Fragile

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DoYoung entró con pasos lentos a su casa.

Había tenido un día difícil en el trabajo y ya no sabía qué hacer para quitarse ese dolor de cabeza que tenía desde la mañana.

Fue directo a la cocina, agarró una botella de vino y un vaso para irse a su habitación.

Con cada segundo que pasaba le costaba más mantenerse de pie.

Se sentó en la cama matrimonial que tenía y abrió la botella para comenzar a beber directamente de ella. Ni siquiera sé por qué traje el vaso.

No tenía ganas de prender la televisión así que empezó a recordar su día.

Había partido de su casa a las cinco de la mañana para llegar antes que todos y no tener que ver las miradas de lastima que le daban sus trabajadores.

Se había mantenido ocupado toda la mañana, sin ningún descanso, justo como los últimos meses, hasta que Johnny le llevó la comida y lo regañó por no preocuparse por su salud.

Hubo un tiempo donde no tenía ánimos ni siquiera de comer, perdió tanto peso que su mejor amigo, preocupado por él, tuvo que mudarse para comprobar que al menos comiera una vez al día.

Ahora no se veía tan delgado, pero las ojeras que adornaban su rostro lo hacían parecer más muerto que vivo.

Ojalá lo estuviera.

Luego fue a una reunión, de la cual recibió esas miradas de lástima que tanto había querido evitar.

Sabía que no era su culpa, incluso si fuera otra persona, al verse también habría sentido lástima por sí mismo.

Aunque había dejado de importarle todo lo que los demás decían, sus miradas lo seguían incomodando.

Terminando la junta se encerró en su oficina y no salió de ella hasta que dieron las doce de la noche y recibió una llamada de Yuta, para avisarle que ya era tarde y tenía que descansar.

Agradecía la preocupación que le daban sus amigos, claro que sí, pero no era lo suficiente como para levantarle el ánimo.

Sólo quería dormir y no despertar. Si no era al lado de él, no quería volver a abrir los ojos, pero a su vez tenía miedo de dormir y ver la última imagen que tuvo de él.

Todavía recordaba ese día, había decidido preparar una sorpresa para su novio, quien había estado un poco desanimado esos últimos días.

DoYoung seguía preguntándole a JungWoo si necesitaba algo, pero el menor siempre decía lo mismo.

—Estoy bien, hyung, no tiene de qué preocuparse.

Desearía haberlo presionado un poco más.

Cuando llegó a su trabajo saludó a todos sus empleados con una sonrisa, como hacía cada mañana.

Ese día sentía que no podía ser mejor. Había despertado a su pareja con un beso de buenos días, le hizo el desayuno y consiguió que el menor le dijera un te amo.

Aunque siempre hacía lo mismo, sentía que cada te amo y cada beso que le daba era especial y alegraba su día.

Encargó a su secretaria que preparara unas flores para cuando saliera de su trabajo. La secretaria al saber para quien eran las flores, le guiñó el ojo y se fue emocionada a cumplir con el encargo.

Todos en el edificio sabían del amor que le tenía al pequeño Woo, como solía decirle, y todos eran admiradores de la bonita relación de ambos.

Al terminar su trabajo, recogió las flores y con un pequeño "suerte" de la chica, salió lo más rápido que podía del edificio para llegar a su hogar.

Incluso se saltó algunos semáforos en rojo, sin saber lo que le esperaba al llegar a casa.

En cuanto llegó supo que había algo mal, porque todas las luces estaban apagadas.

Claro que la preocupación fue sustituida por emoción al pensar que tal vez JungWoo había planeado una sorpresa para él también.

Abrió la puerta y encendió las luces. Cuando pudo acostumbrarse a la luz dejó caer el ramo que tenía y gritó.

JungWoo estaba en la sala, siendo sostenido del techo agarrado con una soga desde su cuello con sus ojos abiertos y sin vida.

DoYoung no podía creer lo que veía.

Intentó soltar a JungWoo pero era demasiado tarde. El pequeño Woo ya no respiraba.

Llamó a las ambulancias, quienes llegaron unos minutos después y en su desesperación golpeó a un paramédico.

—¡Salvelo! —gritó. –¡Todavía puede salvarlo! —lágrimas cayeron de su rostro. —¡Mi Woo no se puede haber ido!

Tuvieron que darle tranquilizantes para que no se hiciera daño a sí mismo.

Después de el funeral de JungWoo fue que empezó su peor etapa.

No salía de su oficina, ni siquiera para comer, pero tampoco dormía porque la imagen de JungWoo mientras colgaba lo perseguía en sus sueños.

Ahora que ya habían pasado algunos meses estaba mas estable, pero no estaba bien.

Seguía llorando todas las noches esperando que todo sea una horrible pesadilla y al despertar ver a su más grande tesoro.

JungWoo le había dejado una carta, misma que tenía en la mano y decía:

"Querido, Dodie

Quiero decirte primero que nada que no hago esto por ti. Tú me diste los mejores años de mi vida. Desde el día en que me rescataste de mi padrastro cuando intentó golpearme con un pedazo de metal que encontró en el suelo, desde ahí supe que serías esa luz en mi vida que tanto había estado buscando.

Sin embargo, cada día que pasaba no podía evitar recordar sus palabras, sus "nunca te van a amar", "sólo eres basura", "no sirves para nada", "mejor hubieras muerto", "mi vida estaría mejor si no estuvieras en ella". Sé que no me deberían importar pero no hubo día que no las recordara.

El pesar en mi corazón era tanto que sentía que no podía respirar, pero gracias a ti pude vivir un par de años más.

Me enseñaste lo que es el amor y lo que es la felicidad aunque sea por unos momentos, me enseñaste el valor de las pequeñas cosas y me enseñaste a querer.

Lamento no haber podido mantenerme más tiempo.

Te amo y siempre lo haré, incluso aunque ya no esté.

Por fin podré ser libre, conejito tonto.

Adiós, nos vemos en la otra vida, amor."

Al terminar de leerla dejó caer el vaso y la botella, haciendo que todo se partiera en pedazos al toparse con el duro suelo.

No podía aguantar ese dolor.

Quería ver a Woo, quería decirle que lamentaba no haber visto las señales, que él lo iba a escuchar y lo iba a apoyar cada vez que quisera llorar.

DoYoung gritó con dolor.

Gritó lo más fuerte que pudo mientras las lágrimas caían por su rostro y llegaban al suelo.

Lloró tanto y con mucho pesar.

Jamás podría tener a JungWoo de regreso, él lo sabía.

Por eso decidió ir por un cuchillo de la cocina.

Regresó a su habitación, se acostó en su cama y vio por última vez la habitación en la que se encontraba.

Ese lugar tenía los te amo que se decían cada mañana, los besos de buenos días, los abrazos al dormir y las risas cada que alguno hacía algo torpe.

Con esos recuerdos en mente, cortó sus brazos.

Mientras la sangre salía de su cuerpo y la vida lo abandonaba, cerró los ojos.

—Nos vemos en la otra vida, pequeño Woo. —esas fueron las últimas palabras que dijo antes de morir.

Porque la vida es frágil y se puede acabar en cualquier momento.

Fragile · DoWooWhere stories live. Discover now