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Mondscast era inundada por un aura alegre. Las personas se acercaban al festival de la cosecha, se miraban a los adultos charlar y a los niños jugar.
El viento soplaba suavemente en la ciudad, pasando por cada rincón. En Mondscast se escuchó una hermosa melodía, eran los bardos que comenzaban a tocar y cantar. Un pequeño bardo de color verde se encontraba en medio de la gran plaza, con su lira en mano estaba preparado para la historia de hoy.
— ¡Acérquense para escuchar la melodía del bosque! — vocifero con alegría tocando su lira — ¡Pues hoy celebramos las cosechas del año, y no debemos olvidar a quien nos otorga estos regalos! —
Una multitud se formó al rededor de él pequeño muchacho. La suave melodía acompañada de su voz y una buena historia llamaba la atención de los niños y adultos que se sentaban para escuchar con atención.
El bardo aclaró su voz, paso sus dedos por las cuerdas de la lira dorada. Con una sonrisa comenzó su historia...
— Hoy les contaré la historia de una Diosa... pero no cualquiera, ¡si no de la más hermosa y generosa! —
el viento arrullo a los presentes, que dejaron que sus susurros contaran una pequeña historia.
En un lugar lejano, vivía un pueblo antiguo. Aquellos que veneraban a los Dioses. Donde la tierra y el sol se encuentran en las sombras, un lugar bendecido por aquellos de sangre real. Donde viven almas puras. Allí donde se crió una pequeña doncella...
Algunos se preguntaban por aquella mujer de largos cabellos negros y ojos aceitunas. Ella que paseaba con su vestido blanco y descalza en los bosques, que descansaba bajo los árboles todas las tardes.
De rasgos etéreos y mirada dulce. Más de uno estaba enamorado de la doncella de ojos verdes. Tan frágil como una flor.
Y aunque nadie lo sepa, es un secreto nuestro. Cariño no me dejes nunca y promete guardar mis recuerdos como tuyos. Promete que volverás a nuestro lugar secreto, solo conmigo.
Poco a poco se miraba decaer el color verde. Las plantas se marchitan y los animales morían.
Aquellos que maldecían por sus cosechas y sus tierras áridas. Algunos desalojan sus hogares. Y otros...
