Epílogo

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        Epílogo

        Varios meses antes...

         Hacía meses que One Direction estaban de tour y estaban disfrutando del breve día de descanso que se habían ganado tras tantos meses de duro trabajo sin parar, hasta casi dejarse las pieles en ello. Habían sudado, llorado, reído e incluso sangrado a causa de ligeras sonrisas, pero todo eso merecía la pena si eran capaces de ver a sus fans luciendo las enormes sonrisas que esbozaban cuando se subían al escenario, como si ellos fueran todo su mundo. Habían estado largos días sin dormir, entrenando por la mañana, dando un concierto por la tarde y grabando el nuevo disco por la noche, hasta quedar completamente exhaustos, y caer agotados en la cama, para dormir un par de horas antes de volver a empezar de nuevo. Pero eso ya no importaba, ahora lo único que importaba es que tenían el día libre y pensaban aprovecharlo, eran jóvenes y no iban a serlo siempre, pensaban aprovechar cada momento. Así que, tras mucho pensarlo y una buena mañana de bien merecido sueño, habían decidido ir juntos a la feria local del lugar en el que se encontraban en aquel momento.

        Acompañados de sus guardaespaldas, los cinco chicos fueron de un lado a otro de la feria, montándose en todas las atracciones, jugando en todas las casetas y probando todos y cada uno de los dulces y las comidas que vendían, gracias a la insistencia de Niall y Louis, que miraban a todos los lados con los ojos muy abiertos y llenos de admiración, con ganas de jugar con todo lo que hubiera. Mientras tanto, Liam y Harry reían observándolos con diversión, negando con la cabeza ante la actitud infantil de sus amigos. Zayn, por su parte, simplemente miraba todos lados con mirada burrida y somnolienta, las manos hundidas en los bolsillos y algún que otro bostezo que se escapaba de su boca de vez en cuando, sin poder evitarlo.

        -¿Habéis visto esa carpa?- preguntó Niall que venía corriendo de la caseta en la que había estado disparando con una escopeta de juguete para ganar premios, aunque no había tenido mucha suerte, ya que venía con las manos vacías.

        -¡Vamos a esa carpa, que hay una adivina!- chillaba Louis, señalando con el dedo al mismo lugar que Niall había señalado antes. Él venía de la caseta de lanzar dardos, y al parecer había tenido más suerte que Niall, porque traía en brazos un oso gigante de peluche. Niall le miraba con tristeza y envidia, ya que él quería ganar un parecido en la otra caseta- ¡Toma, Ni, lo gané para tí, sé que no es el que querías, pero se parece bastante! ¿verdad?- Louis le tendió el peluche con expresión alegre.

        Niall se le quedó mirando con sorpresa, sin saber que hacer. Cuando se dió cuenta de que Louis lo decía de verdad y no le estaba intentando gastar una broma, su rotro se iluminó y agarró el oso, abrazándolo con fuerza contra su pecho, como si temiera que se lo fueran a quitar. Louis soltó una carcajada y le revolvió el pelo con cariño, mientras que Harry y Liam ponían los ojos en blanco.

        -Venga, anda, vamos a esa carpa que os tiene tan fascinados- dijo Liam, liderando la marcha hacia el lugar, con una sonrisa divertida en la cara.

        Niall y Louis dieron un pequeño salto de emoción y corrieron detrás de él, para no quedarse atrás. Los otros dos se miraron y, tras encogerse de hombros siguieron a sus tres amigos con paso tranquilo, sin prisa, pero con curiosidad sobre aquello que tanto emocionaba a los dos gamberros.

        Una vez estuvieron todos reunidos frente a la entrada de la tienda, Liam corrió con cuidado la tela que la cubría y entró el primero, seguido del resto. El interior de la carpa les dejó a todos boquiabiertos. Todo estaba cubierto con telas de color violeta, dándole un ambiente oscuro y misterioso, pero a la vez atrayente. Las luces estaban tapadas con unas ligeras telas rojas que creaban sombras que danzaban al ritmo de las llamas de las velas. En el centro de la sala había una mujer con un largo traje y un velo ambos de color azul oscuro, sentada ante una mesa con varios artilugios variados como una bola de cristal, una baraja de cartas y numerosas velas sin encender, todas de diferentes colores. Los cinco chicos se acercaron con respeto y precaución, algo temerosos de la reacción que pudiera tener aquella pitonisa, que permanecía imóvil, con los ojos cerrados.

And suddenly... GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora