Capítulo Único

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La Navidad. Una palabra conocida por todos y que tenía un significado bastante fuerte en la sociedad. Cuando llegaba el último mes del año, por algún motivo el ambiente cambiaba bastante. Y no solo eso, al pisar la calle se podía percibir que el ánimo de las personas había dado un giro impresionante: sonreían más, se saludaban unos a otros y todos parecían contentos de que aquella época haya llegado.

Para Atsushi Nakajima, la Navidad solo podía significar una cosa: comida.

Y bueno, no creía estar muy equivocado.

Todo se remontaba a los años en los que estuvo en el orfanato. A pesar de que el ambiente allí nunca había sido el mejor y recordar aquel lugar nunca le traía buenos recuerdos, cuando llegaba la Navidad todo cambiaba. Podía rememorar a la perfección y es que era la única fecha en donde los platos de comida variaban bastante. No eran las mismas pastas insípidas que le daban siempre o las galletas duras que debía masticar muchas veces antes de tragarlas enteras. Tampoco era la leche en mal estado que al final siempre lo enviaba al baño.

La mesa del orfanato donde comía se llenaba de platos humeantes y coloridos, ricas ensaladas dulces, postres y, sobre todo, un delicioso pollo al horno. Era lo único que podía recordar de buena forma cuando pensaba en esos años. Ahora que lo meditaba bien, no tenía idea por qué el resto del año le daban comida que parecía sacada del inodoro, mas en cierta medida lo agradecía; porque así su concepto de Navidad era bastante bueno y ahora era una época que esperaba con ansias.

¿Era infantil? Probablemente, pero Atsushi no podía evitar sentir cómo la emoción bullía en su interior cuando la fecha esperada se acercaba cada vez más.

Aunque quizá ya no sería lo mismo. Tal vez sus Navidades de ahora en adelante también serían completamente diferentes. Después de todo, pasar la Navidad en la Agencia de Detectives no era como tal su sueño ideal.

Lanzó un largo suspiro mientras sostenía como podía los globos y decoraciones coloridas. Estas le llegaban hasta el mentón y debía alzar el rostro para poder ver bien.

—Atsushi, ¿se ve torcido? —preguntó Tanizaki, quien se encontraba subido en una escalerita mientras acomodaba el cartel de "Feliz Navidad" en la ventana.

—¿Eh? —preguntó, parpadeando hacia la ventana y notando por primera vez el cartel que, según había escuchado, Naomi había hecho. Estaba lleno de colores y adornos, y la letra era bastante bonita—. Ah, creo que está bien. Sí, así.

Tanizaki afirmó con lentitud, analizando el cartel y luego dando un pasito hacia atrás.

—Está bien, creo que lo dejaré...

—¡Ah, no puede ser! —exclamó una fuerte voz de repente, asustando a Tanizaki y provocando que trastabillara y cayera hacia atrás.

Atsushi tuvo el impulso de lanzarse a recibirlo, pero por las cosas que tenía en los brazos fue incapaz, así que solo pudo ver con una mueca en el rostro cómo su compañero caía de trasero en el suelo. Por fortuna, no era muy alto y todas las cosas que había en el piso amortiguaron la caída.

Cuando volteó a ver quién había sido el culpable de aquel susto, se encontró a Ranpo abriendo la neverita que había en el cuarto. Su expresión era del más puro terror.

—¡No puede ser, ya no hay golosinas! ¡No hay chocolates, no hay galletas, no hay nada! ¡¿Cómo se supone que haremos una fiesta así?! —Y se llevó las manos al cabello, luciendo realmente angustiado.

Kunikida, quien estaba de pie a su costado, se acomodó las gafas con completa seriedad y le dijo en su característico tono firme:

—El encargado de comprar la comida era Dazai, se lo dije.

Una noche mágica |Shin Soukoku - BSD|Where stories live. Discover now