Tras la apariencia del amor

5.4K 897 795
                                    


"Y tras la apariencia de éste animal, y de éste amor, sólo quedamos nosotros dos"


El día en que conoció a Nun había sido de todo menos común.

Min Yoongi era lo que se podía llamar un cambia formas lobo. Probablemente el último de ellos. Vivía en Daegu antes de que su padre le cediera el puesto de la sede en Busan de su empresa.

El hombre lo había hecho rogar bastante por ello, pero Yoongi pensaba que valía la pena con tal de tener un poco más de libertad, después de todo, su familia aún seguía renuente a dejarlo ir solo por la vida siendo como era.

Seokjin le llamaba cada que su propio trabajo como vicepresidente de RCP'Min se lo permitía, solo para asegurarse de que estuviera vivo y no se hubiera abandonado a su lado animal, como ya había amenazado con hacer antes.

Yoongi siempre había preferido su forma lobuna, incluso después de que la familia Min lo adoptara. Si podía escabullirse a los bosques y perderse unos días él era feliz. Trabajar y guardar las apariencias era para los humanos, y Yoongi no estaba satisfecho con ello.

A veces, cuando miraba el cielo, pensaba en que le gustaría detener el tiempo o retrasarlo hasta aquellas dulces memorias de su infancia, y revivirlas hasta que la imagen de sus padres volviera a ser tan fresca como antes.

Pero de aquellos tiempos ya habían cantado los vientos de veinte años, y a sus casi 28, Yoongi se había rendido a la realización de una vida dividida entre el aburrimiento y lo ajetreado de una soledad llena de sonidos de tráfico y montones de personas siguiendo sus propios caminos entre gritos, discusiones y miles de sentimientos.

"Recuerda regresar para Navidad, ¿entendido?"

Yoongi había bostezado en medio de un sonido de aceptación, sabiendo que Seokjin no le dejaría negarse de ninguna forma. Así que cuando logró librarse del parloteo de su hermano tomó su vieja y desgastada mochila gris para irse directo al bosque de Busan.

Justo como había visto en imágenes, tenía altos árboles, de haber traído a Namjoon de seguro ya le habría dicho la mitad de los nombres, pero como él no sabía absolutamente nada de ellos, diría que todos son pinos y robles (más que nada porque son los únicos nombres que conocía).

Algunos de ellos estaban más juntos de lo que sería más cómodo, pero Yoongi estaba acostumbrado a tomar siempre el peor camino. Había logrado terminar la mayor parte de su trabajo para el fin de semana, por lo que se escabulló vilmente entre los troncos y arbustos.

Apenas había pasado para cambiar sus ropas de trabajo por unas casuales que parecían más bien una pijama. Yoongi nunca había tenido que preocuparse por el dinero, no el suyo al menos, pero también era consciente de los regaños que le esperarían cuando tuviera que regresar con la familia Min y le vieran hecho un desastre, en especial de Jin, porque ese hombre no lo dejaba en paz desde el primer día en que se conocieron.

Yoongi lo amaba mucho, pero que se fuera a la mierda. Con amor, por supuesto.

El bosque de Busan era profundo, y estaba seguro de que le costaría no perderse, pero al menos eso le daría una excusa para no llegar al trabajo, por si acaso había dejado a su secretaria Remi (una japonesa muy diligente que se había encontrado hace años en un parque) la nota de que, si no regresaba en dos días, es porque estaba enfermo.

Tenía entendido que en ese bosque se permitía la caza, y Yoongi había pasado el último mes verificando los límites entre la zona permitida y prohibida, hoy por fin se sentía preparado para perderse un rato y no morir hecho alfombra.

La apariencia del amorWhere stories live. Discover now