Capítulo 6 | El Encuentro Parte 2

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Mew carga el flácido cuerpo entre sus brazos hasta su dormitorio. Aquel joven ángel de cabello albino, hermosas esmeraldas y esponjosos labios yacía acurrucado contra sus definidos pectorales, reposando la cabeza suavemente en el hueco de su hombro y cuello, restregando la punta de su nariz en amorosas caricias, como si le agradeciera. Podía oír los largos suspiros y sentía contra su cuerpo cómo el pecho del joven se expandía y contraía inhalando todo cuanto sus pulmones resistían.

No pudo evitar ensanchar aún más su sonrisa. Le gusta mi aroma, pensaba rebosando felicidad, su lobo también estaba feliz, movía fervientemente su rabo mientras se restregaba en su pecho, cubriendo al lindo omega con su olor en un acto sobreprotector.

Cuando detectó la fragancia más exquisita que jamás había olido, alzó la cabeza guiando la nariz en dirección a la puerta, ignorando al profesor frente suyo, quien guardó silencio cuando perdió la atención de su colega y estudiante. Los sentidos de Mew se alteraron cuando cerca de la fuente del dulce olor surgió otra de alfa excitado. Desde el fondo de su pecho soltó un gutural gruñido que incluso asustó a los otros profesores en el salón, todos se voltearon a verle. El siguiente fuerte aroma fue la gota que derramó el vaso. La mirada de Mew se oscureció en segundos y este salió del salón de profesores con escándalo, lo que también exaltó a los otros profesores y le siguieron el rápido andar. Giraron por unos cuantos pasillos y Mew, superado por la ansiedad, acelera el paso a un trote rápido a medida que el olor a miedo incrementaba. Halló la fuente del olor a omega aterrado en celo junto a la de alfa excitado tras la puerta entreabierta de los baños y de un violento manotazo la termina de abrir estampándola contra la pared. Entra junto a los profesores y de la rabia oprime los puños y la mandíbula, obligándose a no matar a aquella mujer en ese mismo instante. Entre tres profesores detienen a la mujer que parecía poseída por el diablo, mientras Mew cubría al joven estudiante con su chaqueta y lo cargaba fuera del lugar.

Mew deja el relajado cuerpo del joven sobre su cama y lo observa sonreír contra la almohada, expulsando más feromonas que antes. Frutillas y chocolate. El embriagante aroma le hizo agua la boca y tras tragar duro se percató de la gran erección en sus propios pantalones. Juntó toda la fuerza de voluntad que tenía y con la convicción proteger al hermoso omega en celo, se yergue sobre sí mismo para disponerse a marchar a otro lado para saciar sus necesidades.

Una mano sobre su manga lo detiene y tras soltarlo para aferrarse completamente a su cintura desde la espalda en un abrazo, suelta un jadeo. Olía las feromonas de excitación del omega y su propio lobo lo estaba traicionando soltando lo mismo como respuesta. Supuso que ahora que el omega se sentía seguro comenzaron los verdaderos síntomas del celo. Sin embargo, aún no perdía completamente el control, por tanto, la molestia y preocupación tampoco lo dejaban.

– Omega – le dijo con una voz más tosca de la que le hubiese gustado –, ¿Por qué viniste a la universidad si tu celo estaba cerca? – le dijo tras separarse del abrazo, girarse y arrodillarse a un lado de la cama para mirarlo a su altura – ¿Es tu primer celo? – el omega agachó la cabeza en sumisión sin apartar la mirada de la suya y negó – ¿Entonces...? – exigió con impaciencia.

– Se adelantó – le miró con docilidad y Mew sintió culpa –. Alfa... – un escalofrío le recorrió la columna y su erección palpitó en su entrepierna, soltó un suspiro para intentar calmarse y se vio obligado a apartar la mirada, jamás había tenido a un omega en celo delante suyo y ciertamente era mucho esfuerzo controlarse. Se levantó para marcharse cuando el joven habló de nuevo – Alfa también está en celo – se detuvo y volteó a verlo a los ojos. Le sorprendió no haberse percatado antes de su propio celo. El verde de aquellos ojos se había oscurecido y su pupila dilatada cubría casi por completo su iris. El joven tenía una mano entre los pantalones y abrió la boca para matarle la consciencia con un suave gemido – Ayúdame, Alfa.

Y tal y como si fuese una orden, Mew se acercó lentamente al omega hasta llegar a sus labios y con tortuosa paciencia los saboreó hasta explorar por completo su boca. Había recostado al joven y comenzado a desnudarlo para continuar con las peticiones. Si pedía más besos, los daba. Si eran los dientes, lo mordía. Si exigía que entrara, lo hacía. Si pedía por él, se entregaba. Si quería adentro, terminaba ahí mismo. Los besos, las mordidas, los arañados, nalgadas, caricias, chupetones. Marcas y más marcas. Evidencias de sus múltiples encuentros pintaron sus cuerpos como lienzos de su fuerte conexión. Sus lobos internamente se habían reencontrado después de una larga espera y no aguantaron más lejanía, se necesitaban, se extrañaban, se amaban y sus humanos no lo sabían, no eran conscientes, pero podían sentirlo a lo largo y ancho de sus sudorosos cuerpos. Las sucias sábanas habían atestiguado y no necesitaban nada más.

Mientras Mew salía de su dilatado nuevo lugar favorito tras disminuido el nudo, un celular los interrumpió. El omega reconoció el tono y se levantó tras acariciar su hombro y sonreírle. Mew dejó caer todo su cuerpo cansado y feliz a la almohada donde había estado el omega. El olor a frutillas y chocolate se había mezclado al café propio de su aroma. Sonrió como tonto, sin escuchar realmente la conversación del desnudo joven en medio de su habitación.

– Hola mamá... Sí, estoy bien... – el omega debió agacharse para recoger su pantalón y recuperar su celular, solo para volver a tirar el pantalón al suelo – Regresaré pronto... Iré el domingo... de acuerdo, te amo, adiós. – se voltea y regresa a recostarse. Mew aprovecha para acurrucarse en su cuello y abrazarlo desde la cintura, recibió suaves caricias a su cabello y espalda que no evitó contener su ronroneo.

Su lobo estaba en la séptima nube de felicidad y estaba de tan buen humor que simplemente le dejó ronronear a su omega, porque sí, su lobo le dejó muy en claro que no iba a permitirle andar con otro humano que no sea él...

Su consciencia hizo click finalmente tras aquel último detalle: habían tenido sexo desenfrenado –el mejor puto sexo de toda su vida– y ni siquiera sabían sus nombres. Su lobo le gruñó ante el rechazo del humano y por la mente le reprendió que no era correcto, solo para ver cómo su lobo le volteaba el rostro con desprecio. Aw, estúpido lobo, no me ignores.

El omega soltó una risa al presenciar la pequeña discusión entre el alfa y el humano. Mew lo miró con sorpresa y se dio cuenta que ellos contaban con un poderoso lazo. El lazo de sus lobos en ese momento, ahora que ya se habían encontrado y entrado en celo, era tan fuerte y con sentimientos tan grandes que los alcanzaban sin ningún problema. Eran destinados.

Mi Omega, mío. – cuando las mentes de ambos fueron verdaderamente conscientes de quién era el otro, se entregaron desde el fondo de sus corazones, tanto, que sus lobos salieron a reclamarse.

Tuyo, Alfa.

El Ser Diferente ♡MewGulf♡ OmegaverseAUWhere stories live. Discover now