Capítulo 11

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Hice una mueca al sentir unos golpes en mi puerta, despertándome de mi placentero sueño mañanero del sábado.

Abrí uno de mis ojos para observar la habitación. Las camas de mis compañeras estaban perfectamente tendidas, lo que significaba que habían salido a su clase de yoga.

Gruñí y me puse de pie. Abrí la puerta para observar a un elegante, como siempre, Matthew del otro lado. Mis ojos se abrieron de par en par mientras pasaba mis manos por mi rebelde cabello mañanero.

- Matthew—.

Me interrumpió. –Sólo he venido por las llaves. –Su expresión era dura y seria a la vez.

Asentí y caminé hasta la cómoda junto a mi cama donde había dejado dichas llaves la madrugada anterior y volví de regreso hasta la puerta donde él estaba.

 Se las tendí pero antes de que las tomase, las alejé. – ¿Qué te ocurre?

- No estoy para tus juegos ahora. –Dijo, tendiendo su mano hacia mí como pidiéndome las llaves.

- Si es por lo de anoche—

- Lo de anoche es algo que no tuvo que haber pasado y si me disculpas estoy bastante apurado para esto.

Gruñí y le di las llaves. ¿No quería hablar? Bien, no hablaríamos. –Que tenga un buen día, señorita Ross. –Dijo y se dio la vuelta sobre sus talones, desapareciendo de mi vista.

El resto del fin de semana había pasado sin muchos percances. Mis padres llamaron y vine a atenderles luego de la cuarta vez porque la verdad ya estaban insistentes. Sólo me dijeron que me extrañaban, que esperaban que pronto volviese y más mierda de esa. Actué y me retuve de decir todo lo que les quería decir, sólo para que creyesen que el internado estaba haciendo su “efecto”. Los chicos me llamaron para contarme del nuevo enrolle de Chase y Amber de su nueva cita con Liam. Me hacia mal ver como no estaba con ellos en momentos tan especiales como esos.

Me molestaba mucho la estúpida y arrogante actitud que mis padres habían tomado.

Ajusté mi bolsa y entré a mi primera hora de la semana. Danza clásica.

La dejé junto al espejo y cuando levanté la mirada, iba entrando mi pareja. Blanqueé los ojos y me coloqué en posición. Matthew tampoco parecía muy contento.

- Buen día, clase. –Saludó la instructora. –Hoy continuaremos con la rutina que hemos venido ensayando. –Y colocó la ya conocida música lenta.

Su mano se envolvió alrededor de mi cintura y la otra sostenía la mía a la altura de nuestros hombros. Durante toda la rutina Matthew movía la mirada a todos lados excepto a mí. Era frustrante.

- Puedes pedir que te emparejen con Jade, si tan incomodo te sientes. –Gruñí.

- No seas inmadura, Blair.

- ¿Con que derecho me hablas de inmadurez tu a mí? –Enarqué una de mis cejas.

- No  lo entenderías—

- Pensé que te ayudaría pero veo que me equivoqué, como siempre.

- Blair, no—

- Déjalo.

- Es que no—

- Déjalo, Matthew.

Y no volvimos a hablar durante el resto de la rutina, justo como al principio.

- Seria mejor si para la próxima vez se concentran más en la rutina que en hablar. –Reprendió la instructora a Matthew y a mí. Ambos sólo asentimos.

Saqué mi mano de su hombro y solté la que sostenía la otra antes de alejarme para coger mi bolsa e irme a mi siguiente clase.

Lo único bueno de hoy fue el anuncio de la cancelación de la clase de modales a la hora del almuerzo por lo que podíamos comer donde quisiéramos, incluyendo el patio. Cogí mi almuerzo y me encaminé a una de las mesas.

Revisé algunos mensajes de los chicos y después dejé el móvil de lado, dispuesta a comer. Una bandeja fue puesta frente a la mía, seguida de alguien dejándose caer en el asiento en mi misma mesa.

Gruñí y decidí sólo ignorarle.

- Disculpa, ¿sí? –Habló Matthew de repente. Limpié las esquinas de mi boca y levanté la mirada hacia él con fastidio. –He sobreactuado las cosas sin pensar. –Suspiró. –Me la pasé bien en  el club, ¿de acuerdo? Es sólo que, no estoy acostumbrado. No es algo que suelo hacer. Ya sabes, desobedecer a mis padres, yo sólo, no soy así. –Se rascó la parte posterior del cuello. –Lamento si te he hecho pensar lo contrario. Agradezco tu intención que en el fondo sé que es buena pero sólo he, estado estresado, preocupándome porque mis padres puedan enterarse y tu, bueno, obtengas otro castigo.

- Está todo bien. –Fue lo único que dije.

- ¿En serio?

Asentí. –Tienes toda la razón de estar molesto. –Me encogí de hombros. –Prácticamente te obligué a ir a ese club.

Negó con la cabeza. –En el fondo yo quería ir, sólo que a ultimo me acobardé. Es sólo que, –Tomó una bocanada de aire. –No quiero decepcionar a mis padres.

- Y no tienes porque hacerlo. No has hecho nada malo. Eres adolescente. Es necesario que salgas a fiestas, te diviertas y todo lo que eso conlleva.

- No lo entiendes.

- Explícame entonces.

- Sólo, dejémoslo estar.

- Así que, –Intenté alivianar el ambiente. – ¿Qué tal tu primera resaca?

- ¡Terrible! Sentía como si me estaban licuando los sesos. –Reí.

- Eso fue tan Kyle.

- ¿Quién?

- Nadie. –Negué con una sonrisita.

Lo contrario a una damaWhere stories live. Discover now