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Una nueva ciudad, un nuevo comienzo. Para Horacio no había nada más bello como esto, él poder empezar de cero en un lugar donde nadie conociera absolutamente nada de persona, el poder fingir que su vida no se vio manchada en más de una oportunidad por la desgracia, que no lograran divisar los oscuros demonios que cargaba y lo hacían hundirse más y más en su propia desdicha. Aún con todo, aún con la tristeza inundando cada parte de su alma, se aferró con mas fuerza a la mano de su acompañante y le dedicó de sus más sinceras y dulces sonrisas. 

Si había algo que agradecía era el haber conocido a Gustabo, desde que él apareció en su vida no volvió a sentirse solo y aunque pasaron por muchos problemas a lo largo de su corta vida, solo por aquel muchacho de rubio cabello se seguiría adelante; y es que, si él se sintió de esa forma, no quería ni imaginar el desastre interno que guardaba su hermano. 

- ¿Crees que no nos encuentren aquí? -Cuestionó, no pudiendo evitar que la ansiedad y temor se reflejaran en su mirada; sin embargo, la sonrisa traviesa que le dedicó su acompañante ayudó a disipar esos sentimientos con rapidez. 

- Que se atrevan, aquí los espero. -Respondió Gustabo, llevando su mano libre a acomodar algunos mechones de cabello en la cresta del contrario.

Un suave suspiro escapó de entro los labios del pelirrojo y continuó su andar. Había llegado la noche anterior y pronto se vio instalados en un departamento lo suficientemente decente y amplio para que dos adultos podrían sobrevivir hasta encontrar trabajo. Es por eso que se encontraban deambulando por las calles, en busca de como ganarse la vida en este nuevo lugar. A ojos de cualquier desconocido, la emoción en Horacio era palpable, como un niño siendo llevado por sus regalos de navidad; pero por otro lado teníamos a Gustabo, quien aunque era unos centímetros más bajo que el contrario, dirigía su mirada mordaz a todo aquel que mirará de más en la dirección de cresta. 

Ambos dejaron pronto las vacías y algo tétricas calles del vecindario donde se eligió para residir, gracias a su costo muy económico, y ahora se encontrará en la parte céntrica. La idea de trabajar en algún bar o un establecimiento de atención al cliente era lo que tenían en mente; sin embargo, les estaba resultando más difícil de lo que pensaron. No aspiraban a que en su primer día could find, casa y trabajo perfectos pero, para Horacio, no le costaba nada soñar con que sus planes salieran perfectos por primera vez. 

La noche llegó y pronto ambos se vieron en la necesidad de regresar a su hogar, desviándose lun tanto por el camino en busca de un supermercado y abastecerse de disponibles por algunos días. Gustaba intentaba animar a su hermano, asegurándole que seguro y mañana les iría mucho mejor; sin embargo, pronto aquella expresión calmada y de felicidad que solo se permitía mostrar frente a Horacio desapareció. Frente a ambos se erguían 4 hombres que, al estar a contra luz y por la diferencia de tamaño, no les fue fácil reconocer; con una mirada rápida, Horacio divisó que más de uno se encontró armado y que, después de un silbido emitido por alguno de ellos, 3 más los rodearon por la parte de atrás. 

El menor se maldijo internamente por aquel estúpido descuido, él no prestar atención a su entorno definitivamente había sido una estupidez por parte de ambos. Pronto sus manos se vieron cerradas en puños y, mirando de reojo a su hermano, esbozó una leve sonrisa. Un ligero escalofrío recorrió su cuerpo al recibir una parecida en respuesta, pero aquel gesto y la mirada que le dedicó Gustabo solo demostraba que, si bien ambos caerían al estar en desventaja, a más de uno se llevarían por el camino. 

- ¿Se les ofrece algo, capullos? -Cuestionó el rubio, con clara burla en su sonrisa y palabras. Se alejó un par de pasos del más alto sin apartar la mirada de quien llevaba cuchillo y, por la formación en la que se encontraban, parecía ser el líder.

¿Presa o Cazador?Onde histórias criam vida. Descubra agora