Funcionaban, lograban hacerlo. Ambos realmente se complementaban y con la ayuda necesaria, Cassandra comenzó a entender que Spencer no podía estar con ella todo el tiempo; el tenía una vida que vivir y ella tenía que hacerse cargo de la suya.

Cassandra había mejorado en muchísimos en todos los sentidos. No sé había quedado callada, había contado su historia, había conseguido ayuda, se mantuvo cercana a su familia y a sus amigos, quienes siempre estuvieron para ella.

Pero quizá, ninguno lo estuvo como Spencer, quien no es en realidad un fanático de la tecnología, pero estaba consciente de que si Skype no existiera el no hubiese podido llevar mejor su relación con Cassandra. 

Y aunque ninguno de los dos planeaba enamorarse, una noche, cuando celebraban el cumpleaños número veinticinco de Cassandra, hace exactamente tres años en la azotea del edificio donde viven, terminaron besándose y una cosa llevó a la otra. 

Sí, ese día había sido el detonante para que la relación de Cassandra y Spencer se hiciera un hecho, por que se comprometieron a ser fieles pese a la distancia y a turnarse en las visitas, lo cual favoreció mucho a Cassandra quien podía aprovechar para tener un ojo más cercano en la compañía de Bienes y Raíces de su padre la cual sigue en funcionamiento. 

Pero, poco a poco, mágicamente ambos comenzaron a incluirse en sus planes; Cassandra buscaba trabajos en Washington para estar más cerca de él o algunas veces Spencer ofrecía apoyo en el departamento de policías de Nueva York para poder verla más seguidos.

Un día Spencer simplemente llegó con la noticia de que había adoptado el cual sería su hijo Yoda, eran una pequeña familia. 

Penélope realmente no entendía por que llevaban ya cuatro años saliendo y ellos aún no estaban casados. 

Se separaron de aquel tierno y apasionado beso y Spencer la bajo lentamente para abrazarse con fuerza.

—¿Cómo que quieres dormir, eh? —preguntó al separarse de ella.

—Yo estoy bien, y en el trabajo nunca me había mejor —dijo Cassandra desviando la pregunta de Spencer.

El hombre sonrió un poco y peino el cabello de Cassandra—. Amor —susurró.

Cassie suspiró.

—Solo... se me ocurrió y... es buena idea —murmuró pasando su dedo por la corbata de Spencer—. ¿Quieres dormir? —bateó sus pestañas luciendo adorable—. Oh... podríamos... ya sabes... hacer el amor —agregó inocente, provocando que Spencer sonriera—. Cualquier cosa dentro del departamento, cuenta conmigo —Spencer comenzó a reír.

La cargó entre sus brazos nuevamente y caminó con ella hasta el sillón, con Yoda detrás de él, pisándole los talones.

Al sentarse, Yoda brinco hasta ellos reclamando atención.

—Hey, tu la ves todos los días Yoda, no seas egoísta —le dijo Spencer acariciando las orejas del perro un tanto divertido. 

—¡Yoda! ¡Abajo! —le ordenó Cassandra soltando una risita.

El perro ladró dos veces y con indignación, bajó del sillón.

—Entonces, ¿gano hacer el amor? —preguntó con emoción Cassandra.

—En realidad, no ganó ninguna —le hizo saber Spencer.

Cassandra frunció el ceño—. Pero...

—Tu y yo nos bañaremos...

—¡Y haremos el amor! —chilló abriendo sus brazos.

Spencer soltó una carcajada—. ¿Son las hormonas? —preguntó acariciando su vientre. 

𝐔𝐍𝐏𝐑𝐎𝐅𝐄𝐒𝐒𝐈𝐎𝐍𝐀𝐋 (s. reid)Where stories live. Discover now