El día 24 de Diciembre suele ser caótico.
En el tren del mediodía hacia Busan, Jungkook intentaba convencer a sus seres queridos de que llegaría a tiempo incluso si había partido el mismo día, mientras que Seokjin planeaba mil y un maneras de retra...
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🎄32.
Por muy vergonzoso que fuera, había algo que Jungkook no toleraba y eso era ser retado. Durante sus primeros años universitarios, cuando conoció a Jimin, estos constantemente se picaban el uno al otro con ese tipo de cosas y es que para su amigo era bastante divertido verlo volverse loco y repentinamente valiente con tal de demostrar que no le temía a nada. Por esa razón se convenció de que antes de bajar de ese tren, obtendría el número del atractivo hombre costase lo que costase.
Seokjin sólo pensaba en qué le diría a su hermano y con qué cara se disculparía con todos los invitados por llegar tarde, pues aunque la celebración iniciaba a las seis pm, algo le decía que debía comenzar a resignarse y aceptar que estarían quién sabe cuántas horas más detenidos en ese lugar. Los copos de nieve comenzando a caer finamente fuera del tren llamaron su atención para hacerlo sonreír débilmente, pues a pesar de todo él adoraba ver dicho fenómeno natural.
Miró a Jungkook tecleando frenéticamente en su teléfono móvil con un ceño fruncido y lo que parecía ira contenida, aunque por alguna razón esa faceta en él no podía lucir intimidante y eso le causó risa luego de haber pensado que debido a sus ropas aparentaba un aspecto duro.
Decidió sentarse a su lado, logrando que éste lo mirase confundido mientras la furia abandonaba su angelical rostro. Seokjin sólo le sonrió y llevó una mano al móvil ajeno para apretar el botón de bloqueo y con la otra mano señaló el espectáculo que la nieve les regalaba, pintando poco a poco de blanco los campos que los rodeaban. —Olvida un momento la pena y sólo observa. –Murmuró luego de que ambos se acercaran más a la ventana.
Jungkook estaba contento de ver la nieve también, pero lo que más gracia le hizo fue pensar en el mismo hombre frustrado de minutos atrás decirle esas palabras, luciendo repentinamente calmado. —La nieve hace milagros, ¿no crees?
—Bueno, si espesa y cae por mucho tiempo en realidad eso sólo nos asegurará permanecer en este sitio por horas... pero- el menor lo interrumpió riendo.
