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Crecí rodeado de flores, viéndolas crecer y transformarse en hermosas, listas para ser llevadas destinadas a un motivo muy especial, mi madre siempre decía que las flores eran el mejor presente para entregar a las personas que amabas, que todas tenían un significado muy especial y emotivo. Así que yo crecí junto a ellas, admirando cuán grandes y radiantes se ponían, pensando sobre la persona afortunada que las recibiría.

Un día, cuando tenía cinco años, me detuve a observar a aquel niño que había ocupado mi rincón especial, divisé su pequeño rostro, de mejillas húmedas debido a las lágrimas que brotaban por sus ojos. Admiré su piel tan pálida como las rosas blancas que significaban pureza, sus labios tan rojos aparecieron ante mi vista después, así como las rosas rojas que eran el mismísimo amor, aquellos ojos tan brillantes como el sol a mediodía, irradiando calidez y tanta seguridad, aunque aquel día estuviera llorando; lloviendo.

Pequeña flor.

Avancé despacio, un poquito más, sin dejar de observar cada rincón de aquel rostro. Nuestras miradas se cruzaron, se hicieron una. Nunca había visto a un niño con esas características. ¿Cómo un niño podía ser tan semejante a una flor? Tendría que hacerle muchas preguntas a mi madre esta noche.

—¿Cuál es tu nombre? —Le pregunté con seguridad, sonriéndole para que tuviera confianza en contarme acerca de él, pero no respondió, aunque seguía mirándome con sorpresa.— Mi nombres es Kim Taehyung, ¿me puedes decir cuál es el tuyo?

—J-jungkook.

[…]

—Basta, basta. —Nuestras risas podían oírse por todo el vecindario, éramos demasiado ruidosos casi siempre.

—No, no.

Así comenzó nuestra amistad, hace muchos años, no teníamos más amigos que nosotros y con eso nos bastaba. Estuvimos juntos toda la primaria, estuvimos juntos todo el grado superior y estaremos juntos en la Universidad o eso es lo que me dijo la madre de Jungkook, porque ambos estábamos destinados a estudiar la misma carrera. Hemos estado juntos casi toda la vida y hemos crecido bajo el mismo ritmo, cómo podríamos distanciarnos.

Sin embargo, no sé en qué punto alguien se detuvo u otro avanzó. Jungkook había dejado de ser aquel chico escuálido y delgadito que coleccionaba caramelos, vi cómo lentamente se fue transformando en alguien totalmente hermoso y le vi madurar. Su cuerpo ha cambiado, muchas partes de él se han marcado y su piel se ha puesto radiante y delicada como la porcelana. También sus facciones han cobrado vida, aquellos ojos se han puesto intensos y alucinantes, sus labios no se han quedado atrás, tal vez esté exagerando, pero juro verlos mucho más rojos de lo que ya eran, se han vuelto apetecibles como él. Por supuesto mis sentimientos también han cambiado, si bien antes mi corazón latía por él, ahora se vuelve loco con tan solo oír su voz.

—Tae, por favor…

—¡Hasta que digas que perdiste! —Mis dedos no dejaron de provocar cosquillas sobre su torso.

No entiendo por qué no ha habido tanto cambio en mí, es decir, sí, he crecido, muchas cosas en mí han crecido bastante y he dejado de ser un pequeño muchacho, tengo el cuerpo de cualquier chico a mi edad, pero esto nunca llama la atención. Admito que usar los brackets podría restarme puntos, pero a Jungkook no le molestan, es más, casi ni los nota.

—¡Perdí, perdí!

—¡Sí!

Alejé mis manos de su cuerpo y me dejé caer sobre el césped a su lado, ambos soltábamos risas débiles y respirábamos agitadamente. Era un fin de semana agradable y decidimos pasarlo juntos, como siempre, en el parque. La sombra de nuestro árbol preferido nos protegía del intenso sol que estaba por lo alto, avisando que llegó el mediodía y que si no llegábamos a tiempo a la casa de Jungkook, su madre nos regañaría.

He cuidado de Jungkook desde que tengo memoria, lo he cuidado de todos los que intentaron hacerle daño, aunque recibiera los golpes por él, me sentía feliz al saber que estaría bien. Perdí un año de grado superior para estar junto a él en el siguiente, pues Jungkook llevaba un grado menor, mi madre quiso matarme, porque siempre he sido un buen estudiante y enterarse de la noticia de que reprobé no le hizo gracia, sin embargo, todo valió la pena, porque así él y yo pudimos estar juntos los siguientes años. Nos hemos apoyado desde entonces y creo que esto será por siempre.

—Tae… —Jungkook se movió hacia adelante, arrastrándose con sus manos. Su atención había centrado en otra cosa.

—¿Qué sucede?

Atrás del parque se hallaba un pequeño campo de baloncesto, pude oír los gritos de aquellos chicos que jugaban bajo el sol con bastante entusiasmo. ¿No les da fatiga?

—Son universitarios.

—Síp, muy pronto nosotros lo seremos. —Jungkook estaba muy concentrado mirando el partido, tenía que admitir que aquellos chicos no jugaban tan mal, de hecho eran bastante dedicados a lo que hacían, pero nunca he comprendido cómo es que tenían tanta pasión en ello, vamos, te cansas, sudas, te fatigas, te lastimas la piel con el sol, con el polvo, con el sudor, dios mío.— Es hora de irnos, Kookie.

—¿En serio? Yo no quiero, me gusta estar aquí.

—Lo sé, pero tu madre va a regañarnos si no llegamos a tiempo para el almuerzo, además hoy prometió preparar algo delicioso.

—¡Ella nunca cumple lo que promete!

Nos levantamos del césped, limpiando cualquier residuo de pasto que pudiera haberse colado por nuestros pantalones y caminamos con lentitud hacia la salida.

Todo sucedió muy rápido, mi vista estaba posaba sobre un cachorro que
jugaba con su dueño, solo escuché el grito de dolor por parte de Jungkook y divisé un balón revotando sobre nuestros pies. ¡Habían
golpeado a Jungkook con la pelota!

—¡Pásala!

Quise tomar aquella cosa y arrojársela en la cara a aquel estúpido chico que se colgaba sobre la red protectora y que pedía que se la devolviéramos, sin embargo, Jungkook la tomó primero y de inmediato avanzó hasta la red para pasársela. ¿Qué está sucediendo con él?

—Tómala. —Susurró Jungkook antes de lanzarla hacia arriba.

—Gracias, bonito. —Aquel estúpido chico esbozó una sonrisa cínica tras tomar la pelota entre sus manos. ¿Cómo le llamó?— Lamento haberte lastimado.

—A-ah… no te preocupes, estoy bien.

Me acerqué hacia ellos y tomé el brazo de Jungkook con cuidado, él de inmediato sacudió su brazo impidiendo que yo lo jalara.

—¿Eres nuevo por aquí?

—Yo… no.

—Es raro, yo nunca olvido caras bonitas.

¿Qué acaba de decir ese hijo de su puta madre?

—Oh… yo…

Los demás chicos comenzaron a llamar al estúpido y él se volteó para asentir con la cabeza. Miró una vez más a Jungkook, quien estaba tan avergonzado como nunca lo vi en mi vida. ¿Por qué? ¿Qué tenía de especial ese paliducho feo?

—Adiós. —Ese chico se fue corriendo, manteniendo esa sonrisa en el rostro y continuó con el juego.

Jungkook se quedó ahí, mirando en aquella dirección, sin ser capaz de moverse, hasta que yo volví a insistir, agitando su mano. Él reaccionó segundos después, mirándome a los ojos y siguió mi andar hasta la salida. Nadie dijo nada en el transcurso, yo estaba realmente molesto por todo lo que había sucedido. Aquel chico golpeó su cabeza con un balón y él le dijo que estaba bien, ¿cómo podría eso estar bien?

—Jungkook…

—¡Me avergonzaste frente a él, Taehyung! —Gritó de pronto, mirándome con molestia.

—¿Qué?

—Jalaste mi mano de esa manera, fue vergonzoso, ya no soy un niño, uh.

—¿Él es tan importante?

—No… pero… ya no quiero que te comportes así, ya no somos unos niños, Taehyung.

Todo comenzó con esa frase, en efecto, ya no éramos unos niños, pero yo no he cambiado en lo absoluto, ¿él sí?

Jungkook el chico flor -Vkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora