Capitulo 2

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Jimin resopló por quien sabe que vez en lo que llevaba del día, su pata aún dolía y le impedía caminar, así que se había mantenido desde la noche anterior en la misma posición, a veces rodaba para no entumirse, pero no podía hacer mucho más. El gran lobo que lo había acompañado ya no estaba, y Jimin suponía que tal vez ya no volvería, aunque no es como que le importara en realidad, tenía cosas más importantes por las cuales preocuparse.

Como, por ejemplo, el hambre que comenzaba a sentir, su estómago rugía, lo había estado haciendo desde la madrugada, y aún seguía sin poder cambiar de forma, así que no tenía manera de alimentarse, ¿qué se supone que haría ahora?

Gimoteó aburrido y hambriento, sin embargo, se enderezó sorprendido cuando el mismo lobo negro de antes había aparecido en la cueva cargando lo que parecía ser un conejo muerto en el hocico. Jimin casi siente desmayarse cuando el animal dejó caer el cadáver frente a él. Los ojos grises se debatieron entre los amarillos y el pequeño cuerpo del conejo.

¿No pretenderás que me lo coma, verdad?, cuestionó asustado en su cabeza, pero era claro que el lobo no podría escucharlo, y de hacerlo no podría entenderlo, sin embargo, ahí estaba, mirándolo con esos intimidantes ojos amarillos, esperando, y al ver que Jimin no hacía más que observarlo se tomó el atrevimiento de empujar el conejo con el hocico.

Jimin retrocedió asustado, se negaba a comerse un animal crudo, porque joder, él definitivamente no se lo iba a comer, no importaba que tanto rugiera su estomago, moriría primero. El lobo negro volvió a empujarle al pobre animal una última vez antes de dar media vuelta y regresar a sentarse en la entrada de la cueva, donde se la había pasado toda la noche.

¿Tú no piensas comer?, Jimin se sintió estúpido por preguntar algo al aire, observó asqueado al conejo cerca de sus patas delanteras y tomó un respiro enorme antes de agacharse lentamente dispuesto a no morir de hambre.

Sintió la carne blanda y peluda contra su lengua, esto definitivamente no puede estar pasando, dio una mordida y con todo el pesar del mundo masticó. Sabía horrible, la textura, el sabor, el olor, todo era horrible.

Cerró los ojos, negándose a ver el cuerpo desparramado y destrozado entre sus patas, con la sangre escurriendo hasta el suelo, incluso podía sentirla manchando su pelaje.

Jimin quiso llorar, ¿por qué no podía cambiar? Desearía no haber ido nunca al bosque, desearía haberle hecho caso a su mejor amigo, desearía estar en su casa, ya ni siquiera importaba que estuviera solo siempre. Solo quería volver.

Cuando no pudo soportar más el asco, dejó en paz el cuerpo, apenas y había comido, pero no le importó, se rehusaba a seguir haciéndolo. Se arrastró lejos del cadáver aunque su pata le diera punzadas de dolor.

Se arrastró hasta que su rostro quedó a centímetros de la pared de piedra, y gimoteó, llorando, dejaba salir pequeños silbidos angustiados por la tristeza y el temor.

Cerró los ojos, planeaba dormir, con suerte y al despertar descubriría que todo había sido tan solo una pesadilla. A sus espaldas escuchó las suaves pisadas del otro lobo, seguido de la carne siendo masticada.

...

Quiero hacer pipí, Jimin se removió incómodo sobre el suelo hasta quedar de costado. Ya era de noche, todo estaba oscuro. A unos cuantos metros de distancia podía apenas distinguir el cuerpo del lobo negro, debe de estar dormido, supuso.

Pero eso no era lo importante ahora, él realmente tenía muchas ganas de orinar, también sentía su garganta seca, suplicando agua.

Pero, ¿de donde iba a sacar agua en esos momentos? Ni siquiera podía levantarse y caminar.

Con dificultad se apoyó en sus patas delanteras. Él iba a orinar, como que se llamaba Park Jimin.

Suspiró y gruñó cuando tuvo que usar su pata lastimada, cojeó hasta salir de la cueva, el frío golpeó con fuerza su cuerpo, se sintió tiritar.

Tardó en hacerlo, pero logró llegar a un árbol cerca, agradecía que nadie pudiera verlo. No duró tanto, pero el alivio que llenó su cuerpo fue enorme.

Volvió a cojear de regreso, pero la nieve se lo dificultaba demasiado, fue en un punto en que ya no podía sostenerse más en que cayó de lleno.

Jimin sintió como se congelaba con rapidez estando ahí, aulló desesperado por ayuda, y casi llora de alegría cuando el gran lobo negro apareció corriendo hasta él.

Los ojos amarillos le miraron, si Jimin no hubiera estado lloriqueando, habría notado la preocupación del animal, quien lo miraba casi desesperado.

Empujó su hocico por debajo del de Jimin, intentando enderezarlo, pero la nieve solo complicaba todo. Al final, Jimin terminó siendo arrastrado por la piel de su cuello hasta la cueva, por suerte no había podido ir muy lejos.

Su cuerpo comenzaba a entumirse, el pensamiento de morir congelado cruzó como un rayo por su cabeza.

¿De verdad voy a morir así?, el lobo negro lo arrastró hasta el fondo, alejándose tanto como podía de la nieve, resguardandolo del frío. Jimin no tuvo tiempo de pensar en nada más antes de caer inconciente.

Lo último que supo, fue que su cuerpo era cubierto por el más grande del contrario, y se sintió cálido.

...

Despertó al día después, sorprendentemente ya no tenía frío, se sentía calientito y cómodo, suave. Jimin se acurrucó más, sin darse cuenta de los ojos atentos del lobo que se había mantenido dándole calor toda la noche.

No se separó hasta que el estómago de Jimin rugió, tenía hambre. Park casi se quejó cuando el cuerpo ajeno se alejó de él, dejando que sintiera frío casi de inmediato.

Abrió los ojos y vio al lobo negro salir de la cueva, y no lo vio regresar hasta dentro de al menos una hora después, con un conejo colgando de su hocico.

Jimin maldijo su desgracia, pero su estómago lo obligó a comer una vez más.

La apariencia del amorWhere stories live. Discover now