Después de la obra...

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Cuando la obra de Neil finaliza todos los poetas lo reciben entre aplausos y abrazos y Neil está eufórico porque lo ha hecho genial y sabe que actuar es lo suyo.

Charlie sugiere que vayan a comprar alcohol y van a la cueva (al señor Keating no le gusta esto)

El padre de Neil no sabe absolutamente nada y la adrenalina que supone haber desobedecido por primera vez junto con la euforia del momento hacen una terrible combinación para él.

Neil está eufórico, se siente rebelde, se siente vivo.

Los chicos están en la cueva de las reuniones, riendo, bailando, felicitando a Neil por el éxito de su actuación y bebiendo.

Todd no es precisamente el alma de la fiesta, pero comparte su alegría, pues es  difícil no contagiarte de la risa de Neil Perry. No es de mucho beber, pero si ha probado el alcohol alguna que otra vez y sabe que ayuda a poner una atmósfera.

Él está sentado en el fondo de la cueva, como siempre, y acababa de beberse el whisky que Charlie le había servido antes de que este le diera un gran trago a la botella y después se pusiera a gritar pasándosela a Meeks, Knox...

Tenía que confesar que se sentía muy aliviado. Siempre tuvo un pequeño nudo en el estómago intuyendo que algo podría ir mal, que podrían descubrir a Neil y entonces sería el final de ese embriagador sueño de hacer lo que quisiese. Tras ver que todo había salido más que bien, dio un pequeño suspiro. Él siempre se pone en lo peor de la situación, menos mal que estaba equivocado.

Sus ojos brillan al ver como todos ríen y Neil está tan feliz, bailando con una botella de Ginebra en la mano, dando brincos con su corona de ramas en la cabeza.

Neil nunca se había emborrachado, Charlie lo sabía y aunque Meeks y Pitts le pedían que le quitase la botella, él se negaba entre risas. Alegaba que quería dejarlo disfrutar al máximo de la noche, que era toda suya y que tenía que celebrar su éxito.

Tenía que admitirlo, Neil estaba demasiado gracioso así.

Neil había aprovechado el día, y ahora estaba aprovechando la noche, o algo así le había escuchado decir a Knox.

Dejó que una pequeña risa saliese de sus labios al ver como Neil reía y se tambaleaba, como el castaño avanzaba hacia él con cuidado de no tropezar y se agachaba a su altura casi quedando encima de él.

---¡Todd...! vamos, bebe un poco, te veo demasiado aburrido.

Todd intentó negarse mientras Neil reía y le acercaba la botella de Ginebra a los labios. Todo el chico olía a alcohol que echaba para atrás. Simplemente negó un poco y Neil hizo un puchero, su voz sonaba diferente.

---Vamos... por favor, por mí...

Tenía a Neil tan cerca que comenzó a ponerse nervioso, sentía que de no ser porque todos estaban tan borrachos, los estarían mirando sin parpadear. El casi rubio aprovechó su estado para tomar la botella de las manos del más alto y apartarla.

---Ya has bebido mucho, Neil.

Le murmuró sin atreverse a mirar a sus ojos debido a la inmensa cercanía. Neil volvió a hacer un puchero y sin previo aviso tomó la cara de Todd entre sus manos. Lo besó con tanta fuerza que los ojos del más bajo se abrieron de golpe y se quedó quieto unos instantes.

Los labios del castaño eran demasiado cálidos y sabían a alcohol, pero no pudo negar que tenía muchas ganas de seguirle el beso. Cerró los ojos ignorando que ahora todos los poetas se habían quedado en silencio mirandolos y trató de corresponder el demandante beso de Neil.

---N-Neil no es el momento...

Intentó excusarse pero no sirvió de nada. Los labios de Neil se estampaban numerosas veces contra los suyos en breves besos mientras que poco a poco, debido al peso quedaron recostados sobre la piedra, que estaba bastante fría.

Nuwanda fue empujando a los embobados poetas uno a uno fuera de la cueva para dejarlos a solas, evidentemente.

---¡Vamos a que nos dé el aire, volvemos en un rato!

Exclamó los suficientemente alto para que los escucharan antes de irse con los chicos.

Calor, Todd sentía mucho calor a la vez que los palos de la corona de Neil le hacían cosquillas en la cabeza. El castaño había logrado que su rostro ardiera con tan solo un par de besos, aunque puestos a ser sinceros, eran besos menos tímidos que los que se daban normalmente.

Neil comenzó a abandonar sus labios para atacar su cuello. Besos que hicieron que cada parte de Todd se estremeciese y como acto reflejo, puso las manos en su pecho, empujando.

---N-no podemos...

El castaño solamente soltó una risa llena de felicidad

---Carpe Diem, Todd. Estamos aquí, estamos juntos, podemos hacer lo que nos dé la gana. No temas.

Antes de que pudiera replicar nada, ya estaba dejando besos húmedos por todo su cuello. Por fin sintió que su cuerpo se relajaba y disfrutaba de la cercanía de Neil, quien se había quitado la corona para poder besarlo mejor.

Dejó su cuello lleno de besos y después juntó sus frentes sin dejar de sonreír, ambos cerraron los ojos disfrutando del calor del otro.

---Pensaba que querías esperar para contarles a los demás que...

---Da igual, hay que aprovechar el momento, ¿no? Hoy ha sido el mejor día de mi vida Todd, no podía esperar más.

Todd acarició su mejilla y se incorporó ligeramente para besarlo. Esta vez si que fue un beso tierno y sin ansias. Neil se recostó en su pecho y ambos quedaron abrazados.

---Carpe Diem...

Susurraría Todd acariciando sus cabellos.

Dead Poets Society;; stuffWhere stories live. Discover now