9. Anna Kashegarey

265 41 13
                                    

—Amigos, y familia. —La voz de Edward me sacó de mis pensamientos—. Nos reunimos hoy, primer día del segundo mes de verano, para unir a estas dos mujeres como madre e hija, por un lazo de sangre. Por mi privilegio como brujo y mi condición de funcionario en el Concejo Real, me dispongo a conjurar esta unión.

Levantó su mano y cerró sus ojos. Mi mano izquierda me dolió por un instante y Anna se quejó. Teníamos ambas un pequeño corte, con sangre.

—Unid vuestras manos, ante vuestros ojos —ordenó el brujo. Juntamos nuestras palmas—. Coged con fuerza la otra mano de vuestra unión.

Le cogí la mano a Anna con fuerza y le sonreí. La pequeña me devolvió la sonrisa y miró a Eahtan que aprobó con un pulgar arriba su valentía. Edward cerró el libro y lo tendió a Yarel. Nos rodeó con sus manos las nuestras y rezó.

—Dios del Destino, que nos das nuestros pasos, nos cierras los senderos y nos abres el camino, une a estas almas eternamente, en cuerpo y en mente, haz que sus sangres fluyan con libertad y que de ellas brote bondad. Dios del Destino, danos el don de la familia, a esta unión, hazle de guía. Dios del Destino, ante ti juramos, respetarnos y amarnos, hasta que se haga tu voluntad. —El brujo nos miró a ambas— ¿Queréis dedicaros algunas palabras?

Miré a mi niña y le sonreí, asentí. Nos quedamos todos en silencio y a mí se me rompió la voz antes de empezar:

—Anna, desde hoy y para siempre, vas a ser mi hija y heredera. Eso significa que cuando crezcas, vas a ser Guardiana de Escolapio, y va a ser muy difícil algunos momentos... —Sonreí a mi pequeña—. Quiero decirte ahora, por si alguna vez no tengo vida para hacerlo, que estoy muy orgullosa de ti y que te amo, como jamás he amado...

La pequeña se sonrojó y yo contuve mis lágrimas de emoción. Olvidé todos los presentes, el protocolo, las apariencias... Lo dejé todo de parte y me arrodillé ante mi hija, sosteniendo sus manos contra mi pecho cuando seguí:

—Eres lo más pequeño de mi vida y lo más grande que tengo, ratoncita... Prometo ser tu mayor admiradora, tu mejor amiga y tu apoyo incondicional. Prometo levantarte cada vez que caigas y empujarte adelante. Solo te pido, a cambio, que seas tan feliz como puedas, que sonrías, y ames con todo tu corazón, que te rías y te aferres a la vida. Te quiero, ratoncita... Anna Kashegarey, bienvenida a la familia, amor de mi vida... —Edward sollozó y me sonrió.

—Que el Dios del Destino os cuide, os proteja y os de mucha vida para poder disfrutarla juntas. —Suspiró de felicidad y nos miró a ambas. Miró al resto de personas— ¡Saluden a Eirel Kashegarey, y a su hija, Anna Kashegarey! —Mis chicos empezaron a aplaudir como locos, algunos silbaban.

Eahtan se nos tiró encima a ambas y cogió a Anna en brazos. Nos dio un beso a cada una en la mejilla y nos abrazamos los tres. Me fundí en sus anchos brazos, oliendo a ambos, oliendo nuestros perfumes como uno solo y fue la felicidad más inmensa que jamás sentí.

La gente se dispersó buscando la comida y la bebida. Nosotros seguíamos pegados, con sonrisas incontenibles de amor y jubilo.

—Ahora ya puedo decir que tengo una princesa... —Miró a Anna—. Valiente, cabezota e inteligente como su madre... —Reí y me miró a mí. Me besó en la mejilla, cerca de la oreja, y susurró para mí—. Y una reina digna de cualquier trono que deseé. —Sonreí a mi amigo y Damon apareció justo detrás de nosotros.

—Por eso es Reina de Save y de todo cuanto mi país abarca. —Mató a Eahtan con la mirada— ¿Quieres una beca como lacayo? —Eathan me apretó más contra él, asiéndome por la cintura y besó a Anna de nuevo sobre la sien.

—Tengo todo cuanto necesito cerca nuestra hija, gracias. —La pequeña se apoyó en su hombro y Eathan le revisó la mano— ¿Dolió la herida? ¡Mira, apenas te queda nada! ¡Te has curado muy rápido! —Asintió y se incorporó sonriendo orgullosa.

ERALGIA IV, La CondenaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt