Día 2: De ellos nos enamoramos

Magsimula sa umpisa
                                    

―No es para tanto ―dijo la Scarlet encogiéndose de brazos ―. Como sea. Mirajane puedes darnos de desayunar.

―Con mucho gusto ―respondió la mayor de la Strauss.

En la entrada se podían notar cuatro figuras, dos más grandes y otras más pequeñas, ahorita acaban de llegar Lucy y Juvia junto con sus imbéciles que por milagro del señor vienen muy tranquilos.

―Juvia-sama... ―hablo el Fullbuster ―Tengo mucha hambre.

―Ahora iremos a comer ―le contestó Juvia.

Ambos se despidieron de Lucy y Natsu, y se fueron a la barra donde Erza y Jellal comían tranquilamente un pastel de fresas.

―Lucy... quiero comer ―dijo el dragón slayer de fuego.

―Pero Natsu tú comiste hoy en mi casa ―le recordó la rubia.

―Pero tengo más hambre ―Natsu hizo un puchero.

―Ugh, está bien vamos ―contestó más que disgustada, esta semana sería muy larga.

En una de las mesas se encontraba un niño pelinegro con piercings en la cara comiendo una jugosa carne o bueno iba a empezar a comer la carne, pero antes de que diera un mordisco.

― ¡REDFOX!

Alguien desde la entrada grito, cosa que asusto a la mayoría del gremio, Gajeel tiro la carne al piso y comenzó a sudar frio, su respiración era agitada, sabía que fue mala idea irse antes.

―Tú... niño del demonio ―dijo Levy McGarden haciendo que Gajeel se pusiera a temblar ―. Estás imbécil ¿o qué? Sabes el infarto que casi me da cuando no te vi en la habitación.

―Levy-san... ―dijo el pequeño Redfox nerviosamente ―Yo puedo explicarlo.

―Cállate enano ―le contesto fríamente Levy.

―Si no quieres que se te vuelva a perder ―le dijo cierta peli escarlata ―. Usa esto.

Erza le puso en la mesa una cadena igual a la que Jellal tenía. Levy al principio lo pensó pero luego tomo de una manera brusca a Gajeel y le puso la cadena en el cuello y lo jalo hasta la biblioteca.

―Tsk ―se quejo Gajeel.

Lucy y Natsu miraban la escena algo confundido, siguieron con la mirada a Gajeel y Levy, cuando estos dos desaparecieron, la maga estelar y él dragón Slayer de Fuego se quedó viendo para estallar en carcajadas.

―Ese come hierro es un idiota ―dijo Natsu entre carcajadas.

―Viste la cara de Levy ―le dijo Lucy igual riendo.

―Sí, haha pobre hierrito ―ambos siguieron riendo hasta que llegaron a un silencio incómodo.

Ambos agacharon la cabeza, Lucy comenzó a jugar con sus manos y Natsu simplemente siguió viendo el suelo.

―Rival de amor ―llamo Juvia a la maga estelar rompiendo el silencio incómodo.


― ¿Pasa algo Juvia?―pregunto la Heartfilia.


―Uuum bueno, quería saber si lea gustaría hacer un picnic Gray-sama y Juvia ―Lucy miro a Juvia y luego vio a Natsu que le comenzaron a brillar esos ojos color esmeralda, luego vio a Gray que simplemente está de brazos cruzados.


― ¿Qué hay de Erza y Jellal? ―volvió a preguntar Lucy.
―Erza-san y Jellal-san están comiendo pastel de fresas y no creo que quieran ir. ¿Nos acompañara?


―Sí las bestias se portan bien ―dijo la rubia secamente.
―Muy bien ―dijo una alegre Juvia ―. Vamos.

Los cuatro magos salieron del gremio en dirección a un bello parque. Se sentaron bajo un frondoso árbol, Juvia acomodo el mantel de color rojo en el pasto y Lucy puso la comida sobre él, por alguna extraña razón los niños estaban tranquilos, ambos estaban sentados tranquilamente bajo apoyados contra el árbol. La Heartfilia contemplo la escena y no pudo evitar sentirse conmovida.

―Sabes... ―dijó Lucy ―Se miran tiernos así como están.

―Juvia piensa lo mismo ―afirmo la maga elemental ―. Gray-sama y Natsu-san se ven tiernos, aunque se me hace raro que estén tranquilos.

―Qué más da, por lo menos no están dando problemas.

Juvia asintió y puso los sándwiches en los platos de cada uno.

― ¡Niños! ¡A comer! ―llamo la rubia a los niños.

Ambos se levantaron y se sentaron junto a sus niñeras.

―Esto se ve delicioso ―dijo el pequeño Dragneel con estrellas en los ojos.

―No me digas, cerebro de lava ―le dijo Gray.

― ¡Cállate princesa de hielo!

―A callad...―les dijo Lucy enfadada.

―Tsk ―fue lo único que ambos dijeron.

Ambos tomaron de mala gana los sándwiches y comenzaron a comenzaron a comer la comida que al parecer preparo Juvia.

...

El maestro caminaba en dirección a la barra donde se encontraba la dulce albina limpiando vasos, ella se percató de la presencia del maestro por lo cual dejo de hacer lo que estaba haciendo.

―Mirajane, ¿vendiste las pociones? ―preguntó el maestro Makarov.

―Sí maestro, el dinero lo deje en su oficina ―contestó la mayor de las Strauss.

― ¿Y qué poción tomaste? ―le volvió a preguntar.

―Uuum bueno pues... ―no sabía si contestarle con la verdad no sabía si se molestaría por lo de los chicos, pero lo mejor era no decirle ―No recuerdo que poción tome, Lisa-nee la tomo ―contestó dejando los nervios.

―Muy bien ―le dijo él maestro para luego irse a su oficina.

Mirajane soltó un suspiro.

―Que bien que no le dijiste la verdad ―le dijo una castaña a Mirajane ―. No sabremos como hubiera reaccionado.

―Cana tiene razón, Mira-nee ―le dijo su hermana menor.

―Chicas... ―dijo Mirajane en un susurro ―Hay algo que deben saber.

Ambas se quedaron viendo, y prestaron atención a lo que la albina tenía que decir. Cuando la mayor de las Strauss termino ambas se quedaron en blanco para luego comenzar a reír.

―Esto será interesante... ―dijo Cana sacando una botella de sake.

―Ni que lo digas ―afirmo Lisanna.

Las tres chicas comenzaron a reír malévolamente atrayendo la atención de algunos de los miembros del gremio que se preguntaban porque ellas se reían así pero decidieron no tomarle importancia.

Editado el: 17-12-2015


Cuidando a unos ImbécilesTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon