La mano que acariciaba mi cuello se posa en mi nuca, entre mi cabello y la otra encima de mi trasero, en la curva que forma el final de mi espalda y el comienzo de mi culo. Cuando nuestros labios se separan lentamente, sus dientes mantienen mi labio inferior suavemente, con la suficiente presión para sentir que ahí están, manteniéndome unida a su boca.

Mi mano se aleja de su hombro y agarran el asa de mi maleta, a la vez que el se separa de mí poco a poco.

Me lleva hasta su mesa de escritorio y yo me siento encima de el, con mis manos a cada lado, el se sienta sobre su sillón negro de cuero y se acomoda sobre el respaldo, lentamente echa la silla hacia delante, haciéndose paso entre mis piernas y colocando sus manos sobre mis muslos y acariciándolos.

-Sinceramente...-empieza a hablar y oigo su voz profunda, dirigirse a mi.- ...no soy enamoradizo, pero joder, Christina, no sabes todo lo que pasa por mi cabeza cuando estoy o no contigo.

-Hazlo, cuéntamelo.- lo miro fijamente, admirando al ejemplar de hombre que tengo enfrente de mí, tan varonil, elegante y serio que todos ven, pero al cual yo he visto, deshaciéndose en jadeos.

Eleva su mano hasta mi cuello y agarra el colgante que me regaló.

-¿Quieres saber porqué te regalé el colgante?

Asiento e intento mantener mi respiración en calma.

-Nunca he conocido a una chica como tú, todas buscaban lo mismo, un polvo y unos cuántos billetes, no, no hablo de una puta, pero era algo parecido a ello. A mi me daba igual, al cabo de todo, era un polvo. Ni siquiera me gustaban. Volvía a casa a solo, no me interesaba mandarles un mensaje para preguntar si habían llegado a casa, sinceramente, no me importaba. Pero tu, no eres así... no me siento solo contigo, me gusta hablar contigo, me siento en la tierra contigo, me mantienes así. Por eso elegí una luna, ejerces esa gravedad en mí.

Sus dedos permanecían en mis muslos, acariciando en pequeños círculos.

-Espero que ocurra lo mismo contigo.

Asiento, incapaz de hablar mientras miro sus ojos y sus labios, deseosa de probarlos de nuevo.

Sus manos se abren sobre mis muslos, haciendo un camino ascendente hasta el bajo de mi vestido. Sus brazos rodean la parte baja de mi espalda, echándome encima de el, haciendo que ponga mis piernas dobladas a cada lado de su cintura. 

-Te he echado de menos, a cualquier persona le parecería loco, pero es la verdad. ¿te ha comido la lengua el gato?

No, el lo hizo.

-Yo también te he echado de menos.

-Quiero que me lo demuestres...- introduce una mano por el hueco de mis piernas, rozando mi ropa interior, empapada.- Que lo has hecho, como yo he estado aquí 3 días, pensando en ti...preocupado por si ese tío volvía a tocarte, porque a partir de ahora, solo yo puedo hacerlo, al igual que tu conmigo.

Sus dedos masajean por encima de mis bragas y dejo escapar un gemido cuando sus dedos, mezclados con el tejido del encaje tocan mí clítoris.

-He estado tres días masturbándome por las noches, solo pensaba en ti y aunque no debería haberlo hecho porque mi placer es el tuyo, lo hice, me masturbé. ¿Lo hiciste tú? ¿Te masturbaste pensando en mí allí?

Joder, estoy empapadísima, no, no lo hice aunque me moría de las ganas, estaba siempre con Carolyn con los últimos preparativos o estaba muerta de cansancio.

-No pude.- mi voz sale casi en un susurro y trago saliva.

-Entonces quiero que me hagas... todo lo que has querido hacerme mientras estuviste allí y yo...no voy a hacer nada, estoy a tu merced.

Gimo cuando sus dedos apartan el tejido de mis bragas e introduce dos dedos en mi humedad, penetrándome con ellos. Llevo mi boca a la suya y le beso con necesidad, da dos vueltas dentro de mi vagina y automáticamente los saca, llevándolos hasta su boca y lamiendo la humedad que cubre sus dedos.

Dejando los brazos a cada lado, me mira, no va a hacer nada.

Le desabrocho los botones de la camisa y beso su torso cuando está completamente al descubierto. Pasando mis manos por sus abdominales y llevándolos hasta su vientre en V. Me muero por desabrochar esos pantalones de traje ajustados. Veo como sus manos se retuercen, deseando tocarme, pero mantiene su palabra de no hacer nada.

Agarro el bajo del vestido elástico negro y me lo saco por la cabeza, dejándome en sujetador y bragas, expuesta ante el.

Se pasa la lengua por los labios y mis manos aterrizan sobre los botones de su pantalón, desabrochando con manos inquietas. Y cuando por fin lo hago, sus caderas se elevan para yo poder bajarlos hasta sus muslos. Su gran bulto bajo sus boxers negros de Calvin Klein no pasa desapercibido. Acaricio por encima de el tejido, mirándolo a los ojos, viendo como se revuelve y me mira con los ojos llenos de lujuria.

Ya que puedo hacer lo que quiera, voy a hacerlo sufrir, cachondo hasta que no tenga más remedio que moverse para follarme como el quiere.

Restriego mis caderas sobre el, un suspiro sale de sus labios y gimo cuando los botones de su pantalón me rozan el clítoris. Se muerde el labio inferior y lo mantiene ahí, controlándose.

Sigo moviendo mis caderas contra su bulto, apretándome contra el, sintiendo su enorme erección guardada en sus boxers.

Agarro el cierre de mi sujetador y lo desabrocho, dejando al aire mis pechos, sus manos se elevan hasta mis pechos, sonrío, las agarro, pasándolas por mis pechos y volviéndolas a poner a cada lado de su cintura.

Su pecho sube y baja y cuando meto mis manos por dentro de mis bragas para acariciarme el clítoris, siento toda su polla, casi a reventar, contra mi entrepierna.

Gimo cuando me acaricio el clítoris, haciendo presión sobre su bulto.

-No juegues más conmigo y follame.

Bajo sus boxers y se me hace la boca, su polla reposa sobre su vientre, mas erecta que cualquiera que he visto nunca.

Me bajo las bragas y me preparo, sosteniéndome en los brazos del sillón, agarra su erección y guiando sus caderas hasta mi entrada. Ahí lo veo, con el puño rodeando su polla, jadeante y muerto de ganas de follarme.

Cuando bajo sobre el, gimo y apoyo sus manos sobre sus hombros. Beso su boca y su aliento caliente me roza los labios. 

Aprieta los ojos, y ahora son sus manos las que agarran los reposa brazos.

Me embisto contra el, gimo y acerco mi boca su oreja.

-Puedes tocarme, deja de resistirte y haz lo que quieras.

Es ahí, cuando rápidamente sus manos se posan en mi cintura y sus caderas empiezan a moverse, embistiendome con fuerza. Joder, me hace gritar como una loca y me quedo sin aire cuando lentamente se retira y me la mete de un golpe.

No puedo más, cierro los ojos y me apoyo contra su frente mientras jadeo y me embiste hacia delante.

-Dios, follame Harry.

Unos embistes más y me corro con un grito ahogado por sus labios, mi clítoris palpita y siento su semen dentro de mí, mientras echa la cabeza hacia atrás y contrae el rostro.




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