Parte 02.

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—Katsuki... —ronroneó—, ¿puedo contarte una historia?

Uno de los ojos rojizos se dejó notar y Eijiro sonrió con emoción al admirar la hermosa y masculina timidez detrás de aquel acto. Normalmente, el tritón lo habría apartado a coletazos hasta que Eijiro le insistiera por su perdón, pero ahora... Era diferente. Eijiro sintió que de algún modo estaban avanzando y entonces, sólo entonces, creyó que era buena idea serle completamente sincero a Katsuki.

Ante el silencio, él continuó.

—¿Alguna vez has oído hablar de 52 Hertz? —Otro silencio, Eijiro continuó—. Cuando era pequeño, mi mamá me contó que una vez escuchó a unos humanos hablando de ella... Y desde entonces, siempre quise saber si de verdad existía. Es una ballena, por cierto, pero no tiene una especie determinada.

Eijiro ladeó suavemente la cabeza al sentir la ligera presión de los dedos de Katsuki sobre su piel. Lo entendía, el tritón seguro estaba analizándolo después de no haber tenido un contacto así con otro de su especie. Sin embargo, para Eijiro era muchísimo más, mientras su corazón parecía querer salirse y sus manos le picaban con anhelo de abrazar al otro. Presionó sus puños escondiéndolos y negó, tratando de concentrarse.

—Las ballenas son como nosotros... Usan los sonidos también para poder comunicarse. Ellas siempre se mueven en grandes grupos y son muy unidas y cariñosas, pero... No es así con 52 Hertz. Mi mamá me contó que esos humanos la apodaron "La ballena solitaria" y es que ella canta en una frecuencia demasiado potente para cualquier otra especie de ballena en este mundo. Cuando canta, ninguno de los miembros de su especie la reconoce... Ni siquiera tiene amigos, ya que no encaja con ningún otro ser de este enorme mar... Ella, quien nació para vivir con sus iguales, debió tener alguna especie de malformación y por ello jamás podrá ser reconocida por nadie. Estando obligada a nadar sola... Por el resto de sus días desde el mismo día de su nacimiento.

Mientras hablaba, Eijiro sintió el peso de la tristeza y soledad que debía cargar aquella ballena, sin embargo, más que eso, sintió que había conocido al único ser en ese inmenso mar que podía comprenderla, y lo comprobó cuando, volviendo a mirar a Katsuki, este dejó de esconder su rostro para mirarlo con atención, escuchándolo.

Sí, Katsuki desbordaba muchos más sentimientos y emociones de las que el propio tritón quería admitir.

—Cualquiera pensaría que fue una invención de los humanos, ¿no? ¿Una ballena solitaria? Ellos ni siquiera la habían visto, sólo ha sido escuchada una que otra vez, ¿podía quizás tratarse de un cuento? Como nosotros... Ya sabes, cuentos —Eijiro cambió su tono para explicar la obvia ironía—, pero yo... Yo la vi.

Ignoró el cálido y emocionado brillo en los ojos del tritón rubio, continuando con su historia.

—El día que me perdí, el día que te encontré... No se lo conté a mis padres porque sentí que había vivido un momento demasiado mágico para compartirlo, pero yo... Estaba asustado, tan lejos y perdido en esta... Nada. Vivimos tan profundo que a veces los peces temen nadar por aquí, y la luz apenas y llega, cuando no hay sirenas iluminando, el arrecife cerca o tritones cuidando... Somos el mar y... la nada. A donde mires sólo hay más agua, agua y agua y no sabes qué hacer, porque ir hacía un lado significa poder equivocarte, significa posiblemente jamás volver.

Eijiro cerró sus ojos, disfrutando del agradable tacto de Katsuki en su mejilla.

—Avancé tanto creyendo seguir el camino correcto que acabé en no sé dónde... Entonces la escuché. Subí la mirada a ver aquella sombra que me cubría y una enorme ballena nadaba justo sobre mí. No había peces, ni una sola alma aparte de ella. Entonces pensé, ¿quizás ella conozca un lugar donde existan más tritones que pudieran guiarme? Y la seguí. Ella cantó corto y fuerte durante todo el camino y, aunque no pude entenderla como seguro lo habría hecho con una ballena blanca o cualquier otra, sentí que su canto... Me calmó mucho.

El tritón rojo miró a Katsuki y le sonrió, dejando que un pequeño sonrojo se instale en sus mejillas de sólo pensar lo que continuaba de su relato.

—Después de nadar a su lado, llegué a un punto en que encontré otro canto... No era el de una ballena, así que me aparté de ella por un segundo para ver si distinguía algo. Entonces te encontré... Un tritón que cantaba tan peculiarmente pero que, con sólo escucharte, fui capaz de encontrar el camino a casa por mi cuenta.

Una de las manos de Eijiro se colocó sobre la del rubio. Sintió un pequeño tirón, pero evitando que se separen, el pelirrojo acercó su mano y besó los nudillos de esta con lentitud, mientras admiraba fijamente al dueño de su corazón, de sus suspiros, de cada uno de sus pensamientos.

—Nunca volví a ver a esa ballena, pero... Ella me llevó a encontrar el tesoro más maravilloso de este inmenso mar.

Sonriéndole con sinceridad, Eijiro observó cálidamente al otro tritón, mientras Katsuki separaba y juntaba sus labios, como si quisiera decir algo y no pudiera o no encontrara la forma correcta. El pelirrojo híbrido hizo un pequeño gesto de tristeza, pues era la primera vez que Katsuki realmente parecía querer decirle algo y ningún sonido salía de su boca.

Quizás el rubio tenía razón... Quizás ellos realmente no podían comunicarse ni aunque Eijiro lo intentara cada día de sus vidas.

—Lo siento... —murmuró—. No entiendo lo que...

Sin embargo, su disculpa no terminó debido a que sus labios habían sido obstruidos por los labios ajenos. Eijiro se erizó de la sorpresa y pronto abrió los ojos exageradamente, observando la cercanía del rostro del otro, con los ojos cerrados y sus mejillas sonrojadas. El agua apenas burbujeó por su culpa, mientras relajaba su expresión y cerraba sus párpados lentamente, llevando su mano libre a la mejilla de Katsuki, mientras con la otra acomodaba el agarre de sus manos y lo sostenía con firmeza.

Eijiro ladeó su cabeza y soltó un pequeño ronroneo, permitiendo que su mente se llenara más y más del rubio. No sabía ni cómo explicar la sensación, pero si pudiera, si tan solo su cabeza no estuviera en las nubes y fuera capaz de organizar sus ideas, diría que la perfección se volvía nada al lado de eso. De ese momento. De ese tritón.

Y mientras se separaban para abrir sus ojos con lentitud. En tanto Eijiro observaba las mejillas sonrojadas, la respiración acelerada y la mirada cariñosa que recibía, él comprendió que dudar de no era algo propio de su persona, no cuando Katsuki valía tanto el esfuerzo y la pena como nada más en su vida.

Comunicarse podía resultar realmente sencillo cuando dos corazones se alineaban en un solo anhelo.


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En teoría esta apenas es la intro de la historia, porque luego venía el nudo y el desenlace, pero como ya no continué escribiéndola, pues quedó hasta aquí. En serio espero algún día poder seguirla, gracias a todos por leer<3

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⏰ Last updated: Jan 05, 2021 ⏰

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Bajo el mar. | Kirishima Eijiro x Bakugo KatsukiWhere stories live. Discover now