Destino

2.4K 204 89
                                    

«Por fin regreso a México, después de tantos años»...—Pensaba Juliana mientras se acomodaba en su asiento del avión mirando por la ventanilla.
Tenía tantas ganas de ver a su madre otra vez, había salido del país hace varios años en busca de un mejor futuro. Ahora lo tenía todo. Dinero, posición y una carrera dónde era una de las mujeres más exitosas. Sí, lo tenía todo, excepto el amor o eso era lo que le decía Lupe, su mamá. Juliana no creía en esas cursilerías y estaba bien así, disfrutaba con quién le daba la gana, sin compromisos. Le gustaba tener el control de su vida y gozaba al máximo de su soltería.

«La gente enamorada se vuelve estúpida» se decía a ella misma.

En sus planes no estaba el enamorarse y estar en una relación dónde por lo general siempre había celos, drama o control como lo había visto tantas veces con algunos de sus amigos. Ella nunca se iba a enamorar, se lo había repetido mil veces a Lupe y sabía que ese sería un tema de conversación cuándo estuviera en México.

Su madre siempre le decía que necesitaba abrir más su corazón, que el amor no era eso que presenció cuándo era niña y veía como su padre maltrataba a su mamá. El amor no era ese temor constante a hacer algo "malo" y ser reprendido. El amor no era aguantar todo lo que la otra persona te hacía. Su madre se había equivocado al seguir con un hombre así por tantos años y ahora sabía que le había afectado a su hija más de lo que ella hubiera imaginado. Le dejó cicatrices difíciles de borrar. Por eso siempre que podía le decía que se diera la oportunidad de amar y ser amada. Pero a veces creía que el daño estaba hecho y ya era demasiado tarde para repararlo. Esa era una conversación constante entre ellas  siempre que hablaban por teléfono pero Juliana sabía que ahora que estuvieran frente a frente, la torturaría con mil preguntas sobre su vida amorosa.

Ella estaba segura que no quería caer en esa trampa y perder el control de su vida. Lupe soportó todo por "amor". Desde pequeña fue testigo del maltrato de su padre y siempre le preguntaba porqué seguía aguantando todo ese abuso tanto emocional como físico. La respuesta era siempre la misma "Yo lo amo".

Para Juliana, enamorarse era cederle el control total y absoluto a la otra persona, era perder su identidad. Ella no se dejaría arrastrar por ese sentimiento.
Hasta ahora le había funcionado, se divertía y le daba rienda suelta a sus deseos sin involucrar al corazón de por medio.
Además, el amor bonito era una fantasía, sólo existía en esas películas de princesas o en los cuentos de hadas.

Estaba tan perdida en sus pensamientos que no se dió cuenta que alguien se había sentado en el asiento del lado, de pronto sintió que le tocaron el hombro y eso la hizo regresar a la realidad.

—Disculpa, puedo pedirte un favor?

Juliana giró su cabeza y se quedó muda cuándo su mirada se cruzó con la de aquella hermosa chica de ojos tan azules como el mismo cielo, el rostro más bello que jamás había visto en su vida con aquellos labios gruesos y perfectamente delineados, su cabello largo y castaño que caía por un lado de su hombro. El corazón casi se le sale del pecho cuándo aquella chica le sonrió... era una sonrisa tan angelical que Juliana sintió que le atravesó el alma...

Tal vez el amor si existía... Y tenía forma de mujer.

La mente de Juliana dejó de funcionar. Se perdió en la profundidad del azul de aquellos ojos... la chica le seguía sonriendo pero ella sólo la admiraba asombrada.

—Oye estás bien? —preguntó la chica mirándola con curiosidad.

Juliana era una mujer muy segura de si misma, nadie lograba ponerla nerviosa, era un persona muy difícil de impresionar... hasta ahora que todo se había detenido... incluso su respiración.

DestinoWhere stories live. Discover now