Nermus

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Tenía alas grandes y negras como la noche. Todo su cuerpo se cubrió de escamas blancas. Sus ojos se habían vuelto de un color violeta brillante, mientras que la piel que los rodeaba se tiño de marrón oscuro. Le crecieron dos largos colmillos y sus uñas cambiaron de forma hasta parecerse a dagas. A su alrededor el aire se tornó pesado, pero a la vez cálido. De su cuerpo emanaba una energía poderosa, pero totalmente tranquilizadora.

Los Titanes terminaron respirando el aire cargado con su poder y sintiendo su benevolencia. Por supuesto, lo repudiaron. El estómago se les revolvió del asco. De pronto, tuvieron la necesidad de liberarse del improvisado cautiverio y despedazar lo primero que pudieran alcanzar. Sin embargo, sentirse desesperados no era su estilo. Ellos vivían para hacer a otros sentirlo.

Por alguna razón, los tres reyes del infierno empezaron a reír escandalosos. Ya no parecían asqueados ni atontados ni preocupados, estaban recuperados listos para comenzar el juego.

-Tus antepasados lloran en tu hombro, Suprema – Dijo Rajkat, el más poderoso y líder de los tres Titanes, viendo algo oculto a los ojos de su adversaria – Esperan y lamentan tu llegada.

- Quieren pedirte disculpas por dejarte esta pelea – Añadió Infernus, portadora del poder para abrir las puertas del infierno – Lamentan que la generación más débil nos vea.

-Parecen gatitos perdidos ¿Verdad hermana?- Habló Nermus, el tercer Titan. El más débil en cuanto a fuerza, pero poseedor de una habilidad muy particular.

-¡¿A quién le dices gatito?! – Gritó Lara, al escuchar como menospreciaban el poder de su hermana, aunque ignorando que en realidad se referían a ella – Mavia los apaliará en un momento, ya verán.

Los comentarios chillantes de Lara no fueron bien recibidos por los hermanos. Mientras la Suprema Menor hablaba, hubo un fugaz intercambio de miradas. Cuando Lara dijo la última palabra, Nermus movió un dedo y ella desapareció, siendo tragada por un agujero negro que se esfumo junto con ella.

Al instante, Mavia reaccionó destruyendo la barrera, que al final sirvió solo de estorbo, e intentando llegar a salvar a su hermana, pero todo paso demasiado rápido, incluso para ella. Unos segundos después, antes de que Shion pudiera entender lo que había pasado, el agujero negro volvió a aparecer y escupió a la pobre Lara.

Estaba temblando exageradamente, tenía la vista fija en la nada y una expresión de terror desmesurada. Su boca estaba abierta, como si estuviera gritando sin sonido. Un par de lágrimas caían de sus ojos, tal vez de dolor o tal vez de pánico. Pero lo peor, sin duda, era que le faltaba todo el brazo izquierdo.

Tan solo fue un pestañeo, un micro segundo ¿Cómo era posible que estuviera así? Pero ese era el poder de los Titanes, así de temible, así de rápido.

Mavia sujeto a Lara cuando esta perdió el equilibrio. Parecía haber perdido la conciencia. Suplicó al universo que no estuviera muerta. La dejo suavemente en el suelo. Como pudo, detuvo la hemorragia de la herida, y luego, la Suprema Mayor, se levantó más furiosa que nunca.

-Shion – hablo con la voz gruesa y ronca, totalmente diferente al sonido dulce que él acostumbraba oír, incluso en los peores momentos- Llévatelas, tan lejos como puedas.

-¡No voy a abandonarte con ellos!- Mavia demostró su disgusto ante la negativa expulsando una fuerte energía oscura que golpeo de lleno a su amigo. Le dejo claro, que no había lugar para discusiones.

-¡Lárgate!- Gritó. 

Shion, asustado, se trasformó en un centauro, con la mitad del cuerpo como un caballo y la otra mitad como un hombre. Cargo sobre su lomo primero a Lara y luego a la reina Hydna, tratando de sostenerlas a ambas con sus brazos. Antes de marcharse, dio un último vistazo a su querida Mavia, deseando que esa no fuera la última vez que la viera.

La Maldición de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora