estaba y quería seguir allí.

-Vamos, Harry- dijo Sirius extendiendo los brazos para intentar apartar a Harry de Renata -es hora de ir a casa. Tienes que soltarte.

Normalmente, Harry y Sirius se llevaban de maravilla, eran prácticamente mejores amigos y Harry siempre sonreía en compañía del hombre. Sin embargo, esa tarde, había hecho una gran amistad con Renata y cuando Sirius intentó apartarlo de la mujer, Harry gritó como un loco. Al instante, Sirius soltó las manos, con una mirada de desconcierto en su rostro, pero también en el de Renata.

Sólo pudieron ver cómo el niño volvía a acomodarse en el agarre de Renata y miraba a Sirius por atreverse a intentar alejarlo de ella. Tampoco ayudó el hecho de que Enzo pareciera ponerse del lado de Harry y, a los pocos segundos de que éste gritara, ya estaba gruñendo a los pies de Sirius, con aspecto de estar totalmente preparado para ir a morderlo.



Al otro lado del camino, James había oído el grito e inmediatamente, se giró para comprobar y asegurarse de que todo estaba bien. Al mirar a Sirius y a Renata en la distancia, pudo ver que ella estaba increíblemente roja en la cara mientras Sirius parecía frustrado. Siguió poniendo una sonrisa en su rostro mientras le tendía los brazos a Harry, pero éste giraba la cabeza en dirección contraria, con un claro puchero en su rostro.

Pensando que Renata tenía que irse o estar en otro lugar, James se dio cuenta de que iba a tener que intervenir y apartar a Harry, aunque a su hijo no le gustara. Enjugándose los ojos una vez más y utilizando la manga de su camisa para limpiarse la cara, James se dirigió de nuevo hacia la escena, donde Harry tenía agarrada a muerte la camisa y el pelo de Renata.

Al ver regresar a James, todos se callaron, incluso Harry miró a su padre y no emitió ni un sonido.

-¿Quieres irte?- le preguntó a Renata, dejando que sus ojos se abrieran por un momento.

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