Capítulo 9

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- ¿Otro falta en la misma semana, señorita Ross? Eso debería ser una clase de record. -Sonrió sin gracia la directora, mirándome fríamente. Permanecí en silencio. No es como si hubiese mucho que decir, de todos modos. -No me gustan las señoritas problema aquí en mi internado. -Se cruzó de brazos. -Supongo que esas tres horas en el comedor no han sido suficientes. -Después de su pequeña caminata por su pequeña oficina mirándome fijamente, se sentó en su escritorio frente a mí. -Cumplirás el doble de horas.

- ¿¡Seis horas!? -Exclamé, mirándola con los ojos como platos.

Cogió un bolígrafo con ambas de sus manos y apoyó ambos codos sobre el escritorio, dejando el bolígrafo frente a su rostro, estudiándolo con una no muy agradable sonrisa. - ¿Cree merecer más? Debo recordarle que salir del internado sin el permiso debido, es una gran falta. Además de eso, debo agregar que es su segunda falta y en la misma semana. -Dejó lentamente el bolígrafo en el escritorio nuevamente. -Mañana, luego de todas sus clases y después de la cena, de ser necesario. Puedes retirarte.

Apreté la mandíbula y me puse de pie, saliendo de su apática oficina. La cabeza me palpitaba de una no muy agradable forma mientras iba de vuelta a mi habitación.

Jodido Matthew, por haberle hecho caso de salir ayer con él ahora debo cumplir seis jodidas horas de castigo. No sé honestamente que está mal en mí. Mi móvil vibró con una video llamada entrante de mis padres. Bufé y la ignoré, no estaba de ánimo para verles la cara.

Así que aquí estaba en camino a mis seis horas de castigo poco merecido que serian, redoble de tambores, acomodar la biblioteca del internado.

Gruñí y empujé las grandes puertas del lugar.

Ostia, es más grande de lo que pensé.

La bibliotecaria me dio una escoba y uno de esos que sirve para quitar el polvo además de ordenarme que comenzara por el último pasillo.

Comencé por quitar el polvo de los estantes y libros, además de acomodar los que estaban desordenados.

- Blair, como lo siento, yo no pensé- no recordaba que no se podía. -Habló un muy atropellado Matthew a mis espaldas.

- No es sólo tu culpa. -Le di una falsa sonrisa y me di la vuelta nuevamente para seguir con lo que estaba haciendo.

- En serio lo siento. Intenté hablar con mi madre pero dijo que ya te habías metido en problemas antes, así que no había mucho que hacer. -Hablaba muy rápido y atropellaba algunas palabras. -Podríamos hablar con la bibliotecaria-.

- No hay porque empeorar las cosas. Esto no es, um, tan malo como parece. -Le vi cruzarse brazos y mirarme con una de sus cejas enarcadas.

- Al menos déjame ayudarte. Si de algo sirve, la señora Rocher siempre se va temprano los lunes, así que puedo hacer que firme como que has cumplido las seis horas. -Susurró la última parte. Asentí y seguí sacando el polvo de las estanterías mientras veía como Matthew acomodaba las repisas altas, esas a las que yo no llegaba.

Luego de un rato la señora Rocher, la bibliotecaria, se acercó a donde estábamos Matthew y yo, buscándolo. Se alejaron un poco, buscando que no oyera la conversación, de todos modos podía oírla apenitas.

- Matthew ya es mi hora de irme pero tengo que asegurarme de que la señorita Ross cumpla el castigo. -Hablaba ella.

- No se haga problema, yo estaré al pendiente.

- Gracias. Confío en ti. Te dejaré el cumplido para que se lo des en cuanto termine.

- Vale. -Sonreí un poco pero seguí acomodando. Los pasos de la señora Rocher volvieron y por el rabillo del ojo, vi como le entregaba un papel a Matthew y volvía a darse la vuelta para salir, cerrando la puerta tras de ella. -Eres oficialmente libre. -Me entregó el papel con la firma de la bibliotecaria.

Lo tomé. -Te agradecería pero fue tu culpa. -Me encogí de hombros.

- Aun puedo cambiar de opinión sabes. -Una sonrisa jugaba con formarse en sus labios.

- Pero no lo harás. -Le mostré mi lengua.

- Muy madura, señorita Ross.

Carcajeé. -Es mi especialidad, señor Clark.

- Salgamos de aquí. -Finalmente se permitió sonreír y salimos de la biblioteca, apagando las luces y cerrando con seguro. -Si sabes que no te puedes acostumbrar a esto, ¿no? Trata de no buscar tantos problemas, Blair. Entiendo que tal vez eres un espíritu libre y no te gusta seguir las reglas pero, te aseguro que si evitas este tipo de inconvenientes, será más fácil para ti.

- ¿Quién usa la expresión "espíritu libre" estos días? -Me burlé. -Eres como mi abuela. -Arrugué mi nariz.

- No te burles, hablo muy en serio. -Se cruzó de brazos.

- Como digas, abuelita. -Volví a arrugar mi nariz.

- No hagas eso.

- ¿Esto? -La arrugué nuevamente.

Bufó. -Sí. No lo hagas.

- ¿Por qué?

- Porque no.

- Dime.

- No.

- Dime.

- No.

- Dime.

- ¿Vas a cansarte? -Negué y arrugué la nariz. -No te favorece.

Mis ojos y boca se abrieron de la sorpresa. Le golpeé el brazo. -Idiota. -Le vi sonreír.

- Yo debo, umm, irme. Vete directo a tu habitación y recuerda lo que te he dicho. -Besó mi cabeza rápidamente y se fue.

Me quedé mirando en la dirección en la que se fue. Llegó hasta una chica y la saludó antes de entrelazar sus manos con las de ella.

Era obviamente Jade.

Me di una vuelta sobre mis talones para dirigirme rápidamente hasta mi habitación con un suspiro.

>Trata de no buscar tantos problemas<

Es lo que todos decían, pero eso era parte de mí. No es que fuese rebelde, sólo no me gustaban las reglas de aquí y cambiar no era precisamente algo que estuviese en mis planes.

Aunque tal vez podría contenerme de conseguir estos castigos. Podría simplemente fingir que era la señorita perfecta que mis padres querían y así volver pronto a casa.

Sólo debería ser más sigilosa al momento de quebrantar alguna regla.

Lo contrario a una damaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora