Aún así marca el final del verano y eso siempre me pone triste. El frío va calando los huesos poco a poco y ya no puedes dormir desnudo, se van a acabando las tardes de piscina y las noches de terraza.
Salí a correr por el Retiro. Cené con David. Compré el pan. Compré un jersey.
Todas son cosas mundanas, las que hacía antes de esa semana en Italia, las que llevaba haciendo años cada día.
Sería un poco complicado, diría yo, tener un par de críos en un mes. Soy bueno, pero no tanto.
Si tienes alguna pregunta deberías hacerla de forma directa.
NO te prometo contestarla por supuesto.
Al menos no sin licor de por medio.
Supongo que debería decirte, no sé si lo sabes ya, que la semana pasada publicaron una foto de Manuel con su nueva pareja, muy rubia, muy alta, muy diferente a ti.
No sé si esa noticia te duele o te sorprende, si te invitará a abrir una de esas botellas que reservas para tu regreso.
Te ofrecería un hombro para llorar pero: a) sospecho que la noticia es un alivio y b)estás un poco lejos para llorar en mi hombro.
También podría contarte que antes de esa semana dando tumbos me había acostumbrado a la vida sin ti. Podría decirte que ya podía respirar con todo el pecho y las canciones ya no (o solo a veces) hablaban de ti.
Y podría explicarte como ahora preferiría pasear contigo por el Retiro (los dos sabemos que no aguantas una mierda corriendo), cenar contigo y comprar el pan y un jersey contigo.
No podría decirte cuando llegué a esta conclusión, si fue mientras te veía dormir en un camping de Ventimiglia o lo sé ahora que espero tus cartas como agua de Mayo.
Lo que sí puedo contarte, aunque no lo hayas preguntado, es que me aterra volver a estar en la casilla de salida. Como aquel octubre de mierda de hace dos años cuando decidiste que un futuro conmigo era demasiado complicado.
Al final sí que te he contado cosas.
Cierto que, puede, quizás, me haya tomado un par de whiskys antes de escribir este correo.
En cualquier caso el siguiente chupito va por ti.
Yo nunca te he echado de menos tanto que me cuesta respirar.
L.
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Ayer cogí un tren de cercanías hasta Sorrento.
No me preguntes como lo sé, pero aparentemente esto es la capital mundial del limoncello. También hacen aranciello que es el mismo veneno pero con naranjas.
