—¿Qué hay en este USB? —indagó al mismo tiempo que con un gesto le pedía a uno de los oficiales que le acercara su laptop—. ¿Qué habías descubierto sobre Keira, Harlan?

—Ella le estaba mintiendo a Nash sobre estar embarazada, la escuché hablando de eso por teléfono con un doctor, le pedía que le diera alguna solución, algo que la ayudara a seguir con la farsa porque si no, Nash la iba a dejar y eso destruiría su reputación.

Kenna le prestó atención a cada una de las palabras del chico y conecto el pendrive a la computadora, más no comenzó a reproducir los videos y tampoco observó las fotografías.

—¿Qué hay en la memoria USB, Harlan? —insistió, quería escucharlo de la boca del chico. Aunque con lo que había descubierto de mí, ella ya podía hacerse una idea de qué contenía.

—Hay videos de mí y de John Easton, teniendo un amorío. Ella sabía que me daba vergüenza porque me dejé utilizar por él, creyendo que iba a abandonar a su pareja, pero no, solo me utilizó y... por diversión habíamos hecho un par de videos, no sé como ella los consiguió, supongo que cuando estaba en la casa de Nash entro a la oficina del John, no lo sé, pero... —Harlan habló tan rápido que tuvo que detenerse para poder tomar una honda bocanada de aire.

Kenna le dio play al primer video y confirmó lo que el chico decía. En cierta medida, le daba lástima. Pero esa memoria lo convertía en un sospechoso potente, los únicos que estaban en un puesto peor eran Nash y su padre, quienes pronto recibirían una visita.

—¿Cuándo fue la última vez que hablaste con Keira?

—Creo que uno dos días antes de su secuestro —dijo dudoso. Luego sacudió su cabeza y tomó su celular de la mesita de café y se lo tendió—. Llévenselo, cuando terminen de revisar lo que desean pueden regresármelo.

El tono de voz de Harlan había sido casi de súplica, él no deseaba terminar envuelto en un desastre como ese, así que no le importaba tener que colaborar un poco para librarse. Kenna lo agarró y se lo tendió a uno de sus compañeros, después, sus ojos volvieron a posarse sobre el chico.

—Ahora sí soy sospechoso, ¿no es así? —adivinó el chico al ver como la mirada de Kenna sobre él cambiaba, se endurecía en cierta forma.

—Te recomiendo que no salgas del pueblo, una patrulla se va a quedar a custodiarte —anunció antes de pararse. Desactivo las grabaciones y se giró hacia Harlan—. Gracias por colaborar.

Dicho eso se encaminó a la salida, debía visitar la casa de los Easton. Al momento de estar en el barrio privado, el guardia le abrió sin siquiera preguntar, creyendo que iba la casa de mis padres. Sin embargo, Kenna siguió conduciendo por la misma calle hasta la última manzana, el terreno de la familia de Nash. Cuando se bajó de su vehículo, al primero que vio fue a John.

—Inspectora, no me llamaron para avisarme que vendría —gruñó el hombre.

Él era la versión de Nash en adulto, en todos los aspectos físicos.

—Necesitamos hablar, señor Easton —dictaminó la inspectora con impaciencia, esperando a que él le permitiera ingresar en la propiedad.

—Por su puesto —masculló con la voz cargada de fastidio y las cejas alzadas con incredulidad.

Ambos caminaron por las rocas planas que creaban un hermoso camino hacia la entrada de la casa. Subieron las escaleras e ingresaron al hogar. John suspiró con cansancio al tener que estar recibiendo a las personas que habían intentado detener a su hijo y los encaminó a la cocina, donde les ofreció un café que Kenna no tardó en rechazar.

—No voy a permitir que graben esta conversación, no pueden hacerlo —masculló cuando los oficiales estaban por comenzar a acomodar el equipo.

—Como quiera —se resignó la inspectora.

Kenna sabía que no lograría nada más, como ya todos sabían, John Easton era el mejor amigo del gobernador del pueblo.

—¿Qué es lo último que supo de Keira antes de que fuera secuestrada?

—No mucho, Ella y Nash no pasaban mucho tiempo aquí —se limitó a decir.

—¿Y de Harlan Font? —Al momento en que esa pregunta abandonó los labios de la inspectora, todos los músculos del cuerpo de John se tensaron de manera visible—. Ya sabemos del amorío que tenía con él.

—No le digan a mi hijo —fue lo primero que atinó a decir el hombre.

John no era estúpido, sabía que Nash le daría la espalda por completo al enterarse y apoyaría a su madre, ella lo dejaría y él terminaría en la calle sin un solo centavo porque jamás había trabajado en su vida, durante toda su adultez había sido mantenido por la madre de Nash. Para su suerte, Kenna no era consciente de eso.

—¿Eso es todo lo que tiene que decir? ¿Por qué no mejor responde mi pregunta?

—La última vez que supe de Font fue hace medio mes, terminé todo en cuanto me di cuenta de que era un error y no le volví a hablar —intentó excusarse. Y luego se dio cuenta de que la pregunta no tenía sentido—. ¿Qué tiene que ver esto con la novia de mi hijo?

—Usted dígame, señor Easton —insinuó Kenna y el ceño del hombre se frunció con verdadera confusión.

—No sé qué intenta averiguar, inspectora.

—Intentó averiguar qué tanto está involucrado usted con la desaparición y asesinato de Keira Cosgraves...

—¡Yo no tengo nada que ver con eso! ¡Por dios, era la novia de mi hijo! ¡¿Cómo podría haberle hecho algo a la niña que prácticamente era parte de esta familia?! —se exaltó.

—Quizás, temió que Harlan no pudiera contenerla y decidió hacer que se callara para siempre...

—¿De qué está hablando?

—De que Keira estaba chantajeando a Harlan con videos que tomó de su oficina —lo señaló—, y que usted debió espantarse por eso.

El rostro de John palideció y sus ojos se abrieron de manera exagerada.

—¿Videos? —su voz sonó débil—, ¿ella había visto esos videos?

—No me diga que usted no tenía idea, Easton...

—No la tenía —la interrumpió. Se mordió el labio por unos segundos y asintió—. Hablen con Harlan, van a ver que yo no sabía nada del chantaje, ni siquiera sé por qué la chica haría lago como eso.

—Harlan descubrió que Keira le mentía a Nash sobre estar embarazada —comentó como si nada la inspectora, deseosa de ver su reacción. El padre de Nash se atragantó con su saliva.

—Nash nunca me dijo que Keira podía estar embarazada... —susurró para él—. ¿Por qué la chica fingiría algo así?

—Harlan dijo que tenían problemas, que él quería dejarla...

—Eso es imposible, Nash lo habría mencionado.

—¿Cómo le mencionó del posible embarazo? —preguntó Kenna e iba a segur, pero uno de los oficiales le toco el hombro.

—Ya llamamos a Harlan y confirmó que John no tenía idea del chantaje —musitó en el oído de la inspectora.

Ella apretó sus labios en una fina línea y asintió. Tan rápido como conseguía sospechosos, ellos lograban librarse. Parecía que todos tenían una coartada.

—Terminamos por ahora, señor Easton.

El desvanecimiento de Keira Cosgraves (Completa)Where stories live. Discover now