Capítulo 7: Los jóvenes salvajes.

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Un crujido llamó nuestra atención, fue cómo si algún animal salvaje hubiese puesto sus patas sobre las hojas muertas o sobre alguna rama seca.
— ¿ Qué fue eso ? — Preguntó Harry sin miedo alguno.
— Seguramente algún animal piso una rama — Le dije a Harry.
Harry de sentó en uno de los asientos y estiró sus pies mientras recostaba su espalda en la ventana.
Buscó en mi mochila la linterna para iluminar el lugar y que así no viese tan ominoso.
Apunto la luz de la linterna hacia el techo y comienzo a moverla, Harry acercó sus manos a la luz y comenzó hacer figuras con sus manos, hizo un conejito, y un triángulo.
— No sé hacer más figuras — Confensó.
— Yo no puedo hacer ni pequeño conejo— Le dije.
Luego una luz de color rojiza que se asomaba en la lejanía llamó mi atención, apagué la linterna y me acerqué más a la ventana del autobús para poder ver mejor.
— Harry — Lo llamé.
— Mmm— Dijo mirando el techo.
— Mira — Le dije.
Harry se puso en pie y observo a través de la ventana del autobús mientras apoyaba las palmas de las manos en el filo de la ventana.
La luz se hacía cada vez más brillante.
Luego, después de unos minutos, escuchamos los silbidos de un grupo de personas, un silbido armonioso.
— ¿ Crees que sean los jóvenes salvajes ? — Me preguntó Harry.
— No lo sé — Le dije.
La luz por fin mostró su origen, era la luz de cuatro antorchas las cuales estaban siendo sostenidas por cuatro jóvenes sin camisa, con un collar con una nuez como alhaja, los cuatros chicos que sostenían las linternas estaban acompañados por un grupo de jóvenes, todos eran menores de quince, solo los cuatro chicos que sostenían las antorchas, parecen tener más de dieciséis años, pero menos de veinte.
Los chicos llegaron al autobús, pasaron frente a él llegaron a la parte derecha, los chicos formaron un círculo alrededor de los cuatro que sostenían las antorchas, Harry y yo nos desplazamos sigilosamente hacia la parte derecha del autobús, observamos a través de la ventana a los jóvenes.
Los cuatro chicos mayores pusieron las antorchas sobre el suelo, pero no las soltaron.
Ningún chico usa camisa, tiene el pecho pintado de colores, al igual que la cara, sobre sus cuellos colgaba el mismo collar que los chicos mayores y con la nuez de alhaja.
Un chico de cabello castaño y anteojos se colocó en el centro del círculo, metió su mano derecha en el bolsillo de su pantalón, luego la sacó y la levantó.
— Recibe como ofrenda este polvo azul estelar— dijo el chico— ah Gigante creador de la fantasía y la realidad.
El chico abrió su mano y liberó el polvo azul, los demás comenzaron a golpear el suelo con sus pies descalzos antes de comenzar la dar vueltas alrededor de los chicos que sostenían las antorchas.
— Gigante — Pensé.
— Águila— llamó el chico que libero el polvo azul— entra en el Gusano de metal.
El chico, que aparentemente se llama Águila caminó hacia el autobús en donde nos entrábamos mirándolos, subió las escaleras y cuando se dispuso a caminar hacia los asientos traseros se detuvo al vernos mirando por la ventana.
Comenzó a aullar cómo un lobo.
Los demás chicos desviaron sus miradas hacia el autobús y nos vieron en la ventana.
— Intrusos— Dijo un chico.
— Corran — les dijo el chico del polvo azul a los otros— tráiganlos.
Los cuatro chicos mayores corriendo hacia el autobús y entraron en él, por un momento creímos que nos iban a bajar del autobús a la fuerza, pero no fue así, nos pidieron, amablemente, que bajásemos del autobús, les hicimos caso y bajamos del autobús, nos hicieron caminar hacia el círculo de chicos, llegamos al centro.
— ¿ Qué les haremos ? — Preguntó uno de los chicos.
— Nosotros nada Mapache — le dijo el chico del polvo azul— eso lo decidirá el Gigante.
— ¿ Quién es el Gigante ?— Preguntó Harry para distraerlos.
— Cómo ya lo he hecho antes— le dijo el chico del polvo azul— el Gigante es el creador de la fantasía y la realidad.
— Él nos brinda el don de la imaginación— dijo el chico— y nos enseña la realidad para no caer en la locura producto del exceso de imaginación.
— Él llegará pronto— dijo el chico— el polvo azul estelar es la droga que lo llama.
— ¿ Cómo se llama ? — Le pregunte.
— ¿ El Gigante ? — Pregunta el chico.
— Sí — Le respondí.
— Él nos ha dicho que lo llamásemos G — Dijo.
— G — Dije.
— Sí — dijo el chico — G por Gigante...

El Gigante y yo Où les histoires vivent. Découvrez maintenant