Capítulo 1

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"El amor más poderoso es para aquellos que salen de ti, tus hijos."

Como todas las mañanas, el Duque despertaba a la pequeña princesa con caricias en su oscuro cabello.

-Amy, Tesoro... es hora de levantarse. Le susurró.

La pequeña abrió de inmediato los ojos, amaba despertar con las visitas de su padre. Ninguna niña de la realeza gozaba de ese privilegio, solo ella. Se sentía orgullosa.

Lo abrazó como si tuviera meses sin verlo y aquello derritió al prestigioso y ocupado Duque.

-Tienes que contarme sobre la reina. Ya tengo 9 años y debo estar lista para los eventos sociales Papá. 

La miró con tanto amor y suspiró. -Mi querida Amaya, eres tan parecida a tu madre.

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En una época tan difícil como ésta, en la que ser parte de la realeza significaba todo pero a la vez era el peor castigo, tuvo aquel chico sin suerte que nacer.

Su padre, el Grande de Prussia, era un Sabio Rubí. No entendía qué era aquello hasta que su paciente madre se lo explicó por novena vez.

"Un Rubí, es un ser con un don especial. Capaz de guiar a cualquier reino, el sello personal de la vida de un rey".

El pequeño de ojos azules la miró confuso. -Mi papá es como un sabio entonces.

La madre asintió. -Es más que un Sabio. Es la mano derecha del rey y su reino. Sin un Rubí, no habría reino fructífero. Un Rubí protege el poder del sello de un rey con su propio sello.

Marco la miró confuso. -¿Es por eso que me están preparando tanto mamá? No quiero ser un Rubí como mi papá. El rey lo es todo para él y casi no nos visita. No me dejan jugar, estoy harto de estudiar.

La mujer sabía que su hijito tenía razón y sonrió para disimular su angustia. -Naciste siendo un Rubí, nadie puede quitarte tan majestuoso Don, Marco.

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Las palabras sabias que su madre compartía con él, eran guías para poder entender el laberinto que le esperaba.

Se escapó a jugar con su mejor amigo, el príncipe heredero de Prussia y le contó todo aquello, Pero Albert Sebastián, estaba idiotizado con la visitante del reino de Alemania, la princesa Amalia.

-¿Podrías dejar de ver a esa muchacha? Te estoy diciendo que estoy asustado y osas ignorarme.

El príncipe recordó que su amigo estaba allí y solo por eso dejó de observar a Amalia quien sonreía libremente pero sin nunca dejar su clase mientras alisaba el cabello de la reina, su madre o quizás su futura suegra.

-¿No se ve hermosa junto a su futura suegra? Emitió el príncipe divertido.

Marco suspiró y el príncipe al notarlo rió a carcajadas. Llamando la atención de los presentes, en especial de Amalia. Sin embargo, ella solo detuvo sus ojos en su mejor amigo.

Solo Marco, se lamentó para sí, podía ignorar a tan divina diosa. Mientras él, daría todo por conquistarla, ella daría todo igual, por una mirada del hijo del Grande de Prussia. Su mejor amigo.

Le sonrió bajo a su amigo y se puso serio. -Marco, debes caminar antes de correr. Eres casi tan Sabio como tu padre y eso no lo puedes esconder. No ocuparé mi trono sin tu compañía. Como tu mejor amigo, merezco eso.

Ninguno notó, que el rey se acercaba y ambos, de inmediato le mostraron reverencia.

El Rey de Prussia sonrió al ver a sus hijos. Estimaba tanto al padre de Marco, que consideraba a su hijo como si fuese suyo. -Levántense. Marco, me alegro mucho de que hayas disfrutado la doncella virgen que te regalamos de cumpleaños. Elegimos a una de las mejores para ti, si en algún momento deseas tenerla como concubina solo déjame saber.

LAS CARTAS DEL DUQUEWo Geschichten leben. Entdecke jetzt