Prólogo

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Hubo un tiempo muy lejano en el que las ocho grandes razas vivían en paz. Lejos de la guerra y del odio, se habían unido en una nueva tierra fértil. Allí, levantaron sus fortalezas, cultivaron los campos y formaron imperios prósperos.

La nueva tierra se convirtió en un nuevo comienzo basado en la amistad, la bondad y la comprensión. Cada raza habitaba dentro de sus murallas, aun así, los reinos estaban conectados por una alianza más fuerte que cualquier otra. Con el tiempo, las uniones maritales interraciales se hicieron comunes dando origen a nuevas criaturas únicas.

Nuevas ciudades fuera de las poderosas murallas comenzaron a ser construidas. Aquellos que deseaban vivir en unión con otras especies o aquellos que ya no quisieran sentirse prisioneros de su sangre, eran totalmente libres de irse y formar sus vidas lejos del pasado.

Al cabo de dos siglos, nuevas razas, derivadas de las ocho originales, habían formado sus propias ciudades, con su propio gobierno y economía. Es ahí donde nuestra historia comienza. Cada raza, dotada de sus propias habilidades y características, salió en busca de un ambiente que conformara sus necesidades.

Una especie en particular sentía especial atracción por los lugares fríos, húmedos y oscuros. Aquel pueblo se adentró en las profundidades de una gran caverna en las montañas. Pareciéndoles un lugar ideal, desarrollaron ahí su civilización.

Por mucho tiempo no generaron ningún problema y resultó ser el pueblo más tranquilo y numeroso de todos. Sin embargo, la cueva comenzó a parecerles pequeña. Su número había aumentado tanto que ya no entraban cómodamente.

Lo más razonable, creería, hubiera sido buscar un lugar más grande, migrar a otra parte. Pero no fue así. El rey de aquella raza, en una gran demostración de su inteligencia, tuvo una idea. Decidió y ordenó ampliar la cueva. Con picos y palas los súbditos trabajaron día y noche para cumplir las órdenes del rey, lo que ellos no sabían es que estaban a punto de destapar el fin del mundo.

Entre golpe y golpe a las rocosas paredes, un pasadizo se abrió. Un túnel tan antiguo como el mundo fue descubierto por los ingenuos e inocentes trabajadores, cuya curiosidad fue suficiente para hacerlos ignorar sus instintos y entrar a ver qué secretos escondía el pasadizo. Recorrieron metros y metros sin encontrar nada. Pensaron en volver, pero no lo hicieron. Continuaron hasta el final del túnel y lo que encontraron allí marcó el destino de todas las razas para siempre.

En el fondo del antiguo túnel, posando sobre las paredes, sostenidos con gruesas y fuertes cadenas, se encontraban atrapadas cuatro personas. Con sus cabezas tapadas por telas y completamente desnudos, tres hombres y una mujer, estaban quietos como estatuas. Los aldeanos, tan ingenuos e ignorantes como eran y sin saber leer las advertencias tatuadas en sus cuerpos en una lengua muerta, les quitaron sus cadenas y removieron las telas que cubrían sus rostros. Un segundo después, los cuatro desconocidos abrieron los ojos.

Los gritos de los aldeanos se ahogaron en las profundidades de la montaña. Aquel día, el mal fue liberado sobre la tierra. Aquel día, los cuatro ancestrales Titanes volvieron a la vida. Ellos, sedientos de venganza y llenos de poder, desencadenaron su ira contra los habitantes de aquella pacífica tierra.

Abriendo un portal al infierno dejaron en libertad criaturas terriblemente malvadas cuyo único propósito de existir era seguir las órdenes de sus amos. Uno a uno los pueblos fueron cayendo ante el poder de los Titanes y su ejército, hasta que sólo quedaron las ocho grandes razas originales. Esas razas que se habían unido en hermandad y habían buscado un nuevo hogar lejos del mal y de la guerra, ahora se veían en la necesidad de tomar las armas una vez más.

Sin embargo, no todas las razas pelearon y no todas del mismo lado. Sólo dragones, dioses y demonios, unieron su fuerza e hicieron frente al enemigo. Por varios siglos aquello fue suficiente para asegurar su subsistencia. Pero su número de guerreros disminuía, mientras que el enemigo cada vez contaba con más soldados. Fue entonces cuando, en su infinita sabiduría, los Dragones comprendieron cómo enfrentar a los Titanes.

Hasta ese entonces, dos de las ocho razas se habían negado a unirse. Siendo tan opuestos como eran, se temía que crearían el caos en la tierra y por ello se les había prohibido procrear. Los Dioses eran paz, luz y vida, los Demonios eran caos, oscuridad y muerte. Si bien peleando codo a codo eran fuertes, no era suficiente. Por otro lado, los Dragones, sabios y astutos, eran lideres naturales y protectores de sus pares, poseedores de la energía omnipotente.

Los Dragones dedujeron que, si un Demonio y un Dios tenían un hijo y éste recibía la energía de un Dragón, el nacido sería todo poderoso. Tendría el poder de la luz y la oscuridad, el control sobre lo bueno y lo malo, sería el equilibro personificado. A pesar de las discusiones y los reclamos, los Dioses y los Demonios se unieron para procrear seres extraordinarios que los Dragones volvieron perfectos.

En un principio se planearon centenas, pero la madre naturaleza sólo aceptó el nacimiento de cuatro, dos hombres y dos mujeres, los demás murieron antes de nacer. Así, surgió la primera generación de Supremos. Juntos lograron acabar a uno de los Titanes y, usando hechizos más fuertes que ellos mismos, encarcelaron a los tres que no pudieron matar sepultándolos vivos.

Para evitar que volvieran a ser liberados accidentalmente, hicieron que el origen del hechizo estuviera en tres diamantes. De esa forma, para liberarlos se necesitaría al menos una de estas joyas.

Los Supremos, en su inteligente desconfianza, ocultaron los cuerpos y dedicaron el resto de sus días a proteger los diamantes, manteniéndolos lejos el uno del otro. Al morir los Supremos, los diamantes eran entregados a los Dragones, quienes se encargarían de hacerlos llegar a la siguiente generación.

Los Titanes quedaron sellados por el resto de la eternidad. O al menos, esa era la idea.


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Hola! Qué tal están? Hasta aquí este primer capítulo de la Maldición de las Sombras. 

Espero que les guste y muchas gracias por leerlo! No olviden dejar sus comentarios! 

Nos vemos en el próximo capítulo.

Chau chau.  

Lahocu

La Maldición de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora